¡Se necesitan periodistas! Así, con exclamaciones. Y de manera urgente. Es el título del último número de nuestra revista en papel, dedicada al oficio más bonito del mundo. Creemos que es así. El oficio más bonito del mundo, el oficio con el que soñamos que cambiaríamos las cosas o, al menos, contribuiríamos a mejorarlas. El oficio más bonito del mundo. Y nos lo estamos cargando. Es lunes y cuesta arrancar la semana después de una semana más de bulos, de fake news y de opiniones basadas en falsedades, una semana más en la que hemos prestado más atención a los lazos amarillos de unas pobres orugas que al presunto espionaje a un partido político como Podemos.
No, no cobramos de Podemos, ni de ningún partido, ni de los bancos, ni las empresas del IBEX. Nos financiamos gracias a personas que creen precisamente en el periodismo. Tenemos unos principios muy claros de compromiso con la igualdad, los derechos humanos y el medio ambiente. Y a veces, algunos de nuestros propios lectores y lectoras se enfadan porque no comparten o no les gustan determinadas informaciones. Pero esa es la esencia de nuestro trabajo. Contamos, no militamos. No vivimos, por tanto, de la publicidad de los grandes. Vivimos de nuestra independencia.
En este contexto, llevamos semanas en la redacción preguntándonos hacia dónde vamos, qué estamos haciendo, por qué hemos llegado a este desprestigio de una profesión crucial para el funcionamiento de la democracia y una profesión crucial para este momento concreto que vive la democracia. De ahí nació el número del que hablamos al principio: necesitamos más periodismo que nunca, más información que nunca, más rigor que nunca, más investigación que nunca. El lunes pasado, por ejemplo, nuestro compañero Antonio Maestre publicó que un miembro de Vox fue un neonazi condenado por una brutal agresión que dejó con un 20% de discapacidad a un profesor de la Universidad de Valencia. Este lunes, ha publicado una información en la que cuenta que la formación liderada por Santiago Abascal incumplió la ley de financiación de partidos al usar una cuenta personal para recaudar fondos.
Mientras en La Marea colocábamos la exclusiva en portada, Maestre era insultado por Eduardo Inda en El programa de Ana Rosa, en Telecinco: “Este sujeto cobra dinero del Ayuntamiento de Madrid”, “Pido a toda la gente de Vox cuando vayan por la calle y se encuentre con este sujeto que le recuerden que este sujeto les ha llamado cómplices de un asesinato”, “Me lo ha filtrado tu madre”. Hay personas que han llamado a nuestra redacción pidiéndonos “la cabeza” de Maestre por algunos de sus artículos. Porque, como saben, nuestro compañero no se casa con nadie. A veces compartimos su opinión, otras no, como nos ocurre con cualquier otro u otra periodista. Lo que no admitimos es que se camufle bajo la expresión “guerra mediática» lo que en realidad es una lucha contra lo que no es periodismo –del perverso arte de no llamar a las cosas por su nombre nos ha hablado estos días nuestra colaboradora Ana Carrasco-Conde–.
Maestre no milita, investiga. Maestre no es político, es periodista. Maestre no se queda en el eslogan, va más allá. Maestre no habla sin conocimiento, lee. Y estamos muy orgullosas de contar con él, y de mujeres como su madre. Contaba el mismo Maestre en un artículo que su madre lo acompañó antes de que firmara un contrato para trabajar de camarero: “Me sacó de allí sin dejarme hacerlo explicándome con un lenguaje poco académico lo que es la dignidad y la servidumbre”. Maestre es también, como diría su admirado Manuel Vázquez Montalbán, un superviviente. Pues eso. ¡Se necesitan periodistas! Así, con exclamaciones. Y de manera urgente.