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Llevar la cooperación en el carro de la compra

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Llevar la cooperación en el carro de la compra

Los supermercados cooperativos apuestan por que los propios consumidores decidan sobre lo que compran, sin ánimo de lucro y con muchos productos locales y ecológicos.

La Ortiga es una cooperativa de consumo ecológico nacida en Sevilla que cuenta ya con dos tiendas.
Fermín Grodira
26 septiembre 2025 Una lectura de 7 minutos
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Hacer la compra es un acto político cotidiano. Bajo esta premisa nacieron hace décadas los supermercados cooperativos, tiendas formadas por las y los propios consumidores y sin ánimo de lucro. En España se agrupan 11 cooperativas de consumidores en 12 municipios en la Red de Supermercados Cooperativos, superando los seis mil consumidores, según su web. Por su parte, la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas) representa tres cuartos de la distribución alimentaria con 19.200 establecimientos minorista.

Entre los grandes del sector que conforman Asedas, también se cuelan cooperativas como la andaluza Coviran y la valenciana Consum. Se diferencia principalmente de los súpers cooperativos por su ánimo de lucro. «Pertenecer a un supermercado cooperativo es mucho más que tener el carnet de socio de una cadena de supermercados. Es convivir y crear una comunidad de personas, con vínculos y fines comunes: contar con una alimentación saludable, sostenible, de proximidad, que cuida del planeta y a unos precios adecuados», explican desde la Unión de Cooperativas de Consumidores y Usuarios de Madrid (Uncuma).

Cada supermercado cooperativo se organiza de manera distinta y con criterios propios, como permitir o no la venta a no socios, un sistema de reparto de horas de colaboración y diferentes niveles de implicación, explican desde Uncuma. Entre los socios de esta última hay dos supermercados cooperativos. «La legislación no facilita la creación de cooperativas de consumo. Es una figura desconocida, por lo que muchos grupos de consumidores, por desconocimiento, optan por crear asociaciones u otro tipo de entidad», indican desde la organización.

La primera cooperativa de consumo andaluza

En 1993 nació en Sevilla La Ortiga, una cooperativa de consumo ecológico que cuenta ya con dos tiendas. Aunque cualquiera pueda comprar en La Ortiga, las personas socias tienen un 10% de descuento tras pagar una cuota anual y una aportación inicial al capital social. También apuestan con un circuito corto, proveyéndose en lo posible de productos locales.

En 32 años en Sevilla, La Ortiga se ha encontrado con la dificultad de transmitir el proyecto tanto a la sociedad como a sus propios socios y el reto de la gestión de las tiendas. «Se requiere mucha formación y experiencia que hemos ido adquiriendo con los años», indican a La Marea. Lo han suplido gracias a ocho personas que trabajan en las dos tiendas, algunas de ellas socias. Destacan el «fuerte apoyo» en su «base social», incluyendo el de agricultores locales, y su profesionalización, «imprescindible» para mantener la fidelización de las personas que consumen en sus tiendas como elementos clave de la organización.

La venta de solo productos ecológicos, percibidos como caros por el gran público, es otro lastre para el súper cooperativo sevillano. Lo intentan suplir con ofertas como una cesta semanal de fruta y verdura fresca. Además, frente a la imposibilidad de invertir en publicidad, abogan por actividades como visitas a fincas de productores, charlas y catas de sus productos para darse a conocer.

Un caso gallego de éxito

Desde el 2001 lleva en marcha en Galicia Árbore. Desde Vigo, esta cooperativa apuesta por el «consumo consciente» de alimentos ecológicos y de comercio justo y por «promover un consumo responsable». Frente a las oscilaciones e inflación en los precios, «motivadas en muchos casos por la especulación o estrategias de control geopolíticas», Árbore optó por alejarse de los circuitos del mercado convencional, acortando al máximo los canales de distribución y optando «siempre que sea posible por el contacto directo con las productoras». Cuando no lo es, la Red de Supermercados Cooperativos les permite intercambiar productos entre sí y obtener elementos no disponibles en la zona, señalan desde la cooperativa de consumo.

Foto: Arbore

La participación, el control democrático de las personas socias en la toma de decisiones y la autonomía frente a cualquier injerencia son los valores principales de esta cooperativa, según declaran a La Marea. Además, colaboran con cooperativas de distribución energética como A nosa enerxía y entidades de finanzas éticas como Coop57 y Fiare.

Una experiencia cooperativa en el sur de Madrid

En Getafe (Madrid), junto al estadio de fútbol y lindando con el sur de la ciudad de Madrid, se encuentra Biolíbere en un local que alquilan a la empresa municipal. Nació en 2014 como asociación inspirada en las cooperativas obreras de consumo del siglo XIX. Tras mudarse en dos ocasiones por su expansión, en 2021 pasaron a ser cooperativa de consumo sin ánimo de lucro. «Levantar y sostener un proyecto así requiere mucho trabajo, organización y comunicación. Nuestro mayor error fue creer que la fuerza de la idea por sí sola bastaba«, destacan a La Marea.

Foto: Biolibere

La cooperativa de consumo madrileña explica que juegan con desventaja frente a las grandes cadenas por no tener ni el músculo económico ni la capacidad de influencia «de esos gigantes». Gracias a la «presión sobre los precios en origen, márgenes abusivos y un enorme impacto ambiental«, las grandes superficies cuentan con ventaja, señalan. Desde Uncoma añaden que apostar por la producción y consumo agroecológico «está penalizado» por «sostener costes que no se tienen en la alimentación industrial como certificados y trámites burocráticos». Pese a las trabas y al «entender que no se trata solo de vender productos, sino de construir relaciones», Biolíbere ha podido celebrar su décimo aniversario.

A través de convertir los restos orgánicos de la tienda en compostaje para sus productores, estrechan los lazos entre las granjas y el súper y reducen su impacto ambiental. Su apoyo a la proximidad se expresa también con la colaboración con otras asociaciones locales y el Ayuntamiento de Getafe en iniciativas de economía circular y sostenibilidad.

Los socios de Biolíbere no solo buscan comer mejor, más ecológico a un precio no abusivo sino «una transición hacia una sociedad sostenible, articulando la agroecología urbana y la economía rural para que más personas puedan acceder a alimentos sanos y sostenible». Además, indican que tratan que los proyectos rurales tengan un mercado estable que les permita consolidarse y fijar población.

Cooperativas en una economía de mercado

Entre las limitaciones comunes de todos estos proyectos cooperativos están el operar en una economía de mercado competitiva. Este reto les lleva a «una lógica productivista difícil de esquivar», indican desde Árbore. Con la crisis inflacionaria se vieron obligadas a ofrecer precios más competitivos y buscar una mayor productividad frente al riesgo de perder cuota de mercado y ver peligrar el futuro del proyecto. La Ortiga subraya que se traduce en una capacidad de inversión limitada a sus propios recursos y un menor acceso a recursos formativos.

Biolíbere destaca que implica ir más despacio y depender del trabajo voluntario de las socias, sin tener la gran variedad de los supermercados convencionales. Pero lo que parece una debilidad, para este súper madrileño en realidad es su «ventaja competitiva»: generar comunidad y transformar la manera de entender la alimentación.

Por su parte, Uncoma aconseja a quienes quieran lanzar su propio supermercado cooperativo tener un plan de negocio robusto, una amplia masa social que lo sustente y saber que van a tener que dedicarle muchas horas no remuneradas.

Más allá de estos tres casos, hay supermercados cooperativos en Madrid (La Osa), Barcelona (Foodccop), Valencia (Som Alimentació), Zaragoza (A Vecinal), Córdoba (Almocafre), Manresa (Super Coop Manresa), Alicante, San Vicent de Raspeig, Castalla y Yecla (bioTrèmol). Fuera de la fórmula legal de cooperativa de consumidores y usuarios, también están BioAlai en Vitoria/Gasteiz y Landare en Pamplona y Villava (Navarra) como asociaciones de consumo ecológico, y Mercatrèmol en Alicante en forma de asociación de consumidores.


Este reportaje pertenece a ‘Altacoop, el altavoz de las cooperativas’, un proyecto que cuenta con el apoyo del PERTE de la Economía Social y de los Cuidados del Gobierno de España.

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MásPúblico sociedad cooperativa. Licencia CC BY-SA 3.0.

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