La imagen de la ministra de Trabajo y Economía Social en la prensa puede ir asociada a muchos temas, mucho más en estos meses de permanente campaña electoral en los que, además, Yolanda Díaz ha dado el paso para presentarse a las próximas generales como presidenta. Pero si hay alguno por el que destaca prácticamente todos los meses es, además de por sus logros en negociaciones complicadas, por la bajada de los datos del paro .
Las cifras registradas en las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) están recuperando poco a poco –o intentando alcanzar– los niveles en los que se situaba España antes de la crisis económica iniciada en 2008 y desbocada en 2012. Y prácticamente en todas las notas de prensa difundidas por el Gobierno referentes a la situación del desempleo, en el último año, recogen expresiones como “la mayor caída en las dos últimas décadas”, “récord de contrataciones”, “el mejor septiembre de la serie histórica”…
La última, publicada el pasado 4 de mayo, comenzaba así : “Abril termina con 73.890 parados menos, la cifra más baja en este mes desde 2008”. La cifra total de personas paradas se situaba, así, en 2.788.370, por debajo de los 2,8 millones por primera vez en este mes desde 2008. “Nos devuelve al escenario de bonanza previo a la crisis financiera , con los registros de paro más bajos de la serie histórica. Los aspectos tanto cuantitativos como cualitativos nos sitúan en un escenario para el empleo sólido fuertemente anclado a la estabilidad derivada de la reforma laboral”, afirmó el Ministerio de Trabajo y Economía Social.
Impulsado por las contrataciones propias del periodo de la Semana Santa, el paro bajó en todos los sectores y en todas las comunidades autónomas. Además, según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones , los 20,7 millones de personas afiliadas en abril marcaron también «niveles desconocidos que ratifican una evolución positiva del año 2023». De ellas, el 47,2% fueron mujeres, el dato más alto de la serie histórica.
Obviamente, se pueden buscar otros enfoques, otros contextos, otros titulares –incluso negativos–, pero los datos del paro son los que son y suponen, al menos, una mejoría importante con respecto a la etapa de crisis precedente. Otra cosa es la realidad de quien está viendo esas gráficas en el telediario o escuchando la noticia por la radio o leyendo un tuit de un medio de comunicación. Otra cosa es esa realidad cotidiana de quienes siguen sin poder llegar a fin de mes, de quienes tienen que contar con las manos los productos que se pueden comprar en el supermercado, de quienes este mes, otro más, a pesar de los récords económicos, tampoco podrán llevar a sus hijos al dentista . En muchas ocasiones, esa realidad de quienes escuchan la noticia sobre los datos del paro al otro lado del televisor o del teléfono no coincide con ese contexto positivo que dibujan las cifras y que se celebran en las ruedas de prensa. ¿Por qué?
La vicepresidenta Yolanda Díaz, en el primer aniversario de la reforma laboral. MINISTERIO DE TRABAJO Y ECONOMÍA SOCIAL
“Evidentemente, los datos son buenos, pero el empleo nuevo creado, los nuevos ingresos, no se distribuyen , se beneficia solo a las familias de aquellos hogares donde había un parado y ahora hay un trabajador contratado, o a los perceptores del salario mínimo. Se convive con que los precios han subido de manera intensa y los salarios, en general, no han aumentado al mismo ritmo o similar, como sí ha ocurrido en aquellos lugares donde hay organización sindical. Existe una pérdida de poder de compra por encima de los seis puntos. Es decir, los trabajadores que se han podido defender hasta el momento de la inflación son una minoría ”, sostiene Carlos Martín Urriza, director del Gabinete Económico de CCOO y consejero del Consejo Económico y Social (CES) de España.
En su explicación, destaca el origen de las elevadas tasas de paro que han caracterizado históricamente la economía española: un tejido empresarial insuficiente para generar empleo para todas las personas . “Ahora existe la oportunidad de bajar el nivel estructural del desempleo, que suele estar por encima del 12% en la economía española, porque, por primera vez y como novedad, además de políticas económicas de macroestabilización, hay recursos disponibles para hacer políticas desarrollistas. Los fondos europeos de recuperación y resiliencia están aportando recursos en la ampliación de ese tejido productivo, con muchos condicionantes, sí, pero se está en ello”, prosigue Martín Urriza.
Evolución en los datos del paro para que el cambio sea estructural
Esa es una de las claves, a su juicio, para que las cifras positivas se traduzcan a su vez en contextos positivos, para que el cambio y la evolución sean realmente estructurales . A ello se suman la estabilización del empleo y el reequilibrio de la negociación salarial. Según adelantó la Cadena SER el pasado viernes, a falta de su ratificación este mismo lunes, se ha producido un acuerdo de recomendación entre la patronal y sindicatos mayoritarios para subir los salarios un 4% en 2023 y un 3% en 2024 y en 2025 . Además, de acuerdo a ese pacto, habrá previsiblemente una cláusula de revisión anual según marchen los precios, que podrá suponer una subida adicional de hasta el 1%.
Según la Encuesta de Población Activa, explica por su parte el catedrático de Economía Juan Torres, «empleada» es la persona mayor de 16 años que en la semana anterior a su realización llevó a cabo alguna actividad laboral durante al menos una hora a cambio de algún tipo de retribución en dinero o en especie. “Es así en toda Europa. Eso quiere decir que si le doy una entrada de cine a mi sobrino mayor de esa edad y en paro a cambio de que me limpie el coche, y tarda más de una hora y no hace nada más en el mes, se habrá creado un empleo. Es un ejemplo, pero sirve para mostrar que el empleo que se esté creando puede ser muy precario y de bajo salario. Por eso se puede conjugar alta creación de empleo con pobreza o insuficiencia de ingresos ”, argumenta el catedrático, que acaba de publicar Más difícil todavía (Deusto, 2023), un libro en el que analiza la particularidad de esta crisis.
Según Torres, España está avanzando al lograr más empleo indefinido, pero queda la gran patata caliente de los salarios: “Son muy bajos en muchos empleos, aunque está subiendo el salario mínimo y, sobre todo, porque se puede estar trabajando horas insuficientes para obtener un salario que permita hacer frente a todos los gastos. Y, mucho más, a los más cuantiosos, como los de vivienda o alimentación encarecidos”.
Para el catedrático de Economía, los salarios y, en general, las condiciones de empleo son el resultado de la correlación de fuerzas que hay en cada momento, del diferente poder de negociación que tienen empresarios y trabajadores. “En las últimas décadas se han ido tomando medidas de muy variado tipo para hacer que esa correlación sea cada vez más favorable a los primeros y es muy difícil cambiarla. Ni siquiera los gobiernos tienen poder suficiente para ello si no son las propias clases trabajadoras quienes reclaman más derechos, mejores condiciones de negociación y normas que garanticen más simetría y menos privilegios empresariales a la hora de establecer las condiciones de trabajo”, prosigue el profesor.
Y añade: “He oído muchas veces a trabajadores que ganan una miseria de sueldo despotricar de los sindicatos. Sin que estos sean fuertes, es decir, mientras que los trabajadores no actúen coordinada y organizadamente, como actúan las patronales, ¿cómo se va a poder cambiar la dinámica existente y mejorar la negociación que lleve a más derechos laborales, mejores condiciones de empleo y salarios más elevados? Lo que está ocurriendo es una drama no solo para los trabajadores. Muchos estudios empíricos han mostrado que cuanto mayor es el poder de los sindicatos hay más inversión productiva, más innovación, más empleo, más crecimiento económico y no solamente más salario y mejores condiciones de vida”.
Clase trabajadora machacada
La reforma laboral del Gobierno de coalición fue un paso decisivo para entrar en la senda de la recuperación de una clase trabajadora machacada por las leyes laborales de Mariano Rajoy, que otorgó todo el poder de negociación a los empresarios. Pero hay algo más de fondo, de magma que alimenta esa sensación o ese desajuste real entre el registro de mejores datos y el día a día de la ciudadanía en general, que define de este modo el director del Gabinete Económico de CCOO: “El capital se ha especializado en disolver la clase trabajadora . Antes de la reforma laboral, la patronal decía que el problema era que los indefinidos le iban a robar los derechos a los temporales, por indemnizaciones muy altas. Y lo mismo ha ocurrido con la reforma de las pensiones –marcada por el aumento de los ingresos para hacer el sistema más sostenible–: los mayores le quitan los derechos a los jóvenes”, ejemplifica Martín Urriza.
Mariano Rajoy, en RTVE.
“Pero quien quita derechos son los empresarios que ofrecen condiciones laborales deplorables, los rentistas que cobran un alquiler desmesurado o aquellos que no pagan los impuestos que deberían pagar. Eso implica que el Estado se endeude y se lance deuda al futuro a los jóvenes. El sueño de la patronal es que todos seamos empresarios de nosotros mismos, que no se paguen nóminas sino facturas, que cada uno se busque su protección propia ”, concluye.
¿Cuáles son las prioridades? “Hay que mejorar el mercado interno, intensificar mucho más las políticas que buscan la reindustrialización, innovar en todos los ámbitos de la vida social… Estamos viviendo un cambio de época y de modo productivo , y creo que España, como vengo diciendo desde 2019, que fue cuando comenzaron a manifestarse los cambios de tendencia, tiene una oportunidad de oro, pero se necesita más estabilidad, tratar de llegar a acuerdos de Estado y no tener miedo a abordar cambios radicales, en el mejor y más pausado sentido del término, para facilitar que aumente la inversión productiva, los nuevos tipos de actividades y afrontar cambios que se llevaron a cabo hace décadas en países de nuestro entorno”, analiza Torres.
“Desgraciadamente, –continúa– tenemos lastres seculares que no desaparecen: el peso de los grandes oligopolios y de los bancos que frenan la competencia y hacen ineficientes a los mercados, el capitalismo de pelotazo, la enorme dependencia de la Administración… y también, por qué no decirlo, unas fuerzas progresistas que, aunque lo están haciendo generalmente bien en el Gobierno, no terminan de diseñar un proyecto de futuro ni parece que sean capaces de actuar sin ir pisando ellas mismas lo que van haciendo bien”.
Martín Urriza insiste en la necesidad de disolver el poder económico para poder recuperar «la prevalencia del interés general sobre el particular y escapar del capitalismo organizado desde la grandes corporaciones con democracia».