«Llegar al 50 o 55% de reducción de emisiones para 2030 en lugar del 40% actualmente previsto». Este baile de cifras fue el único dato que aportó hoy Pedro Sánchez para combatir los efectos del calentamiento global durante su intervención en la sesión de control del Congreso. Su discurso, lleno de buenas intenciones pero falto de medidas concretas, se centró en ratificar el compromiso de su Ejecutivo y del partido en la adaptación y mitigación al cambio climático.
Para 2050, Europa será “el primer continente en alcanzar la neutralidad climática”, clamaba Sánchez en la Cámara. Una expresión, “neutralidad climática”, usada también ayer por la presidente electa de la Comisión Europa, Ursula von der Leyen. Este término se trata de una forma extraña de definir la necesidad de alcanzar para mediados de siglo emisiones netas, es decir, capturar todos aquellos gases de efecto invernadero que se producen.
«Es importante fijar objetivos ambiciosos, tanto para mandar las señales adecuadas al resto de la sociedad como para encaminar una reducción de emisiones que permita alcanzar las emisiones neutras en 2050», comenta Marta Victoria Pérez, del Observatorio Crítico de la Energía. Victoria Pérez considera, tras las palabras de Sánchez, que «falta concretar las buenas intenciones en hechos», y apuesta porque PSOE y Podemos, que comparten algunas «medidas similares» en esta materia, podrían alcanzaran un acuerdo que sirviese para acometer ciertos cambios.
Ya el mes pasado, tras presentar el PSOE su documento con las propuestas para un Gobierno progresista, las principales organizaciones ecologistas tacharon de «poco ambiciosas» las medidas recogidas por Pedro Sánchez sobre la cuestión climática y medioambiental, denunciando el poco caso que les hicieron tras reunirse con ellas en agosto.
No termina de convencer a la oposición
Sánchez elevó su discurso interpelando directamente a sus señorías, avisando que “solo tenemos un planeta” y que “el tiempo se agota”, para después rebajar el dramatismo: “Aún hay margen para hacer las cosas mejor y cambiar la dinámica”. Para lograrlo, el socialista considera “fundamental impulsar” un “plan de inversiones sostenibles que oriente nuestra acción en un gran objetivo” y para el que “tenemos que reservar el 25% del total de desembolsos del próximo marco financiero”, explicó.
Una de las primeras críticas llegó de su «socio preferente», Pablo Iglesias, quien achacó que “un Gobierno que afronte los desafíos climáticos tiene que ser más específico”. Una concreción que sí la tuvo el líder morado, que demandó la creación de “una empresa pública de energía que compita de tú a tú con el oligopolio eléctrico para bajar la factura de la luz”, medida ya recogida por Podemos en en su último programa electoral. También aprovechó para pedir acabar «de una vez con las puertas giratorias”, pues “mientras haya exministros que se sienten en el Consejo de Administración de empresas energéticas no se podrá afrontar con dignidad y seriedad los desafíos que plantea el cambio climático y que los jóvenes nos están exigiendo en la calle”.
Tras la breve pero directa intervención de Iglesias, el único diputado del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, quiso extenderse más para cuestionar muchas de las afirmaciones dichas por Pedro Sánchez. Empezó calificando la estrategia europea sobre el clima como “un conjunto de buenas intenciones”, pero que “no ha sido asumido por todos los países”, haciendo referencia a los Estados que se opusieron en junio a declarar la neutralidad en la UE para 2050.
Sobre esto último, Sánchez afirmó que los que “están renegando del Acuerdo de París” y que “poniendo en solfa las evidencias científicas que todos los que estamos aquí -al menos la mayoría- compartimos”, tendrán a países como España, que «va a seguir estando en primer línea” para combatir los “grandes desafíos” del cambio climático, pero también para afrontar las “grandes oportunidades como es la lucha contra la despoblación, la creación de empleo, y la apuesta por la economía verde y circular”.
Una afirmación, la de que España lidere el desafío climático, que no terminó de convencer a Esteban, pues considera que “lo de ponerse el primero de la fila” no es «la mejor decisión» teniendo en cuenta la economía española.
También tomó la palabra Laura Borràs, de JxCat. Inició su intervención asegurando que España está en “un terreno retórico, puesto que el Estado español es uno de los que lleva más retraso en la aplicación de legislación en la materia en la Unión Europea”. Asimismo, recordó que el Govern de la Generalitat Catalunya fue pionera en la aprobación de una Ley de Cambio Climático “recurrida por el Tribunal Constitucional y recortada”. Esta ley de cambio climático que menciona Borràs, tal como explica en un artículo en Energías Renovables Begoña María-Tomé, coordinadora de Cambio Climático y Energía en ISTAS, “ha tenido hasta ahora un escasísimo nivel de implementación”.
En cuanto a Albert Rivera y Pablo Casado, ambos políticos pasaron de largo en la cuestión climática. El líder del Partido Popular solo sacó el tema brevemente para recordar a Sánchez que el nuevo vicepresidente para el Pacto Verde Europeo Frans Timmermans tendrá «la mitad de las competencias» que tuvo su antecesor, el popular Arias Cañete, definido por el propio Timmermans, según Casado, como una “referencia mundial en la lucha contra el cambio climático”.
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