Vladimir Putin anunció la invasión de Ucrania la pasada madrugada, justo cuando se discutía sobre el conflicto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Tras varias semanas de tensión diplomática, el mandatario ruso ha terminado por entrar en las regiones ucranianas de Lugansk y Donetsk, de mayoría prorrusa y cuya independencia había reconocido (y también impulsado) 48 horas antes. La reacción ucraniana no se ha hecho esperar: «Estamos en el proceso de construir una coalición anti Putin», ha asegurado el presidente Volodímir Zelenski. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció por su parte nuevas sanciones contra Rusia en «sectores estratégicos». Estas medidas han sido aprobadas «por unanimidad» por todos los estados miembros de la Unión Europea, según informó su alto representante para la Política Exterior, Josep Borrell. Eso significa que hasta el principal aliado de Putin en la Unión, el húngaro Viktor Orbán, las ha apoyado. Von der Leyen, en la misma comparecencia, tildó el ataque de «bárbaro».
Lo cierto es que no hay una sola razón para explicar la agresión. O hay muchas. La primera, la más discutida en las últimas semanas, era la pretensión de Ucrania de sumarse a la OTAN, algo que por el momento no ha ocurrido. Luego, desde Moscú se habló de ataques xenófobos violentos contra la población prorrusa del Donbás. El propio Putin señaló en su mensaje televisado su objetivo de «desnazificar» Ucrania. También hay quien explica este ataque por motivos culturales: hay muchos ucranianos que tienen el ruso como lengua materna y los ultranacionalistas rusos siempre han considerado que esa región les pertenece. Hasta hay quien opina que la invasión de Ucrania ordenada por Putin forma parte de un antiguo plan de largo recorrido: desestabilizar a la Unión Europea. A estas horas las fuerzas rusas avanzan por todos los territorios ucranianos anexionados en el conflicto bélico precedente, en 2014.
Cuando el mandatario ruso anunció su medida, en el Consejo de Seguridad de la ONU cundió la perplejidad: mientras allí se hablaba de desescalada y de encontrar una solución diplomática al conflicto, los tanques rusos cruzaban la frontera ucraniana. El secretario general de la ONU, António Guterres, confesó que era el día más triste desde que accedió al cargo y pidió a Putin que cesara el ataque. «Desde el fondo de mi corazón», añadió de forma dramática.
La reacción en la sede de la ONU ha sido sintomática del momento que se está viviendo. El mandatario ruso ha pillado con el pie cambiado a todo el concierto internacional. A principios de semana se daba por hecho que Putin y su homólogo estadounidense, Joe Biden, mantendrían una reunión inminente para rebajar la tensión. Así lo confirmó incluso la Casa Blanca. Esa cumbre, obviamente, ya no tendrá lugar.
La reacción en las bolsas ha sido inmediata. La bajada general contrasta con la subida fulgurante del precio del petróleo y del gas. Este último es el principal recurso natural de Rusia.
Todos los países de la Unión Europea han condenado el ataque desencadenado por Putin. Entre ellos, tiene singular importancia la reprobación de los países nórdicos, históricamente vigilados de cerca por el Kremlin. Finlandia, que hace frontera con Rusia, ha vivido episodios similares de tensión provocados también por la aspiración de la OTAN de colocar allí sus bases militares. El miedo a una respuesta, primero soviética y luego rusa, siempre lo impidió. El presidente finlandés, Sauli Niinistö, expresó hoy su «conmoción» ante el ataque lanzado por Putin y su «respaldo sólido a Ucrania y los ucranianos». Suecia, por su parte, habló de «un ataque al orden de seguridad europeo». Italia, otra área geográfica clave durante la guerra fría, también criticó el movimiento de Putin. Mario Draghi, su primer ministro, lo calificó de «injustificado e injustificable».
Los apoyos de Putin
Sin embargo, la condena internacional no es unánime. Al menos por el momento. China apoya a Rusia, algo que colocaba las negociaciones del Consejo de Seguridad de la ONU en un punto muerto, ya que ambas tienen derecho de veto. Putin también ha encontrado la solidaridad de personalidades tan dispares como el presidente venezolano, Nicolás Maduro, y el expresidente de EE.UU. Donald Trump. Este último llegó a decir en las horas previas a la invasión que el movimiento de Putin era algo «genial». En declaraciones a un programa de radio conservador, Trump sugirió que su país debería hacer lo mismo con México: «Putin declara una gran porción de Ucrania como independiente. Es maravilloso. ¡Y muy inteligente! Ahora va a entrar para mantener la paz. La fuerza de paz más grande. Podríamos usar eso en nuestra frontera sur».