“Yo termino con el corazón en la garganta. Entiendo a la gente que deja la profesión. Yo, si económicamente pudiera, lo dejaría también«, dice la médica de atención primaria Remedios Noche. Lo dice tras un discurso apasionado sobre su trabajo en una conversación telefónica de una hora. Lo dice después de insistir en la responsabilidad que –afirma– siente al tratar con cada una de las personas que llega a la consulta. Lo dice de una manera que resulta casi imposible creer que alguien con ese compromiso y con esa vocación pueda estar pensando en abandonar.
«Y lo haría por mi salud. En la carrera no nos han enseñado a cómo hacer una buena práctica en esta situación. Nosotros estamos en contacto con personas, no con pepinillos que tienes que clasificar en una cinta; intentamos empatizar con personas que están enfermas, que vienen frágiles, que tienen problemas, en muchos casos con problemática social, psicológica. Además del fonendo, nuestro principal instrumento es tener tiempo para verlos, escucharlos y proponerles por dónde podemos ir, no hacer una receta sin más porque no somos administrativos. Es posible que a esa persona le tengas que indicar que tiene que hacer técnicas de relajación, que a ver si va mejor con la mitad de la pastilla que con la pastilla entera… Y piensas, mientras le dices eso, que tú también tienes que aplicarte el cuento, que tú también tienes que relajarte”, cuenta esta médica, que trabaja en un centro de salud en Almería.
Un estudio elaborado por CCOO-A concluye que el personal del Sistema Sanitario Público de Salud de Andalucía (SSPA) trabaja con unos niveles “intolerables” de cansancio, ansiedad, frustración o tristeza. La encuesta, realizada a 865 profesionales del sector, de forma anónima, entre el 31 de enero y el 13 de febrero de este año, indica que el 98% presenta uno o más síntomas relacionados con la ansiedad y el estrés laboral y que el 54% toma algún tipo de medicación de forma habitual para aliviar estos síntomas, con tratamiento ansiolítico y/o antidepresivo. Un 9% está en tratamiento con antidepresivos, un porcentaje casi tres veces mayor que el de la población general de Andalucía.
Remedios Noche reflexiona sobre cómo la pandemia ha ido debilitando un sistema ya debilitado previamente y cómo las consecutivas olas de la COVID-19 han terminado de «quemarlo». “La primera parte de la pandemia recayó sobre el sistema hospitalario, se vivió una situación más que dura, murió mucha gente y en situación de soledad. Pero luego fueron viniendo las otras olas, que si los tests, que si una PCR, que si un nuevo protocolo… Le decías a un paciente que le hacías el test a todos sus contactos estrechos y luego no había tests… Todo esto fue muy largo, diferentes etapas en las que hemos intentado fluir como un barco en una tormenta para llegar a buen puerto. Y no podías trabajar en equipo, vivíamos aislados, no teníamos contacto ni médicos, ni enfermeras, ni limpiadoras, ni guardas de seguridad… Nada”.
Además, añade, entre los profesionales médicos había un gran porcentaje en todas las categorías muy cerca de la jubilación, que eran personas vulnerables por la edad pero también con infartos, con enfermedades reumáticas importantes, etc.
Multiplicación del trabajo en primaria con la sexta ola
“Esto nos agotó como personas, con nuestras familias, nuestros problemas y en un trabajo que tienes que ir a trompicones. Con la sexta ola ya sabíamos mucho de la enfermedad, había muchas personas vacunadas, los casos fueron más leves, y en atención primaria el trabajo se nos multiplicó por 10.000. Porque teníamos más pacientes a nuestro cargo y porque teníamos mucho más trabajo burocrático; el tema de las bajas era inconcebible, había un equipo solo haciendo bajas. Ha sido como hacer medicina de guerra”, cuenta Noche.
No deja de insistir en ningún momento de la conversación en una imperiosa necesidad para poder hacer bien su trabajo: el tiempo. “Porque no solo es el cansancio físico, es el cansancio de saber que lo que me hubiera gustado hacer no lo he hecho porque no he podido, porque he estado dando bajas, pidiendo analíticas… y no he visto a los pacientes. Lo que necesita la atención primaria es tiempo para entrevistar, tiempo para explorar y tiempo para actualizarnos, con una mayor comunicación con la atención hospitalaria”, dice. “Los médicos de atención primaria –prosigue– debemos orientar distintos tipos de problemas de salud, y han variado tanto los tratamientos que a veces tengo que buscarlo en Internet”.
Aunque considera que las citas telefónicas han ayudado mucho para determinadas circunstancias, el poder ver a la cara a los pacientes es otra constante en su discurso. Y pone muchos ejemplos: de personas mayores que necesitan atención y a lo mejor ya no requieren la medicación que piden renovar por teléfono, de mujeres que a lo mejor son víctimas de violencia machista y terminan con pastillas para dormir porque dicen que tienen insomnio. “Si esas mujeres fueran más veces, si las escucháramos, si las viéramos, si les dedicáramos tiempo, terminarías sabiendo que no duermen, no comen o les duele lo que sea por lo que están viviendo realmente”, afirma.
Las bajas que no se pidieron por no sobrecargar a quien se quedaba
Una cuarta parte de las personas encuestadas para el estudio de CCOO asegura que no pudo disfrutar de días de permiso durante las Navidades de 2021-22. Un tercio de ellas, sostiene que les denegaron parcial o totalmente los días de permiso solicitados. Más de un cuarto de estas personas dobló turnos durante la Navidad y, de estas, casi el 40% lo hizo de forma involuntaria. El 86% de las personas encuestadas consideran, por otra parte, que no hay personal suficiente en su servicio para atender a los pacientes. «Nos dan diez minutos para cada uno y siete si la consulta es telefónica», explica Noche.
Un 11% afirma haber estado de baja por ansiedad o depresión desde que comenzó la pandemia. De las personas que no han estado de baja, un 66% ha pensado en algún momento que debería haberlo estado; la mayoría de ellas, un 55%, aseguran que, al ser conscientes de que no se iba a contratar personal sustituto, no la han solicitado porque no querían sobrecargar más a sus compañeras y compañeros.
“La pésima gestión de la Junta de Andalucía en contratación de personal, que despidió a 8.000 trabajadores a las puertas de la sexta ola, desoyendo el clamor sindical, ha puesto la puntilla a un colectivo que sufre en silencio porque antepone su vocación de servicio a todo lo demás y lo ha sumido en un estado de abatimiento emocional”, denuncia Angelina Olea, una de las autoras del estudio.
“Los profesionales refieren sentirse abandonados por la Administración y por la propia sociedad, que no ha demostrado empatía cuando el sistema sanitario ha colapsado. La frustración de la ciudadanía se ha canalizado a través del maltrato al personal sanitario, lo que se ha hecho evidente con el aumento de las agresiones a profesionales”, añade Olea. Esto se agrava, indica el estudio, por el desgaste psicológico del personal, que tiene mermada su capacidad de resiliencia y, por tanto, es más vulnerable ante el maltrato.
Según Noche, a la gente no se le ha explicado bien qué ocurre dentro de los centros de salud: “Los pacientes están indignados y tienen todas las razones del mundo para estarlo. Pero es que nosotros estamos haciendo tareas, a veces burocráticas, que no se ven”. Y repite: “No tenemos tiempo de pensar. Otro ejemplo: muchas veces, cuando me llega algún caso para continuar con la baja laboral no la valoro porque considero que esa persona está madura. Y, por tanto, yo la voy a creer. Porque es que no tengo tiempo real para revisar la situación. Para saber si la ha visto un fisio, si el tratamiento es correcto, si le está funcionando…».
Según el estudio, la afectación del personal se da en todos los niveles asistenciales y, en mayor o menor medida, en todas las categorías, pero un dato que destaca el informe es que en atención primaria y urgencias y emergencias extrahospitalarias todas las categorías profesionales están afectadas en mayor medida en prácticamente todos los apartados. Sin embargo, en los centros hospitalarios, en términos generales, es el personal facultativo y de enfermería el más afectado, además del personal administrativo. “Nos encontramos ante una paradoja social donde quien nos tiene que cuidar como sociedad en los momentos en que somos más vulnerables, se encuentran extenuados”, concluye el estudio, que califica esta situación como «epidemia silenciosa» y considera erróneo atribuirla únicamente a la pandemia.
Aumentar la financiación
Para solucionar este panorama, CCOO apuesta por medidas contundentes como: aumentar la financiación de la sanidad pública, sobre todo de la atención primaria; acabar con el desvío de dinero público a la sanidad privada a través de conciertos y subcontratas, «que están demostrando que no mejoran la eficiencia del sistema público y a la vez lo descapitalizan»; garantizar el buen gobierno del Sistema Sanitario Público de Salud, acabando con las situaciones de desorganización e improvisación denunciadas por los y las profesionales y tener en cuenta el criterio de los mismos en la toma de decisiones; aumentar las plantillas en todos los servicios y niveles asistenciales; revisar las funciones en aquellas categorías que lo necesiten; velar por una formación continuada más acorde con las necesidades de los y las trabajadoras; y hacer cumplir la legislación en materia de seguridad en el trabajo e implementar mejoras en los servicios de prevención de los centros de trabajo.
«Te da pena, mucha pena ver cómo está todo. Yo estudié para tratar al paciente, aprender con él, para hacer las cosas mejor. Esto es un aprendizaje continuo», termina Noche. En el fondo, asegura, no pierde la esperanza.