¿Cómo se reacciona cuando alguien se cae del guindo? Lo normal es sentir cierta empatía ante el dolor, tristeza incluso. Pero el costalazo también puede provocar risa, como cuando cae alguien con poder. Margarita Robles, jefa de los ejércitos de España (con permiso constitucional del Rey), se mostró contrariada, indignada, atónita ante la decisión de la OTAN de vetar a las empresas armamentísticas españolas en la reunión que se celebra estos días en Bruselas. Se hablará de estrategias comerciales, contratos, dinero, y allí no estará España. Ni sus empresas ni su ministra de Defensa, que se ausenta en solidaridad con ellas.
Desde el Gobierno han calificado este encuentro como «poco inclusivo», como si no fuera una prerrogativa de los amos disponer quién se sienta a su mesa y quién se encarga de servir los platos. Y eso es Estados Unidos, el amo. Washington representa el poder imperial y Europa es una provincia de su imperio. Por eso sorprende tanto que Robles se sorprenda. ¿Qué pensaba la ministra que era la OTAN? ¿Un club de iguales?
Los fabricantes de armas se han citado en Bruselas para acordar un aumento de su producción con el que alimentar la contraofensiva ucraniana en la guerra desatada en aquel país por el régimen de Putin. En la cumbre, según informa Reuters, estarán empresas como la turca Baykar (que fabrica drones), la británica BAE Systems (dedicada a la defensa aeroespacial), la noruega Kongsberg (que lo mismo hace prospecciones petrolíferas en alta mar que manufactura cañones para los carros de combate), la francesa Nexter (principal proveedora de armas del ejército galo), el holding franco-germano KNDS (que produce los famosos tanques Leopard 2), la italiana Leonardo S.p.A. (radares, helicópteros), la polaca Mesko (misiles antitanque), y por supuesto las estadounidenses Lockheed (cazas) y Northrop Grumman (sistemas aeronáuticos y equipos electrónicos). Robles no ha podido sentarse a esa mesa para vender la mercancía made in Spain. España no ingresa nada, España paga.
Es como si te invitan a una cena en la que no puedes comer pero en la que tienes que pagar la cuenta. El amo ya ha lanzado un esbozo de factura: 1.000 millones a crédito para que los aliados «mejoren la capacidad de firmar pedidos a largo plazo». Pagan los países, cobran los contratistas y los fondos de inversión, y por el camino mueren personas. A eso, en la jerga capitalista, se le llama creación de mercados. La mafia siempre ha funcionado así.
Las verdaderas facturas
Esos 1.000 millones son una minucia, una cifra que, dada la tradicional opacidad de estas operaciones de Defensa, no significa realmente nada. Polonia ha gastado, ella sola, más de 3.000 millones de euros en ayuda militar a Ucrania. Alemania, entre 2022 y 2023, asignó 7.400 millones tanto para envíos a Kiev como para reponer sus existencias. Las verdaderas facturas, lo sabemos por experiencia, llegarán más tarde y engrosarán la deuda pública. La guerra es la gallina de los huevos de oro de las empresas armamentísticas, como ya informaba The New York Times. Robles, ingenua, quería meter la cuchara ahí. La pretensión se parece bastante al «síndrome de la clase media»: gente que no ha entendido cuál es su lugar en la escala social. La guerra no es algo de lo que tú te puedas beneficiar: tú pagas, te callas y sales del salón para que los mayores tengan la fiesta en paz.
«Paz», otra curiosa palabra. Nadie quiere la paz. Hay demasiado dinero en juego. Y sin embargo, es un concepto que la burguesía (que nunca envía a sus hijos a pegar tiros) y sus subalternos políticos utilizan continuamente. «Invertir en defensa, digámoslo claramente y sin complejos, es invertir en paz», dice Margarita Robles, efectivamente sin complejos. Un mes después de que Putin ordenara la invasión de Ucrania la Unión Europea creó el Fondo Europeo de Apoyo a la Paz. Hay comprometidos 7.979 millones de euros hasta 2027. Pero serán más, muchísimos más; los pagarás tú con tus impuestos e irán a los bolsillos de un puñado de accionistas. Lo llaman paz, pero no son mesas de negociación, ni planes de pacificación, ni campañas internacionales para favorecer la firma de un armisticio. Son armas.
La trampa dialéctica de la OTAN, en cualquier caso, es infranqueable porque es perfecta. Esas armas son para que Ucrania se defienda de su agresor: Putin. Y nadie, moralmente, podría criticar eso. Lo entendemos. Hoy es Ucrania. Ojalá la guerra terminara hoy mismo. ¿Pero después de Ucrania qué vendrá? ¿Después de Corea, de los golpes de Estado en América Latina, de Vietnam, de la Operación Gladio, de Granada, de Panamá, de Iraq (dos veces), de Libia, de Afganistán, de Siria…? ¿Dónde se creará el nuevo mercado? Seguro que en Washington hay alguien mirando mapas. Y en las provincias del imperio haremos lo que nos ordenen. A Robles, de momento, le han ordenado que espere en la entrada. Parece mentira que a estas alturas no sepa cuál es su lugar.