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Un informe sobre extremismo global identifica los nuevos actores del odio en España y alerta de una ultraderecha cada vez más “sofisticada”
Un informe de Global Project Against Hate and Extremism (GPAHE) alerta a varios países del auge de estos grupos, cada vez más coordinados y legitimados por la normalización de los partidos de extrema derecha
“El ecosistema de la extrema derecha en España está cada vez más integrado en un movimiento transnacional que promueve el odio y el autoritarismo”. Es una de las advertencias que se lanzan en un informe publicado recientemente desde Estados Unidos, que ha puesto el foco en España tras los sucesos de Torre Pacheco.
El auge de los grupos de extrema derecha es una realidad en todo el mundo, y supone un grave riesgo para los derechos, las libertades y la propia democracia. Y en España están ganando peso. Es lo que trata de explicar en su último informe el Global Project Against Hate and Extremism (GPAHE), una organización estadounidense que lleva tiempo monitorizando los grupos de odio en varios países, y que realiza labores de asesoramiento e interconexión entre grupos e instituciones que combaten a los principales actores antidemocráticos de extrema derecha.
GPAHE publicó esta semana un informe en el que se identifican las principales organizaciones de extrema derecha en España. “Muchos de estos grupos no solo están rescatando los símbolos y el lenguaje del fascismo, sino que además están forjando alianzas internacionales que amenazan las instituciones democráticas no solo en Europa, también en el resto del mundo”, destaca Wendy Via, una de las fundadoras de esta organización.
El auge de los movimientos anti-LGBTQ+
“En España está emergiendo una escena ultraderechista sofisticada, desde neonazis y supremacistas blancos hasta movimientos anti-LGBTQ+ con poder e influencia”, explica Heidi Beirich, también cofundadora de GPAHE. Sin embargo, esta escena no es nueva. Simplemente se encuentra hoy más legitimada, mejor financiada y más empoderada gracias a la normalización y la influencia que partidos, fundaciones, personajes públicos y think tanks han conseguido a nivel internacional. Y es que el fenómeno ultraderechista hoy en cualquier país no se puede explicar si no se entiende que existe una conexión directa con toda una constelación global que rema en la misma dirección, ensayando y probando diferentes fórmulas para conquistar el sentido común y el poder político.
La radiografía que este informe realiza sobre España incluye a los grupos neofascistas más veteranos como Democracia Nacional (DN), España2000 o Falange Española de las JONS. Asimismo, incorpora a otros actores nuevos, como los neonazis de Núcleo Nacional, surgidos a raíz de las manifestaciones ante la sede del PSOE en Madrid en 2023, Frente Obrero, Aliança Catalana, Se Acabó La Fiesta o el Partido Feminista de Lidia Falcón, este último por sus declaraciones y campañas contra los derechos de las personas trans y LGTBIQ+.
El informe también lista una serie de organizaciones de alcance internacional como CitizenGo (la marca internacional de HazteOir) o la Political Network for Values (PNfV), todos ellos think tanks ultraconservadores que realizan potentes y millonarias campañas contra las leyes y las reivindicaciones progresistas y, especialmente, contra los derechos de las mujeres, de las personas LGTBIQ+ y los derechos sexuales y reproductivos.
Estas dos entidades, que realizan numerosos encuentros internacionales en los que participan políticos de partidos conservadores y activistas antiderechos de varios países, tienen su origen y su base principal en España. Algunos miembros de HazteOir forman hoy parte de Vox, mientras que el ex ministro popular Jaime Mayor Oreja es uno de los impulsores de la PNfV.
El informe muestra algunos de los grupos más activos en la ofensiva ultraderechista en nuestro país, y sirve para entender la diversidad y las conexiones de muchos de estos. Sin embargo, la constelación de las extremas derechas es mucho más extensa, tiene múltiples ramificaciones en todo el territorio, y va mucho más allá de estructuras orgánicas.
Hay, además, un potente ecosistema digital que se compone de toda una red de influencers, pseudomedios y canales de redes sociales que alimentan estos relatos y promueven el activismo ultra. Estos representan otra dimensión del fenómeno en auge, con actores mucho más volátiles, pero no por ello menos influyentes.
El trabajo de GPAHE trata de explicar la singularidad española, ofreciendo un breve análisis histórico para explicar el racismo, el antisemitismo, la islamofobia y el antigitanismo que han formado parte de los mitos nacionales e identitarios españoles hasta hoy. Los acontecimientos que tuvieron lugar en Torre Pacheco semanas atrás dieron la vuelta al mundo, y en este informe también se menciona el papel que jugó Vox con sus insistentes discursos de odio, así como la aparición del grupo Deport Them Now, cuyo líder fue encarcelado por llamar a las “cacerías” de personas de origen magrebí.
Pero los incidentes de Torre Pacheco no fueron excepcionales. El incendio de una mezquita en la localidad catalana de Piera el pasado julio pasó relativamente desapercibido en los medios, pero los canales de extrema derecha se vanagloriaron de esta acción, incluyéndola entre sus recientes éxitos, fruto de sus campañas islamófobas.
Casos similares se habían producido ya en Reino Unido y otros países estos últimos años, evidenciando que responden a una estrategia global de las extremas derechas para radicalizar la posición antiinmigración y la islamofobia y fomentar la conflictividad en comunidades donde convive la diversidad.
Otra investigación reciente de Eurovision News Spotlight y la televisión pública catalana ha tratado de explicar las conexiones entre sucesos similares en diferentes países, en los que el modus operandi, los discursos y algunos actores se repiten. Y la desinformación y las redes sociales son herramientas indispensables para que el fuego prenda sin control.
Por qué España llama ahora la atención
España había sido durante muchos años una excepción en Europa. La extrema derecha no había sabido articular una alternativa de éxito a la derecha del Partido Popular, que desde sus inicios se erigió como la casa común de todo el espectro derechista. La irrupción de Vox en las instituciones en 2018, en un contexto de auge global de las extremas derechas, terminó con esa singularidad.
Desde entonces, el partido liderado por Santiago Abascal ha ido afianzando su posición y abanderando la batalla cultural contra los consensos en materia de derechos, que hasta el PP asumía, al menos retóricamente, arrastrado por un sentido común progresista. La derechita cobarde que señala Vox es aquella que hasta ahora, cuando gobernaba, no se atrevía a derogar las leyes o los marcos que se iban conquistando, como el matrimonio igualitario y los derechos LGTBI, el aborto o ciertas líneas rojas en el discurso sobre migración.
La necesidad del PP de apoyarse en la formación ultraderechista para gobernar ha cambiado el escenario. Vox ha arrastrado al que se reivindicaba como partido de centro liberal hacia posiciones cada vez más ultras, asumiendo que, para recuperar el electorado fugado a Vox, debe competir en el mismo terreno, con el mismo estilo y las mismas propuestas.
La consecuencia de ello es estar normalizando cada vez más a Vox y legitimar sus propuestas, que ya han pasado a formar parte también del menú de las derechas tradicionales. Un fenómeno que no solo ocurre en España, sino que es una tendencia global de las derechas, cada vez más indistinguibles de sus competidores de extrema derecha. Hoy, Vox no solo es un actor principal en la política española, sino que tiene también un papel importante dentro de la internacional reaccionaria, ejerciendo de puente entre Europa y América Latina.