A unos dos kilómetros en línea recta del Congreso de los Diputados, en el madrileño barrio de Salamanca, uno de los más acaudalados de la ciudad, un centenar de personas acudían al “funeral por el alma de Francisco Franco Bahamonde”. Así lo anunció la fundación en honor al dictador español, que desde su página web convocó a las 20.45 horas en la Parroquia de los Doce Apóstoles, en la calle de Velázquez. Apenas unas horas antes, Pedro Sánchez había sido investido presidente del Gobierno. Para algunos, se consumaba el “golpe de Estado” y el comienzo de una “dictadura” democráticamente elegida.
La edad media de los asistentes a la homilía era superior a los 60 años, aunque en el interior de la iglesia también se podía ver a un niño y a algunos jóvenes. En el altar, además del sacerdote, un ayudante de avanzada edad se encargaba de colocar y retirar los utensilios usados durante la homilía.
Tras la lectura del evangelio, el cura pidió oraciones: «Por nuestro hermano Francisco Franco, por sus familiares, por todos lo que lloran su pérdida”. Y rogó a Dios: «[Que] junto con todos los difuntos, le reciba en su reino”. Asimismo, agradeció a quienes acudieron “a pedir la misa por él, por un difunto, como por cualquier familiar”. A continuación, inició una nueva tanda de ruegos:
-Por nuestro Gobierno de las naciones, para que promueva siempre la justicia y la paz.
-Roguemos al Señor.
-Para que el Señor proteja nuestro país y nos haga vivir en concordia a todos.
-Roguemos al Señor.
-Para que no olvidemos las raíces cristianas de España y vivamos en esa herencia de vida y de fe.
-Roguemos al Señor.
“Cobardes”
Después de comulgar, el sacerdote agradeció a los presentes “el ambiente de silencio” que habían mantenido durante toda la misa, y recordó que el pésame a la familia se daría fuera del templo. Asimismo, pidió evitar los “actos políticos” delante de la fachada de la iglesia: “Quizá alguna persona viene con otra idea de lo que es un acto sagrado, y para que no se lleve a equívoco, ya que esto no es un acto político sino una oración por el alma de un fiel cristiano, pues eviten esa confusión”.
La petición no sentó nada bien a algunos asistentes, que, de camino a la calle, farfullaban contra ella:
-Qué cobardía, ¿eh, Juan?
-No tienen arreglo, macho, no tienen arreglo… se creen que se van a escapar. ¡Cobardes! Les da miedo hablar de Franco.
-Cuando les den el paseo…
-Pues que se defiendan ellos.
-Por cobardes y miserables. De verdad…
-Es que vaya homilía pobre y fuera de juego.
A ambos señores no les había gustado nada la misa, y menos aún que no les dejasen cantar el Cara al sol en la puerta. Además, aseguraban echar en falta a muchas personas que no habían acudido: “De la fundación [Francisco Franco] han venido algunos, pero tienen mucho miedo de que los ilegalicen”, argumentaba uno de ellos antes de encararse con un camarógrafo y un periodista que se encontraban frente a la puerta. Tras oír cómo los llamaba “mentirosos” y “manipuladores”, el periodista le pidió que fuese más demócrata”. “A la democracia le pueden dar mucho por saco, que se la metan por donde les quepa”, respondió de forma tajante.
Uno de los señores se aleja momentáneamente a charlar con otro grupo. Y vuelve a preguntar cuándo se va a cantar el Cara al sol. Esa ha sido la tónica habitual en años anteriores para poner fin a la conmemoración de la muerte del dictador. Así fue en 2022, ante esa misma puerta, aunque entonces participó un número de asistentes bastante mayor. Fue la primera vez tras la aprobación de la nueva Ley de Memoria Democrática, que considera como sancionables los actos de exaltación de franquismo.
Entre los últimos en salir de la iglesia, familiares del dictador como su nieto Jaime Martínez-Bordiú y su bisnieto Luis Alfonso de Borbón, actual presidente de la Fundación Nacional Francisco Franco desde 2018. También se encontraba entre los asistentes el antiguo general del ejército Blas Piñar Gutiérrez, hijo del líder histórico de la extrema derecha española, que charlaba de manera distendida con los allí presentes.
Dando por sentado que no se producirá ninguna exaltación franquista ahí, algunos de los asistentes charlan sobre los actos del 20 de noviembre, la fecha exacta del aniversario de la muerte de Franco: “¿Habrá concentración en la Plaza de Oriente?”, pregunta uno de ellos. Es entonces cuando desglosan el programa: “Primero al Valle [de los Caídos], luego a Mingorrubio [el cementario donde se encuentran los restos de dictador] y después ya nos vamos a comer al chino franquista”, en referencia al restaurante Una, grande y libre, una especie de museo fascista regentado por el ciudadano de origen chino Xian Chen.
Los presentes comienzan a dispersarse. Dos de ellos habían llegado expresamente para la conmemoración final y se marchan también. Frente a la sede del PSOE, en Ferraz, sí se escuchará el Cara al sol esa noche. Y varias veces.