Contaminar significa tocar (tangere) algo de modo que quede en él la marca, la mancha, que ensucia o altera su estado anterior. Significa de hecho, aunque hablemos de humo, emisiones o smog, normalmente asociadas al aire, pasar aquello que se contamina por el lodo: polución no es otra cosa que manchar de lodo (lutum) lo que estaba libre de él y, por tanto, previamente impoluto. Frente a la polución (pollutio) aparecen propuestas de solución (solutio) no porque se quite la mancha (lutum) sino que se trata de buscar la manera de disminuir o diluir sus efectos (solutus del verbo solvere que significa soltar o liberar) separando la mancha del resto. La polución es pues la mancha y la solución la acción de poder por fin separar la mancha de lo manchado. Y mientras que la contaminación es mancha en el todo (prefijo con-) que aparece cuando este es tocado, la solución separa la mancha (a través del prefijo separativo se-) incluso de sí misma al diluirla. Hace de la mancha nada. Frente a esta solución cuya etimología relacionada con solvere que nada tiene que ver con la de pollutio, me gustaría pensar en otra distinta, directamente falsa, pero que me permite presentar una idea. Síganme el juego.
Pensemos en una solución que relacione la segunda parte de la palabra con pollutio: que solución sea separar (se-) la mancha (lutum), ¿dónde la colocaríamos? ¿a dónde llevaríamos los restos tóxicos? Lejos por supuesto de donde vivimos: vertederos, basureros, centros de residuos, al fondo del mar dentro de receptáculos de hormigón, en fosas atlánticas olvidadas dentro de bidones, lanzadas al espacio exterior… Esa ha sido nuestra solución: llevar la mancha a otro sitio y no disolverla porque hemos olvidado algo importante: que lo manchado forma parte del todo y del conjunto de la naturaleza y del medio, y que por mucho que quiera apartarse o maquillarse sigue extendiéndose. Parece que no soy yo la única que ha pensado en entender “solución” de un modo que no le corresponde. La polución puede disolverse, pero la contaminación, que es la del todo del planeta, requiere de algo más que lanzar lo que contamina a un afuera que, desengañémonos, no existió nunca.