Google, el gigante de Silicon Valley, vuelve a ser noticia, y no precisamente por sus buenas prácticas corporativas. Un grupo de trabajadores acusa a la empresa de ejecutar despidos ilegales como represalia a haber creado un sindicato. Así lo recoge el diario Bloomberg: el conglomerado Alphabet Inc., dentro del que se encuentra Google, estaría violando los derechos laborales de la mayoría de empleados que forman ‘Google Help’, un equipo formado por redactores y diseñadores gráficos encargados de realizar labores con Inteligencia Artificial, como mejorar los resultados de las búsquedas o de los chats automatizados.
De un total de 118 empleados, 80 habrían recibido notificaciones de despido en una reunión por internet que no admitía turno de preguntas. El servicio ‘Google Help’ se encuentra subcontratado a través de la empresa Accenture, y una de las claves de la denuncia, que ha sido presentada ante la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB en sus siglas en inglés) –una agencia federal del gobierno de Estados Unidos– radicaría en determinar si Google es responsable por la expulsión de los empleados, como argumentan éstos o, en cambio, está exenta de cualquier obligación legal, postura adoptada por la multinacional.
Más derechos laborales
El caso puede seguirse a través de la plataforma Alphabet Workers Union, el sindicato al que decidieron afiliarse la mayoría de los trabajadores de ‘Google Help’, según una nota de prensa lanzada el pasado 8 de junio. En ella, el grupo dedicado a la Inteligencia Artificial y otras tareas de servicio al cliente exige a Google –listado como empleador junto a Accenture– una mejora de sus condiciones laborales; específicamente, una subida salarial, que no se les asigne proyectos arbitrarios, y más días libres pagados, pues de los 15 otorgados por la compañía, sólo dos son remunerados (contando vacaciones y bajas por enfermedad). Además, denuncian sueldos más bajos entre quienes han firmado contratos con Artech, una subcontrata de Accenture.
Tras estas demandas, el sindicato expresó, en otro comunicado posterior, que estaban siendo represaliados por su actividad organizativa y la ronda de despidos comenzaría a hacerse efectiva el 7 de agosto de este año. “Pero los puestos no van a desaparecer, simplemente nos están pidiendo que entrenemos a nuestros sustitutos en el extranjero”, aseguró Anjail Muhammad, una de las empleadas, que reprocha a Google no estar respetando los trabajos en suelo estadounidense.
No es la primera vez que la multinacional de Silicon Valley debe enfrentarse a una denuncia parecida. En diciembre de 2020, la NLRB sentenció que Google había incurrido en una violación de los derechos laborales al rescindir los contratos de los empleados que organizaron varias protestas contra la colaboración del gigante de internet con el departamento de Aduanas y Control de Fronteras. El problema es que la NLRB no tiene potestad para disciplinar a conglomerados como Alphabet Inc., por lo que los litigios suelen prolongarse en el tiempo y acabar en manos de los tribunales, la opción más probable en el caso de los trabajadores de ‘Google Help’. Aún así, esto no parece estar desincentivando a un precariado cada vez mayor en el mundo tech que impulsa el capitalismo de la vigilancia.
A la histórica sindicalización de miles de trabajadores de Amazon el año pasado se van sumando empresas como Grindr, la aplicación de citas para la comunidad LGBT, cuya plantilla anunció recientemente la formación de un sindicato con el objetivo de lograr más seguridad laboral y oponerse a las cuantiosas donaciones por parte de políticos homófobos que habría recibido su CEO, George Arison. Con estas acciones se persigue combatir el clima de explotación, carente de garantías, que afecta a cada vez más personas contratadas por conglomerados digitales; de hecho, como reveló una investigación de The Atlantic, ya existe una “clase marginada” de empleados en el sector de la Inteligencia Artificial que sufren temporalidad, plazos inasumibles, estrés y sueldos raquíticos por realizar tareas cruciales como moderar los contenidos de las redes sociales o pulir los resultados de modelos generativos como ChatGPT.
Oleada de protestas
No sólo los trabajadores digitales están en pie de guerra. Estados Unidos vive una oleada de huelgas y protestas sindicales que refleja un hartazgo frente a la creciente desigualdad e inestabilidad económica. El salario mínimo federal lleva estancando en 7.25 dólares la hora desde 2009, y es sabida la falta de obligatoriedad legal a la hora de ofrecer prestaciones sociales –bajas remuneradas, pensiones, vacaciones–; todo ello, azuzado por el shock laboral de la pandemia, está provocando que las manifestaciones de descontento social no paren de sucederse. Si el año pasado el país dejaba estampas como la tumultuosa huelga de los empleados de The New York Times, en este 2023 han cobrado protagonismo los 3.000 trabajadores de Starbucks que se manifestaron recientemente, los 6.000 desempeñados en hoteles de Los Angeles, o muy cerca, en Hollywood, la huelga masiva que ha reunido a más de 11.000 guionistas de cine y televisión junto a unos 65.000 actores y actrices.
Los últimos datos disponibles (de 2022) indican que el número de paros (contando huelgas y encierros) se situó en 424, un 52% más que el año anterior, y la participación de los trabajadores aumentó un 60% (de 140.000 a 224.000). Casi un 70% de ellos se encontraban afiliados a algún sindicato. Aunque aún es pronto para contabilizar las movilizaciones de 2023, todo parece apuntar a que la energía reivindicativa de la clase trabajadora va en aumento, conforme empeora su calidad de vida y se torna más necesario alzar la voz.