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Un informe sobre extremismo global identifica los nuevos actores del odio en España y alerta de una ultraderecha cada vez más “sofisticada”
Un informe de Global Project Against Hate and Extremism (GPAHE) alerta a varios países del auge de estos grupos, cada vez más coordinados y legitimados por la normalización de los partidos de extrema derecha
“El ecosistema de la extrema derecha en España está cada vez más integrado en un movimiento transnacional que promueve el odio y el autoritarismo”. Es una de las advertencias que se lanzan en un informe publicado recientemente desde Estados Unidos, que ha puesto el foco en España tras los sucesos de Torre Pacheco.
El auge de los grupos de extrema derecha es una realidad en todo el mundo, y supone un grave riesgo para los derechos, las libertades y la propia democracia. Y en España están ganando peso. Es lo que trata de explicar en su último informe el Global Project Against Hate and Extremism (GPAHE), una organización estadounidense que lleva tiempo monitorizando los grupos de odio en varios países, y que realiza labores de asesoramiento e interconexión entre grupos e instituciones que combaten a los principales actores antidemocráticos de extrema derecha.
GPAHE publicó esta semana un informe en el que se identifican las principales organizaciones de extrema derecha en España. “Muchos de estos grupos no solo están rescatando los símbolos y el lenguaje del fascismo, sino que además están forjando alianzas internacionales que amenazan las instituciones democráticas no solo en Europa, también en el resto del mundo”, destaca Wendy Via, una de las fundadoras de esta organización.
El auge de los movimientos anti-LGBTQ+
“En España está emergiendo una escena ultraderechista sofisticada, desde neonazis y supremacistas blancos hasta movimientos anti-LGBTQ+ con poder e influencia”, explica Heidi Beirich, también cofundadora de GPAHE. Sin embargo, esta escena no es nueva. Simplemente se encuentra hoy más legitimada, mejor financiada y más empoderada gracias a la normalización y la influencia que partidos, fundaciones, personajes públicos y think tanks han conseguido a nivel internacional. Y es que el fenómeno ultraderechista hoy en cualquier país no se puede explicar si no se entiende que existe una conexión directa con toda una constelación global que rema en la misma dirección, ensayando y probando diferentes fórmulas para conquistar el sentido común y el poder político.
La radiografía que este informe realiza sobre España incluye a los grupos neofascistas más veteranos como Democracia Nacional (DN), España2000 o Falange Española de las JONS. Asimismo, incorpora a otros actores nuevos, como los neonazis de Núcleo Nacional, surgidos a raíz de las manifestaciones ante la sede del PSOE en Madrid en 2023, Frente Obrero, Aliança Catalana, Se Acabó La Fiesta o el Partido Feminista de Lidia Falcón, este último por sus declaraciones y campañas contra los derechos de las personas trans y LGTBIQ+.
El informe también lista una serie de organizaciones de alcance internacional como CitizenGo (la marca internacional de HazteOir) o la Political Network for Values (PNfV), todos ellos think tanks ultraconservadores que realizan potentes y millonarias campañas contra las leyes y las reivindicaciones progresistas y, especialmente, contra los derechos de las mujeres, de las personas LGTBIQ+ y los derechos sexuales y reproductivos.
Estas dos entidades, que realizan numerosos encuentros internacionales en los que participan políticos de partidos conservadores y activistas antiderechos de varios países, tienen su origen y su base principal en España. Algunos miembros de HazteOir forman hoy parte de Vox, mientras que el ex ministro popular Jaime Mayor Oreja es uno de los impulsores de la PNfV.
El informe muestra algunos de los grupos más activos en la ofensiva ultraderechista en nuestro país, y sirve para entender la diversidad y las conexiones de muchos de estos. Sin embargo, la constelación de las extremas derechas es mucho más extensa, tiene múltiples ramificaciones en todo el territorio, y va mucho más allá de estructuras orgánicas.
Hay, además, un potente ecosistema digital que se compone de toda una red de influencers, pseudomedios y canales de redes sociales que alimentan estos relatos y promueven el activismo ultra. Estos representan otra dimensión del fenómeno en auge, con actores mucho más volátiles, pero no por ello menos influyentes.
El trabajo de GPAHE trata de explicar la singularidad española, ofreciendo un breve análisis histórico para explicar el racismo, el antisemitismo, la islamofobia y el antigitanismo que han formado parte de los mitos nacionales e identitarios españoles hasta hoy. Los acontecimientos que tuvieron lugar en Torre Pacheco semanas atrás dieron la vuelta al mundo, y en este informe también se menciona el papel que jugó Vox con sus insistentes discursos de odio, así como la aparición del grupo Deport Them Now, cuyo líder fue encarcelado por llamar a las “cacerías” de personas de origen magrebí.
Pero los incidentes de Torre Pacheco no fueron excepcionales. El incendio de una mezquita en la localidad catalana de Piera el pasado julio pasó relativamente desapercibido en los medios, pero los canales de extrema derecha se vanagloriaron de esta acción, incluyéndola entre sus recientes éxitos, fruto de sus campañas islamófobas.
Casos similares se habían producido ya en Reino Unido y otros países estos últimos años, evidenciando que responden a una estrategia global de las extremas derechas para radicalizar la posición antiinmigración y la islamofobia y fomentar la conflictividad en comunidades donde convive la diversidad.
Otra investigación reciente de Eurovision News Spotlight y la televisión pública catalana ha tratado de explicar las conexiones entre sucesos similares en diferentes países, en los que el modus operandi, los discursos y algunos actores se repiten. Y la desinformación y las redes sociales son herramientas indispensables para que el fuego prenda sin control.
Por qué España llama ahora la atención
España había sido durante muchos años una excepción en Europa. La extrema derecha no había sabido articular una alternativa de éxito a la derecha del Partido Popular, que desde sus inicios se erigió como la casa común de todo el espectro derechista. La irrupción de Vox en las instituciones en 2018, en un contexto de auge global de las extremas derechas, terminó con esa singularidad.
Desde entonces, el partido liderado por Santiago Abascal ha ido afianzando su posición y abanderando la batalla cultural contra los consensos en materia de derechos, que hasta el PP asumía, al menos retóricamente, arrastrado por un sentido común progresista. La derechita cobarde que señala Vox es aquella que hasta ahora, cuando gobernaba, no se atrevía a derogar las leyes o los marcos que se iban conquistando, como el matrimonio igualitario y los derechos LGTBI, el aborto o ciertas líneas rojas en el discurso sobre migración.
La necesidad del PP de apoyarse en la formación ultraderechista para gobernar ha cambiado el escenario. Vox ha arrastrado al que se reivindicaba como partido de centro liberal hacia posiciones cada vez más ultras, asumiendo que, para recuperar el electorado fugado a Vox, debe competir en el mismo terreno, con el mismo estilo y las mismas propuestas.
La consecuencia de ello es estar normalizando cada vez más a Vox y legitimar sus propuestas, que ya han pasado a formar parte también del menú de las derechas tradicionales. Un fenómeno que no solo ocurre en España, sino que es una tendencia global de las derechas, cada vez más indistinguibles de sus competidores de extrema derecha. Hoy, Vox no solo es un actor principal en la política española, sino que tiene también un papel importante dentro de la internacional reaccionaria, ejerciendo de puente entre Europa y América Latina.
El asesinato de Javier Verdejo en Almería, la madrugada del 13 al 14 de agosto de 1976, sigue impune casi cincuenta años después.
En Andalucía al menos 18 personas fueron asesinadas durante la Transición.
Javier Verdejo andaba con unos amigos por la playa del Zapillo la madrugada que lo asesinaron. Todos eran camaradas de la Joven Guardia Roja, donde llevaba un tiempo militando tanto en su ciudad, Almería, como en la que estudiaba biología, Granada. Era 1976, hacía un año que Franco había muerto; el aire nuevo en la política hacía que el contexto fuera de efervescencia de nuevos grupos políticos, que aunque aún ilegales, comenzaban a movilizar a la sociedad.
Verdejo, soñaba como tantos jóvenes de esa época con la democracia, con el socialismo y con la victoria obrera; movido por ese impulso, durante la madrugada del 13 al 14 de agosto se disponía a pintar el lema: Pan, trabajo y libertad en una pared de la Calle de San Miguel. Sólo llegó hasta la t que iniciaba la palabra trabajo, cuando un disparo de la Guardia Civil acabó con su vida, volviendo eternos sus 19 años.
“Al mes de que muriera Javier, me uní a la Joven Guardia Roja. A toda Almería le impactó su muerte, incluso a gente de derechas; era una persona joven que no había hecho nada, tenías que ser muy fascista o muy insensible para que no te afectara. Yo tenía dieciséis años y empecé a militar porque pensé que si lo han asesinado es porque estaba luchando por algo justo y teníamos que recoger ese guante”, recuerda sobre esa época 49 años después, Mariano Junco, miembro de Nación andaluza, agrupación que desde hace quince años realiza un homenaje anual a Verdejo donde fue asesinado. “Queremos que su muerte no caiga en el olvido, y que sea semilla de libertad”, expone Junco.
“Estamos hartos de que nos digan que la Transición fue modélica”, se queja Olga Gutiérrez, parte del colectivo por los Olvidados de la Transición, durante el homenaje al joven almeriense. Gutiérrez es cuñada de Arturo Ruíz Garcia, un joven granadino también miembro de la Joven Guardia Roja que fue asesinado en Madrid por un miembro del grupo ultraderechista Guerrilleros de Cristo Rey durante una manifestación pro-amnistía el 23 de enero de 1977. “La policía utilizaba a estos grupos para actuar en las manifestaciones”, explica Gutiérrez. El asesinato de Ruiz García también quedó sin que se señalara a ningún responsable. El periodista Mariano Sánchez Soler expone en su obra La Transición sangrienta (Península) que durante este período se produjeron en el Estado español 591 muertes por violencia política, de las cuales al menos 188 fueron asesinados por violencia institucional. En Andalucía se produjeron en la Transición al menos 17 asesinatos, que van desde la muerte de García Caparros en Málaga el 4 de diciembre de 1977 durante una manifestación por la autonomía andaluza, a María Asensio, fallecida tras un impacto de un bote de gas lacrimógeno lanzado por agentes policiales para dispersar una manifestación vecinal para conseguir agua en la localidad almeriense de Huércal-Overa.
“Hay un pasado que es importantísimo unirlo al presente”, expone Mariano Junco. “Fueron cientos las personas asesinadas, heridas y torturadas durante aquellos años; sus nombres no pueden quedar en vano, fueron gente que perdió la vida porque creían en una sociedad distinta”. Cientos de personas acompañan al homenaje a Verdejo en Almería, donde murió; en la plaza suena La Internacional y el Himno de Andalucía y, una vez se recogen las banderas, el silencio vuelve a reinar en un lugar donde una vez un joven soñó y su sangre se volvió símbolo.
https://www.elsaltodiario.com/almeria/asesinato-javier-verdejo-almeria-sigue-impune-casi-cincuenta-anos-despues.
50 años sin Reboiras, militante gallego delatado por ‘El Lobo’, asesinado el 12 agosto 1975
La infiltración de ‘El Lobo’ desencadenó en 1975 una oleada represiva que segó la vida de Josu Mujika, Andoni Campillo y Montxo Martínez. Pero un cuarto nombre resuena con fuerza desde Galiza: Xosé Ramón Reboiras Noia, «Moncho», joven militante de la UPG. ¿Quién fue aquel revolucionario gallego?
La madrugada del 12 de agosto de 1975, más de 200 agentes de la policía franquista, la Guardia Civil y la policía local rodearon un edificio en Ferrol. En su interior, acorralado, se encontraba Xosé Ramón Reboiras Noia, conocido como «Moncho», uno de los cuadros más prometedores de la Unión do Pobo Galego (UPG). Fue abatido con disparos por la espalda. Tenía solo 25 años, pero su ejecución truncó un liderazgo político clave para el nacionalismo gallego. Hoy, su historia vuelve a resonar también desde Euskal Herria: todo apunta a que su muerte estuvo marcada por las filtraciones de Mikel Lejarza, alias «El Lobo», que habría permitido a la Brigada Político-Social cerrar el cerco sobre él…
https://loquesomos.org/50-anos-sin-reboiras-militante-gallego-delatado-por-el-lobo/
FEDERICO GARCÍA LORCA: EL POETA QUE EL FASCISMO QUISO CALLAR Y LA HISTORIA CONVIRTIÓ EN UN SÍMBOLO (VÍDEO)
Lorca no necesitó escribir panfletos para expresar su pensamiento político. Su obra está atravesada por una profunda crítica al sistema capitalista, a la represión de clase, al racismo y a la violencia estatal.
Su compromiso no era partidista, pero sí profundamente ideológico. Comprendía que su arte tenía una misión social. Sabía que, en medio de la tormenta, la neutralidad era complicidad. Apoyó a la República, no porque fuera perfecta, sino porque representaba una posibilidad de avance frente a la barbarie reaccionaria que se avecinaba. Su claridad lo convirtió en un objetivo.
El cuerpo de Lorca nunca fue encontrado. Se encuentra aún en una fosa común de Granada, junto a otros asesinados por el franquismo. Pero su ausencia física es también una presencia viva. Su poesía, su teatro, sus palabras, siguen ahí, incandescentes, denunciando el crimen y exigiendo justicia.
Hoy, Lorca no solo pertenece a la literatura. Pertenece a la historia de las luchas populares, a los movimientos por la memoria, a quienes creen que la cultura es un campo de batalla. Su vida fue ejemplo de compromiso y su muerte, testimonio del precio que puede pagarse por desafiar al poder.
Recordarlo el 18 de agosto, como el resto del año, no es solo un acto de memoria. Es un acto político. Porque las fuerzas e ideas que lo mataron aún no han desaparecido y todavía deben ser combatidas. Y porque la libertad por la que luchó Lorca —la del conocimiento, la del amor, la del arte— sigue siendo una conquista pendiente para millones de personas.
La voz de Lorca fue silenciada con balas. Pero su eco se multiplicó.
El asesinato de Lorca forma parte del terror contrarrevolucionario. Fue una advertencia, una purga, una táctica. Al eliminar a los intelectuales comprometidos, al sembrar el miedo, el fascismo buscaba restaurar el orden social de los terratenientes, los obispos y los militares. Quería borrar la memoria de que otro país era posible…
https://canarias-semanal.org/art/38321/federico-garcia-lorca-el-poeta-que-el-fascismo-quiso-callar-y-la-historia-convirtio-en-un-simbolo-video
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Canto por la memoria en fosas y cunetas
Lucia Sócam es la cantautora que ha puesto voz a la España de las víctimas olvidadas de la Guerra Civil y el franquismo que siguen esperando verdad, justicia y reparación.
…Hasta que conocí a mis compañeros de la Asociación para la Recuperacion de la Memoria Histórica 19 Mujeres de Guillena no tenía ni idea de qué era eso del franquismo y la Guerra Civil, ni mucho menos que había miles de muertos sin nombre en las cunetas de nuestro país. Fue entonces cuando tomé conciencia de todo eso que ha me hecho crecer como persona y como cantautora. No solo descubrí la historia de mi país, sino que me encontré con un historia familiar que no conocía. Descubrí que mi abuelo fue condenado a 30 años de prisión por haber luchado en el ejército republicano defendiendo a su país; que su hermano lo acompañaba pero no volvió, lo mataron, y que mi tia-abuela era una de las 17 Rosas de Guillena asesinada en Gerena. Descubrí que vivía en un país muy agradecido con Europa y muy descortés con sus propios muertos. Que haya más de cien mil españoles enterrados en cunetas y fosas comunes y que el Estado se tape los ojos es imperdonable….
https://www.lamarea.com/2013/10/14/canto-por-la-memoria-en-fosas-y-cunetas/
Todos los nombres – Lucía Socam (Youtube)
https://www.google.com/search?q=lucia+socam+youtube&oq=lucia+socam+youtube&aqs=chrome..69i57j0i512i546j0i751j0i512i546j0i546i649j0i751j69i60l2.9141j0j7&sourceid=chrome&ie=UTF-8#fpstate=ive&vld
LIDIA FALCÓN: EL PODER DE LA CALUMNIA
«He luchado contra el fascismo con la pluma y con los puños»
He sido muchas cosas en esta larga vida. He sido presa política, he sido abogada de obreras despedidas, he sido acusada de propaganda ilegal, he sido vigilada, detenida, silenciada, insultada y empujada por matones del franquismo en las escaleras de los tribunales. He fundado partidos, sindicatos, publicaciones. He defendido a mujeres violadas cuando ni siquiera se reconocía el término. He escrito libros, he dado mítines, he enfrentado dictaduras, he sobrevivido a la censura y a las bombas de humo en mis actos.
Y ahora, cuando me acerco a los noventa años con la frente muy alta, descubro que he sido, declarada «fascista» por un par de señoras –supongo- norteamericanas que no me conocen, no sé si han pisado alguna vez España, y probablemente no sabrían distinguir a Largo Caballero de Mussolini aunque los tuvieran sentados a su lado en una cena benéfica.
… hay que tener mucho atrevimiento —ese tipo de atrevimiento que solo otorgan la ignorancia y la financiación generosa— para poner el nombre del Partido Feminista de España en una lista de grupos de “extrema derecha” en el mismo lote que falangistas, católicos integristas y asociaciones racistas.
Me refiero al reciente informe del Global Project Against Hate and Extremism (GPAHE), publicado el 1 de agosto bajo el título “Far-Right Hate and Extremist – Spain”. Una joya del despropósito ideológico que pretende dictaminar desde Washington quién es extremista y quién merece su aprobación. Y yo, que he combatido al fascismo en carne y hueso, con sentencia judicial, con prisión y con amenazas de muerte, resulta que ahora me encuentro del lado de los «fascistas» porque me opongo a que mutilen a menores con bloqueadores hormonales.
A las señoras Beirich y Via —probables autoras del informe y fundadoras del GPAHE— quisiera, desde este artículo, darles una cordial bienvenida al mundo real, donde las palabras tienen historia y las luchas tienen sangre. Les invito a leer mi biografía. Y la de mis padres. Y la de mis abuelos. Todos ellos republicanos, perseguidos, algunos encarcelados y otros fusilados. Tal vez así comprendan lo que significa fascismo y lo que implica combatirlo. Tal vez descubran que no es lo mismo llevar una camiseta del Che en una universidad de California que enfrentarse a la Brigada Político-Social en la Puerta del Sol de Madrid.
También me gustaría explicarles, con la serenidad que me otorgan los años, que el feminismo materialista no es odio. Que decir que las mujeres existen como clase oprimida no es violencia, sino ciencia política. Que defender el derecho de las niñas a crecer sin bisturí no es transfobia, sino dignidad. Que nuestra oposición a las teorías neoliberales de la identidad no es un capricho reaccionario, sino una defensa consciente del cuerpo y del sentido común.
Me entristece —y me alarma— que este nuevo progresismo colonialista haya sustituido el análisis por la consigna, y el pensamiento por la etiqueta. Que en lugar de debatir ideas, repartan listas negras. Que pretendan decidir desde una oficina alfombrada de Nueva York quién es feminista, quién es demócrata, quién merece voz. Y que para ello cuenten con el aplauso mecánico de tantos medios, partidos y plataformas que hace tiempo renunciaron a pensar por sí mismos.
Esa desconocida organización GPAHE, alimentada y financiada por la CIA y los Soros que dedican su dinero y su tiempo a apoyar los gobiernos, las organizaciones, institutos, y medios de comunicación que mantienen este criminal sistema capitalista, utiliza, como se ha hecho desde tiempos inmemoriales, la mentira y la calumnia para desprestigiar a quienes no se convierten en siervos de sus intereses, que en este caso son los grandes consorcios farmacéuticos internacionales, las clínicas y los médicos que están convirtiéndose en imperios sanitarios a base de transformar a niños y niñas sanos en enfermos crónicos, en cuerpos mutilados irreversiblemente y en voceros del delirio queer que consiste en abolir la realidad….
https://canarias-semanal.org/art/38397/lidia-falcon-el-poder-de-la-calumnia
Es más, mientras a no pocas feministas sólo les preocupa «su» causa, he comprobado que Lidia está implicada en cualquier causa justa.
Yo casi que me fío más de Lidia que de esa organización norteamericana.
Hay tanta locura y manipulación en ese país…
CUANDO LA RESISTENCIA SE HACE COTIDIANA: EL SILENCIOSO CRECIMIENTO DEL KKE
En un escenario donde la extrema derecha avanza con discursos simplistas y violentos, el KKE representa una de las pocas fuerzas que ofrece una alternativa estructural al sistema sin caer en populismos. Frente al cinismo institucional y la apatía generalizada, el partido propone una práctica política arraigada, transformadora y profundamente comprometida.
Hoy, frente al avance de la extrema derecha en Europa, la experiencia del KKE cobra aún más valor. Mientras muchos sectores progresistas se ven atrapados entre la resignación y el centrismo, el partido griego demuestra que es posible enfrentar el fascismo no solo en el discurso, sino en el terreno concreto de las luchas sociales. No con declaraciones, sino con organización. No con pactos, sino con poder popular.
Porque el fascismo no se combate solo con buenos modales. Se combate con organización obrera, con sindicatos combativos, con jóvenes formados, con barrios que se defienden, con una militancia que no se rinde. Y eso es lo que el KKE viene construyendo.
Su militancia disciplinada y su claridad estratégica han demostrado que es posible resistir sin rendirse, construir sin renunciar a los principios, y avanzar incluso en medio de condiciones adversas. Esa constancia es, hoy, su principal fortaleza.
Se trata de un horizonte socialista, sí, pero no como consigna vacía, sino como necesidad histórica, como solución práctica ante un sistema que hace aguas por todos lados.
Esta propuesta, que articula la crítica radical con la acción concreta, es lo que ha permitido al KKE ganar la confianza de miles de personas. No porque prometa milagros, sino porque no promete lo imposible. Porque habla claro. Porque no esconde que el camino es difícil, pero muestra que hay camino. En un mundo donde casi nadie sabe hacia dónde va, eso ya es mucho.
Mientras la mayoría de los partidos tradicionales en Europa giran hacia el centro, o terminan diluyéndose en la retórica reformista, en Grecia ha emergido con fuerza una experiencia distinta, radical y coherente.
Se trata del Partido Comunista de Grecia (KKE), una fuerza política que, sin ceder a las modas ni a las presiones institucionales, ha venido ganando presencia real y sostenida entre los sindicatos y el movimiento estudiantil.
Su crecimiento, lejos de ser electoral o mediático, se expresa en organización de base, presencia cotidiana y construcción paciente de una alternativa.
ENTRE FÁBRICAS Y AULAS: UNA MILITANCIA CONCRETADA
El corazón del ascenso del KKE late en dos frentes fundamentales: el mundo del trabajo y la juventud estudiantil. A través de su frente sindical, el PAME (Frente Militante de Todos los Trabajadores), el Partido ha conseguido construir una presencia sólida en los sectores más golpeados por la crisis económica. No se trata solo de manifestaciones o comunicados: el PAME organiza huelgas, coordina acciones en los lugares de trabajo y articula redes de solidaridad.
Lo mismo ocurre en el movimiento estudiantil, donde el MAS (Frente Militante de Estudiantes), ligado al KKE, ha crecido en influencia con un trabajo pedagógico, organizativo y profundamente territorial. Estas agrupaciones no solo canalizan el malestar juvenil: forman cuadros, vinculan demandas concretas a un horizonte más amplio, y conectan el aula con la lucha de clases.
El ascenso del KKE no responde a una moda ni a una coyuntura puntual. Es el resultado de una estrategia paciente y coherente, basada en la construcción de poder popular desde abajo. Mientras otros partidos buscan alianzas de corto plazo o se adaptan al sistema para sobrevivir, el KKE ha apostado por construir su base social con claridad ideológica y trabajo constante.
A diferencia de otras fuerzas de izquierda que concentran sus esfuerzos en lo electoral, el KKE ha hecho de la organización popular su prioridad. Aunque su peso parlamentario es limitado, su capacidad de movilización real, su arraigo territorial y su coherencia lo convierten en una fuerza de primera línea en la vida política del país.
En cada huelga general, en cada protesta contra despidos o privatizaciones, la presencia del partido se hace evidente. Pero no como fuerza de choque ni aparato de agitación, sino como estructura organizadora, como espacio donde el descontento se convierte en acción consciente. El KKE no improvisa: planifica, forma, organiza.
Una de las claves del crecimiento del KKE ha sido su capacidad para insertarse en la vida cotidiana de la clase trabajadora. Sus agrupaciones barriales, sindicales y juveniles no aparecen solo en momentos de crisis: están siempre. En los barrios populares promueven redes de solidaridad, en las escuelas y universidades trabajan contra la mercantilización de la educación, y en las fábricas defienden los derechos más elementales de los trabajadores frente a los atropellos del capital. Esa presencia constante ha convertido al KKE no en un partido “de protesta”, sino en una escuela política de masas. Sus militantes no solo participan: aprenden, enseñan y organizan. Y lo hacen con una ética basada en la solidaridad, la disciplina y la entrega…. (Kostas Georgiou)
https://canarias-semanal.org/art/38381/cuando-la-resistencia-se-hace-cotidiana-el-silencioso-crecimiento-del-kke
Por artículos que he leído firmados por Lidia Falcón, que me han gustado y convencido, me cuesta muchísimo creer de la veracidad de esta acusación contra ella.
Tachar a Lidia Falcón y al Partido Feminista de fascista es una infamia que resultaría risible si no fuese un símbolo de los tiempos que nos tocan. La paz es la guerra, por lo visto.
Las políticas identitarias de género socavan en todo el mundo los derechos de las mujeres y las niñas, yendo sospechosamente unidas a campañas en favor de la regularización de la prostitución y los vientres de alquiler. Cuando una voz valiente se levanta y no se achica, se la califica de fascista, se la acusa de odiante y conforme a los cambios en nuestras leyes,como consecuencia de la aprobación del pack de leyes identitarias, le toca al acusado demostrar que no odia. La inversión de la carga de la prueba debería levantar ampollas en una sociedad democrática, pero no.
¿Quién financia una investigación como esta para señalar las voces feministas que se alzan en contra de la locura de la negación del sexo y su autodeterminación? Investigar eso sería hacer periodismo, esto que nos dais a leer es pienso barato, no investigación. Respetaos un poquito a vosotros mismos y ganaos el nombre que vuestra profesión tiene.
Mira que no tienes un ecosistema fascista amplio en redes, compatible con tu ideología, para tener que recalar aquí. Y encima para insultar.
Mucho alarmismo me parece, un informe para señalar con el dedo, todo aquello indecoroso para ellos, enfin menuda tontería.