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Homenaje a mi mejor amigo, David Beriain

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Opinión

Homenaje a mi mejor amigo, David Beriain

El reportero esloveno Boštjan Videmšek escribe un sentido homenaje a su amigo David Beriain, asesinado junto a otras tres personas en Burkina Faso.

Boštjan Videmšek
01 mayo 2021 Una lectura de 3 minutos
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“Acabo de cruzar las malditas montañas, puta madre. Sí, estoy en Irak. Estoy esperándote. ¡No seas cobarde, ven!”

David estaba vibrante por haber conseguido entrar en Irak. A pie. Las fronteras estaban cerradas. La invasión de los americanos, con la Coalición de las Azores, estaba en su momento álgido.  Mientras, yo seguía buscando una forma de colarme por la cordillera kurda. Un par de días después me reunía con él, siguiendo sus pasos por las montañas nevadas. Nos sentamos en un viejo jeep y fuimos al frente: Mosul, Kirkuk, Tikrit, Bagdad… Todo era tan sencillamente sangriento…. y normal. Para nosotros. 

Nosotros. Inmediatamente supimos que nunca encontraríamos un camarada más adecuado, más perfecto, para recorrer el abiso. Pero también, un mejor amigo, también fuera del ámbito de la tragedia humana: dentro de la zona de confort, la que nunca supimos apreciar lo suficiente.  

No solo fue Irak: Afganistán, Libia, Darfur, las rutas de las personas refugiadas, la caza furtiva, las milicias… 

Fue una botella de chianti, vaciada en un lapso imprudente de tiempo en Aqaba, celebrando seguir un día más vivos tras trabajar en el frente en Irak. Fueron los Sanfermines en su amada Navarra, donde sus mejores amigos, la cuadrilla, me acogieron como un miembro más bajo el nombre de Josepo -el resto podría formar parte de una novela de Hemingway-.  Fue aquel partido con mi equipo local de fútbol, donde él desplegaba esa apariencia de estrella a lo Thierry Henry.

Fue una cena con mis padres en la que él lo engulló todo como si acabara de dar por terminada una huelga de hambre. Fue esa conversación permanente sobre nuestras vidas amorosas. Todos esos detalles. Fue la locura, provocada por unas pastillas genéricas contra la malaria que tomamos en Sudán. Fue el Rock&Roll. Fue nuestro amor desmedido por los libros, por escribir, por viajar, por las experiencias, por todo tipo de aventuras.

Todo era por la pasión. Una pasión desmedida, omnipresente, profunda. Y un respeto mutuo. Y el estar permanentemente haciendo planes. Los ideas para proyectos surgiendo como borbotones. El debate incansable. Los descarnados y divertidos insultos. Las visitas. Recorrer en coche toda España, el trekking por las montañas de Eslovenia. Nos convertimos en familia. Y seguimos siéndolo. Para siempre. Era amor. Y lo seguirá siendo. Para siempre.  

Y ese amor de David por el periodismo, como una profesión, sino como una misión vital, sin límites. Una dedicación absoluta. Más grande que la vida. Literalmente.

Ay, mi mejor amigo, cómo te echo ya de menos.

En el otro nos reconocíamos. Tras diez minutos en un oscuro centro de prensa turco, nos convertimos en amigos de por vida. Y sí, más. Mucho más. Éramos hermanos separados al nacer, unidos por un sentido de la vida compartido. Nos teníamos que encontrar. Y cómo nos encontramos: sin desperdiciar un solo día, ni un solo minuto. Nuestra amistad nos hizo más fuertes. En el otro veíamos una versión mejorada y más idiota de nosotros. La hermandad.

David era el mejor periodista que he conocido jamás. Mi amigo era la persona más valiente que he conocido. Estaba lleno de pasión, de vitalidad, de humanismo, de lealtad, energía, sueños, alma, sensibilidad, ética, amor. Y de experiencia. David tenía al menos cuatro vidas intensas.

Y al mismo tiempo, era el más joven. Permanecía siendo el más joven. Y siempre estuvo a mi lado. Como un maestro, como una inspiración, como un motor. Era mi voz interna, una voz interna mucho más valiente que yo.

¿Qué es la amistad si no eternidad?

Descansa, mi mejor amigo, descansa.

*Boštjan Videmšek es periodista y escritor esloveno.

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Comentarios
  1. Chorche dice:
    01/05/2021 a las 19:14

    Seguro que David te estará inspirando y acompañándote en los proyectos e ideales que compartíais, Boštjan. Yo así lo creo.
    No estés triste, a él no le gustará verte triste.
    Qué suerte conocer y gozar de una persona que tanto os aportastéis.
    Las vivencias más hermosas suelen ser breves.
    Salud.

    Responder

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