“Me llamo Tamara y trabajo en la UCI de un hospital. Hoy he tenido guardia, he estado 20 horas despierta, 18 de ellas trabajando. Llevo todo el día agotada, con náuseas. Hace sol pero solo pienso en mi cama. Mis hijas echan de menos a su madre, dicen que siempre estoy cansada”. Así comienza la petición de Change.org iniciada por la médico intensivista Tamara Contreras del Pino el pasado 3 de febrero y que ya suma más de 80.000 firmas. En ella, la sanitaria lanza una pregunta: “Llegas a urgencias. Estás muy grave y te ingresan en la UCI. Un médico tiene que tomar YA una decisión que supondrá que vivas o mueras. ¿Prefieres un médico despejado o uno que lleva 20 horas sin dormir?”.
Las guardias del personal sanitario han acaparado la atención mediática y política tras esta recogida de firmas y, sobre todo, después de que la actual ministra de Sanidad, Mónica García, haya definido el sistema como “anacrónico” y se haya comprometido a ponerle fin antes de que termine la legislatura. “Tenemos a profesionales que están haciendo más de 50 horas a la semana. Creemos que no tiene sentido”, espetó García la pasada semana.
Juan Diego, residente de tercer año en Extremadura, recuerda el pasado 26 de diciembre como “uno de los peores días de guardia” a los que se ha enfrentado, en pleno repunte de casos de gripe, COVID-19 y otras enfermedades similares: “Solo estábamos dos médicos adjuntos y dos residentes. Cuatro personas para atender a unos 75 pacientes que vinieron a urgencias”, se queja.
Es la realidad a la que se enfrentan cada día los profesionales sanitarios de urgencias: salas de espera repletas de pacientes que aguardan ser atendidos fuera del horario de consulta, en ocasiones debido a las interminables listas de espera de la atención primaria y hospitalaria.
Para el vicesecretario general de la Confederación Española de Sindicatos Médicos (CESM), Víctor Pedrera, el problema de las guardias de 24 horas es que han dejado de ser jornadas “en expectativa de trabajar” para convertirse en jornadas de “atención continuada”: “Antes, un médico de guardia podía dormir durante gran parte de la noche y se despertaba para atender a los pocos pacientes que acudían a urgencias, pero ahora es un trabajo continuo”, explica Pedrera, quien ejerce como médico de atención primaria en Alicante.
Así lo corrobora Juan Diego, que asegura haber vivido jornadas de trabajo extenuantes: “Ha habido guardias en las que no me ha dado tiempo ni de cenar, o que directamente no he comido nada desde el desayuno, o que no he podido ir al baño hasta la madrugada. Eso no tiene sentido”, denuncia. A ello, le añade un componente de cansancio psicológico y físico: “Imagina que has entrado a las 8 de la mañana. Cuando llegan las 9 de la noche y vas a cenar ya estás cansado, pero te das cuenta de que todavía te queda la mitad de la jornada. A las tres de la mañana ya no sabes ni lo que haces”.
Una situación que provoca un desgaste en los profesionales pero también en la atención que reciben los pacientes, los cuales, a determinadas horas, pueden encontrarse con un sanitario con más de 20 horas de trabajo a las espaldas. Un riesgo real para su salud.
“A mí me generaba mucha ansiedad el día previo a las guardia, al pensar que al día siguiente iba a tener que trabajar 24 horas ininterrumpidas. Y al día siguiente tenía como una especie de resaca”, explica Cristina F.. Ella acaba de terminar la residencia en la especialidad de Ginecología hace algunos meses y asegura que “lo excepcional” era poder dormir dos o tres horas durante la guardia: “Lo normal era media hora o una hora a lo sumo, y eso me provocó unos problemas de insomnio que en cuanto he dejado de hacer guardias no he vuelto a tenerlos”, explica. Cristina F. describe también un compendio de ilegalidades como trabajar 31 horas seguidas que le han llevado a abandonar su carrera profesional en la sanidad pública y trabajar en una clínica privada de fertilidad: “Por principios, yo preferiría trabajar en la pública, pero con el sistema actual de guardias, no. Yo no quiero estar en un paritorio a las cinco de la mañana después de llevar 20 horas trabajando, porque no es sano ni para mí ni para las pacientes”, lamenta.
La propuesta de García para eliminar estas jornadas inacabables, si bien todavía no ha sido concretada, parece convencer a profesionales y a pacientes, aunque desde los sindicatos médicos defienden la necesidad de establecer condiciones. Así, desde la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (AMYTS) recuerdan que las guardias “suponen un complemento salarial muy importante para los médicos que las realizan”, por lo que la reducción del número de horas debe ir acompañada de un aumento en el sueldo base y en la retribución de las horas de urgencia: “Ahora mismo, las horas extra se pagan por debajo de la hora ordinaria y, además, no computan para la jubilación”, explica Ángela Hernández Puente, secretaria general de AMYTS y cirujana general y de aparato digestivo.
En redes sociales, el médico de familia Raúl Calvo ha reconocido esta perversión: “A mí me matan [las guardias]. Y las mías son duras (área rural, un único equipo, etc) pero suponen una parte TAN importante de mi sueldo que NO puedo prescindir de ellas”, ha expresado en Twitter. El perfil STOP Guardias 24 horas ha respondido a su mensaje: “Porque hemos asumido que nuestro sueldo, por una jornada completa (completa amigos, como cualquier otro trabajador), tiene que ser bajo y las guardias son nuestro salvavidas para cobrar lo justo. No, es al revés: tu sueldo es bajo en gran medida por culpa de las guardias”.
Juan Diego asegura estar cobrando en la actualidad 15 euros cada hora de guardia gracias a una subida reciente, y la de los adjuntos puede llegar a los 22-23 euros: “Pero yo empecé como residente cobrándolas a menos de 11 euros. Cobraba más de albañil”, ironiza. Por ello, desde el CESM consideran imprescindible un aumento en la retribución de los médicos si se pretende fijar en 12 horas la jornada máxima a realizar por un sanitario: “En la mayoría de los países de la Unión Europea se hacen turnos de 12 horas, pero bien pagadas, con pluses por nocturnidad y festivos”, añade el vicesecretario general de la organización.
Una medida que, explica Pedrera, debe ir acompañada de un aumento importante del número de profesionales que componen actualmente las plantillas de los centros de salud y hospitales para así repartir la carga de trabajo actual. Desde AMYTS, por su parte, sostienen que el crecimiento debería comenzar entre aquellas especialidades conocidas como “de primera llamada”, las que más lo necesitan actualmente debido a la sobrecarga asistencial.
Una reforma tan profunda en el actual sistema sanitario que provoca cautela entre las asociaciones de médicos y entre los propios profesionales. “Se lo compro pero no me lo creo”, explica Víctor Pedrera en referencia a las palabras de la ministra Mónica García. Para Ángela Hernández, la propuesta debería ir acompañada de “un debate reflexivo” con toda la comunidad sanitaria que permita implementar las medidas de forma escalonada: “No queremos políticas partidistas ni palabras al viento. Es el momento de ejemplificar la posibilidad de lograr un pacto de Estado por la Sanidad”.