lamarea.com
  • La Marea
  • Kiosco
  • Climática
DONA SUSCRÍBETE
SUSCRÍBETE
Iniciar sesión
  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Sociedad
  • Opinión
  • Medio ambiente
  • Economía
  • Revista
  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Sociedad
  • Opinión
  • Medio ambiente
  • Economía
  • Revista
ANTERIOR

El origen antirracista de lo ‘woke’

SIGUIENTE
SUSCRÍBETE DESDE 17€. Además, si verificas que eres humano con el código HUMANA, te llevas un 10% de descuento en tu suscripción a la revista

Opinión

El origen antirracista de lo ‘woke’

Antes de ser apropiada por la ultraderecha, la expresión ‘woke’ simbolizaba la igualdad y la justicia social, y fue lema del movimiento Black Lives Matter.

Cartel de una protesta contra Trump en Los Ángeles. WALTAR / FLICKR / Licencia CC BY-NC-ND 2.0
Azahara Palomeque
27 agosto 2024 Una lectura de 4 minutos
Telegram Linkedin Url

Woke se ha convertido en una de esas palabras que, a menudo, utilizan los sectores más reaccionarios para quejarse de sensibilidades a su juicio demasiado concernidas con la igualdad o la justicia; un comodín al que sus detractores suelen atribuir voluntades de “cancelación”, paradójicamente desde estrados que no sufren ninguna censura; o directamente un insulto dirigido a colectivos vulnerables o a sus defensores, bajo el argumento falaz de que “todo debe ser políticamente correcto” y, por tanto, “ahora no se puede decir nada”. Por ejemplo: no se podría, según estos vocingleros anti-woke, contar chistes machistas u homófobos. Sin embargo, lo cierto es que sí se puede, pero ha cambiado la recepción social de los mismos y, al menos a algunas, no nos hacen mucha gracia.

Tanto la cancelación como lo woke son anglicismos trasladados directamente del contexto estadounidense, frecuentemente sin un entendimiento cultural ni mucho menos una historia que los preceda. El caso de lo woke es particularmente sorprendente, pues el concepto está siendo utilizado, tanto en Estados Unidos como en España, de forma diametralmente opuesta a como se usaba en su origen. Tergiversado, vapuleado, robado semánticamente de su aspecto más reivindicativo, es preciso trazar una genealogía que consiga mínimamente dignificar una palabra que ha azuzado las conciencias desde principios del siglo XX. Woke es un término del inglés afroamericano, que significa literalmente “despierto”, y se ha empleado tradicionalmente para simbolizar la necesidad de permanecer así, alerta, vigilante frente a las múltiples aberraciones a las que ha sido sometido el pueblo negro. Aunque el diccionario de Oxford asegura que el primer uso documentado data de 1891, su andadura pública ha sido posterior.

En 1938, el cantante de blues Lead Belly usó la expresión “stay woke” (mantente alerta) en la canción “Scottsboro Boys”, que cuenta el caso de nueve muchachos negros acusados injustamente de violar a dos adolescentes blancas en 1931. Grito antirracista desde el principio, esta frase siguió circulando entre las comunidades afroamericanas. En 1962, el novelista William Melvin Kelley denunciaba en una pieza para The New York Times el uso indebido de la jerga negra por parte de representantes blancos de la cultura, de manera similar a lo que más tarde se ha caracterizado como “apropiación cultural”. Entre los vocablos robados se encontraba woke, aunque sin llegar a tener la proyección actual. Protegido entre sus lindes antropológicas durante décadas, aterrizó en algunos temas musicales como el de la artista Erykah Badu “Master teacher” en 2008, pero no fue hasta el nacimiento del movimiento Black Lives Matter (BLM) que alcanzó un grado de popularidad capaz de sobrepasar barreras tanto geográficas como étnicas.

Al calor de los asesinatos de afroamericanos inocentes por parte de la policía, como Trayvon Martin (2012), o Eric Garner (2014) –a quienes vimos en vídeo agonizar mientras denunciaba que no podía respirar– se hizo evidente la obligatoriedad de despertar, de escudriñar los alrededores para evitar la próxima amenaza, así que el lema “stay woke” devino casi un distintivo identitario, y luego un hashtag en redes sociales.

Cuando en agosto de 2014 estallaron las protestas en Ferguson, Misuri, debido a la muerte de Michael Brown a manos, igualmente, de las fuerzas del orden, quedó constituido definitivamente el colectivo activista BLM, y patente ante los ojos de la ciudadanía estadounidense que la representatividad racial en la Casa Blanca –Obama era presidente– no impedía la existencia de un racismo estructural que permeaba el tuétano de cada institución, incluyendo a la policía, cuya brutalidad se manifestó en los homicidios referidos, pero también en la desproporcionada represión en las calles.

El documental de Laurens Grant, Stay Woke: The Black Lives Matter movement (2016) recopila imágenes de aquellos momentos, así como la confluencia de estrategias organizativas y demandas legítimas en torno a la expresión que nos ocupa. Woke se tornó moda y grito, trasunto de los Derechos Humanos, bandera de una dignidad merecida.

Han pasado exactamente diez años desde aquellas manifestaciones y lo woke arrasa en boca de políticos y otras celebrities de ultraderecha. Trump ha enunciado en numerosas ocasiones el desprecio que siente por un concepto que interroga directamente el privilegio blanco, aunque probablemente sea Ron DeSantis, el gobernador de Florida, quien se lleve la palma en cuanto a reapropiación para emplearlo como arma arrojadiza. Recordemos que hasta aprobó la “Ley Stop-Woke”, diseñada para restringir la libertad de cátedra en centros escolares sobre cuestiones que tengan que ver con la raza o el género. Prohibir libros de texto que aborden la esclavitud, o los programas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) en las universidades; reducir los derechos de las mujeres (la derogación del aborto a nivel federal) o de las personas LGTBI; hasta eliminar normativas que impliquen cierta protección contra el cambio climático. Todas ellas se considerarían medidas “anti-woke” entre los ultraderechistas recalcitrantes, una tendencia discursiva, acompañada de una agenda política, que está siendo replicada en nuestro país dentro de esa llamada “batalla cultural” cada vez más global.

Es improbable que, como reclama la legendaria Asociación Nacional para el Progreso de la Personas de Color (NAACP), fundada en 1909, se pueda restituir la palabra a su cuna afroamericana. Seguirá su curso por otros derroteros, siendo manipulada y adulterada, ajustada al escarnio que sufren los sectores progresistas; pero al menos sabremos que su génesis no fue espuria y contiene la huella disidente de la poblaciones oprimidas.

Telegram Linkedin Url

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

€

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Suscríbete dona
Artículos relacionados

El momento en que tu marido feminista dijo 'lo-haría-encantado-si-me-lo-pidieras'

Olivia Carballar
26 enero 2024

Andrew Marantz: «La 'Alt-Right' es una vieja ideología disfrazada de algo nuevo»

Miquel Ramos
14 marzo 2023
Comentarios
  1. Gus dice:
    28/08/2024 a las 08:16

    Para dar la batalla cultural aquí algunas claves y sus retos multidisciplinares: https://doi.org/10.5281/zenodo.11390129

    Responder
  2. Alfonso dice:
    27/08/2024 a las 23:20

    Putos violadores.

    Responder
  3. Andrés dice:
    27/08/2024 a las 11:06

    Cuanta falta hace, estos artículos. Hay que educar de nuevo en los valores del humanismo. Que como la palabra libertad se encargan día tras día de tergiversar.

    Responder

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Lo más leído

  • Pedro Sánchez pide perdón a la ciudadanía y descarta elecciones: "Hasta esta misma mañana yo estaba convencido de la integridad de Santos Cerdán"
  • Jeff Sharlet: "Hace muchos años que en Estados Unidos la izquierda secular ocupa el margen"
  • Lo de Santos Cerdán (parece que) no es lo de Begoña Gómez
  • Ni reyes ni césares: al desplegar a las Fuerzas Armadas para sofocar la disidencia, Trump ha cruzado el Rubicón
  • Su destino está a la izquierda

Actualidad

  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Clima
  • Sociedad

Conócenos

  • La Marea
  • Cooperativistas
  • Transparencia
  • Política de cookies
  • Política de privacidad

Kiosco

  • Suscripciones
  • Revistas
  • Libros
  • Cursos
  • Descuentos
  • Contacto

Síguenos

Apúntate a nuestra newsletter

Apúntate
La Marea

La Marea es un medio editado por la cooperativa Más Público. Sin accionistas detrás. Sin publirreportajes. Colabora con una suscripción o una donación

MásPúblico sociedad cooperativa. Licencia CC BY-SA 3.0.

Compartir a través de

Este portal web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica y necesarias para el funcionamiento de la web, no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios sin su conocimiento. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas a la de LaMarea que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos. Leer más

AceptarResumen de privacidad
Política de Cookies

Resumen de privacidad

Este portal web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica y necesarias para el funcionamiento de la web, no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios sin su conocimiento. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas a la de LaMarea que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos.
Funcionales
Siempre habilitado

Las cookies funcionales son esenciales para garantizar el correcto funcionamiento de nuestro sitio web, ya que proporcionan funcionalidades necesarias. Desactivarlas podría afectar negativamente a la experiencia de navegación y a la operatividad del sitio.

Guardar y aceptar