Economía

El paro subió en 60.404 personas en enero, un 2,23% más que en diciembre

La cifra total de parados, 2.767.860, representa el nivel más bajo en los últimos 16 años para un mes de enero.

Comentarios
  1. ¡Basanta vive!
    Un 5 de febrero de hace cuarenta y siete años Vicente Basanta era asesinado a manos de un policía de paisano por hacer una pintada: «Trabajo sí, policía no» junto a una hoz y un martillo que quedaron a medias.
    Miguel Vicente Basanta López, el décimo hijo de una familia obrera, era vecino del barrio zaragozano de San José. Albañil de profesión, se encontraba en paro a la edad de treintaiún años.
    Se trataba de un convencido y comprometido militante comunista, vinculado al aragonesismo de izquierdas. No poseemos, ni necesitamos realmente, mucha más información acerca de su juventud, pues se vio truncada de pronto por la brutal represión de una transición «ejemplar».
    Aquel fatídico 5 de febrero de 1977 había tenido lugar en la plaza de toros de Zaragoza el primer —y multitudinario— mitin del recién constituido PSA. El ambiente en la ciudad era muy tenso; se había producido incluso un aviso de bomba. Esa misma noche el policía Francisco Tovar Tovar, quien se encontraba de permiso, dando un paseo junto a su familia, sorprendió a Basanta realizando una pintada con una brocha y una lata de pintura roja en los muros de la antigua fundición Alumalsa. La pintada rezaba: «Trabajo sí, policía no» junto a una hoz y un martillo que quedaron a medias. Tovar encañonó a Basanta por la nuca con las manos en la cabeza, descerrajándole tres disparos, dos de ellos en la cabeza cuando intentó escapar.
    Fue ingresado de urgencia a las 21.30 horas en la clínica San Juan de Dios, aludiendo que había sufrido un mareo y como consecuencia cayó desplomado, lo que le provocó una herida en la cabeza. A las 21.45 falleció en la misma clínica.
    Tras su asesinato dio comienzo una campaña de desprestigio por parte de los medios de comunicación –propaganda–, que procuraron crear la imagen de un delincuente habitual, intentando vincularlo con ETA y los GRAPO para justificar de algún modo la actuación de Tovar en «legítima defensa».
    Mes y medio después de su asesinato, el caso fue sobreseído por un juzgado miliar, quedando únicamente un atestado policial. Durante el proceso no se contó con la familia ni con ningún testimonio, ni siquiera el del doctor Ansón, el médico que le atendió y en seguida comprobó la falsedad de los hechos acreditados por Tovar.
    (Arainfo.org)

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