Cultura Las series sobre ultras que debes ver El auge de la extrema derecha se plasma cada vez más en las series. A continuación, algunas recomendaciones de ficciones y documentales aún disponibles en plataformas. Stephen Graham en una escena de la serie 'The Walk-In'. FILMIN La Marea 21 enero 2024 Una lectura de 4 minutos En el dossier de la revista bimestral de La Marea de enero-febrero de 2024 (#LaMarea98), incluimos una lista con algunas recomendaciones de series europeas que hablan del auge de la extrema derecha. The Walk-In FILMIN La figura del nazi que abandona su ideología empieza a ser cada vez más frecuente en la ficción, pero en el caso de The Walk-In es real. Matthew Collins militó en varias organizaciones de ultraderecha e incluso estuvo contratado en una de ellas. Hasta que un día tuvo una «epifanía» y decidió salir de ahí cuanto antes. Pronto dio un paso más y comenzó a pasar información sobre las actividades de estos grupos a una revista antifascista. Sin embargo, en la mayoría de casos la transformación es gradual, se trata de ser cada día «algo menos racista». Eso le explica Stephen Graham (The Virtues), el actor que da vida a Collins en esta serie de cinco capítulos, a un hombre blanco enfadado que milita en Acción Nacional, pero que decide convertirse en fuente de los antifascistas en 2016, cuando la diputada laborista Jo Cox fue asesinada por un extremista que le disparó y apuñaló en la calle. Aquel día, Robbie Mullen no cambió de ideas, pero sí tuvo claro que nadie debía merecía morir «así» por ellas. La serie muestra las dificultades a las que se enfrentan los antifascistas para proteger a sus fuentes ante las presiones policiales y las amenazas de la extrema derecha. También destaca por el excelente retrato psicológico de sus personajes. No es fácil traicionar a tus amigos, aunque sean unos nazis dispuestos a descuartizarte si descubren que tú eres el topo. Dogs of Berlin NETFLIX Alemania, que cuenta con una gran tradición de series policíacas, es la gran protagonista de esta historia en la que dos agentes deben superar sus diferencias y prejuicios para investigar el asesinato de un famoso futbolista de origen turco. Uno de ellos, Kurt Grimmer, ha logrado dejar atrás su pasado nazi, al menos todo lo que le permiten su madre y su hermano, que veían en él al líder de su grupo. El otro, Erol Birkan, es homosexual y de origen turco. E, inicialmente, menos cínico que Grimmer. Aunque le sobra violencia, la serie contiene buena dosis de crítica social y, en este caso, muestra una realidad poco conocida por estos lares, la de la población de origen turco en Berlín, también llamada la pequeña Estambul. Furia FILMIN «Vamos a compartir nuestras ideas y crear un sentido de identidad seguro y fuerte del que nuestro pueblo y nuestro país puedan sentirse orgullosos». Quien pronuncia estas palabras no es el líder de un partido político, sino un hombre querido por la comunidad de su aldea noruega. Su historia no tiene nada de local, sino que forma parte de un movimiento internacional que difunde odio por Internet hasta el punto de alentar atentados terroristas. Este trepidante thriller político, ambientado en Noruega y Alemania, profundiza de manera indirecta en las causas y consecuencias de los atentados de 2011 en la isla de Utoya y Oslo, en los que fueron asesinadas 77 personas, en su mayoría jóvenes del Partido Laborista. Todo lo que amas FILMIN ¿Podrías amar a un nazi? Es la pregunta sobre la que se articula Todo lo que amas. La respuesta es incómoda: quizá ya lo estás haciendo pero no lo sabes, los nazis suelen evitar expresar sus ideas en público. Como Jonas, que oculta su odio ante Sara, la chica con la que vive una historia de amor. Esa trama es la fuerza de esta serie, que huye del maniqueísmo y funciona con públicos de distintas edades. De hecho, arranca con una frase de Jonas que tal vez les suene: «Si hay algo que nos ha caracterizado en los últimos 100 años es que cada generación ha superado a la anterior. Salud, poder adquisitivo, poder de vida… Hasta ahora. Pero a nadie de la generación anterior le importa que eso pase». Continuará… Gracias a la colaboración de miles de personas como tú, publicamos lamarea.com. Ayúdanos a seguir haciéndolo 5€ 20€ 50€ Otra cantidad € COLABORA #extrema derecha #series #ultraderecha COMPARTIR ¿Sabes lo que cuesta este artículo? Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora. Artículos relacionados Miedo y asco en Europa Matthew Collins: «A veces la lucha consiste en encontrar respuestas progresistas a las cosas horribles» Comentarios El obispo de la diócesis de Córdoba, Demetrio Fernández, ha comenzado hace unos días a realizar una ruta de “visitas pastorales” a centros educativos públicos de la provincia. La justificación es que existe la “asignatura” de religión, cuyo profesorado programa con la diócesis esta actividad. El prelado no se limita a entrar en la clase de religión, en el horario de religión y con el alumnado de religión, sin alterar el normal funcionamiento del centro, como demandan las instrucciones emitidas al respecto hace años por la Delegación de Educación. En la mayoría de los casos se interrumpen las clases, la dirección recibe al prelado como si se tratara de una “autoridad pública”, se reúne a todo el alumnado de religión (y en algunos casos a todo el del centro) en un salón para recibir la “evangelización” del pastor, en lugar del aprendizaje de matemáticas, lengua, idiomas, conocimiento del medio, o las materias que corresponderían en ese horario. Esto sucede con la colaboración, consentimiento o conocimiento de las direcciones de los propios centros, de una parte de las familias y del profesorado y de la administración educativa. El incumplimiento de las instrucciones de la propia Delegación no ha tenido, que sepamos, hasta ahora ninguna exigencia de responsabilidades por parte de la Inspección Educativa. Todo esto sucede en un centro educativo público de un Estado aconfesional, en una Comunidad Andaluza, cuya ley de Educación dice que “la escuela será laica”. Y en una sociedad del siglo XXI, donde el 40% de las personas se declaran no creyentes y sólo el 18% católicos practicantes. Los centros educativos deberían estar protegidos de particularismos ideológicos. Es cuanto menos curioso que la Consejería de Educación haya dictado recientemente instrucciones que restringen y controlan las actividades complementarias propuestas por las centros, con una especie de censura, para velar por la neutralidad ideológica y permita y facilite el adoctrinamiento de una persona como el obispo Demetrio, que felicitó en una pastoral el éxito electoral de Vox, que es conocido por sus declaraciones públicas ultraconservadoras y aberrantes como que “en los centros de enseñanza públicos se enseña al alumnado a fornicar”, que define la inseminación in vitro como “un aquelarre infernal” o que afirma que “la ONU tiene un plan para hacer que la mitad de la población sea homosexual”. Cuesta trabajo entender que haya direcciones de centros y Consejos Escolares que no tengan en cuenta esto a la hora de permitir semejantes actividades. Es muy preocupante que las familias del alumnado de religión expongan a sus criaturas a este tipo de mensajes y que la comunidad educativa de estos centros no reaccione en contra. Lo más grave, desde mi punto de vista, es la colaboración por parte de personas responsables de la formación de los menores, en actuaciones que suponen un ataque a la libertad de conciencia de estos, exponiéndolos, por irreflexión, dejadez o por sectarismo propio, al adoctrinamiento de personas con marcadísimo perfil ideológico y sectario, como el caso del obispo. Estos hechos no se pueden “normalizar”. Son comportamientos propios de una época de nacionalcatolicismo, impropios de un Estado democrático y Aconfesional. Es responsabilidad y obligación de las propias familias, de las comunidades educativas, de las direcciones de los centros, de la inspección y la administración educativa, y de la sociedad en general velar por que la escuela pública, que debería ser única y universal, cumpla su función de formar ciudadanía preparada en conocimientos científicos, libre, crítica y con valores humanos universales. («Adoctrinar en Colegios Públicos», José A. Naz Valverde) Responder En este país lo que buena falta nos hace para salir de la desinformación es ver documentales que nos muestren nuestra historia reciente: II República, golpe de estado, guerra incivil, dictadura, transición, imposición del modelo de estado, manipulación de la historia, ect; pero en estos tiempos de francofascismo, censura, tan bien lo ataron todo que incluso se ha aprietado el nudo, han retirado de internet documentales impactantes y reveladores como «la masacre de Badajoz» y todo lo que no beneficie al francofascismo y contradiga su mendaz guión. Enrique Díez Gutiérrez, profesor titular de la Facultad de Educación en la Universidad de León, asegura que se quedó atónito cuando llevó a sus alumnos de primero de carrera a ver el documental El silencio de otros. Y no tanto por lo que en él se cuenta, una pieza que navega por las historias de represaliados y represaliadas del franquismo y la lucha de las familias en la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación, sino por los comentarios tras el visionado. “Nadie nos había explicado nada de esto” Responder Deja una respuesta Cancelar la respuestaTu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *Nombre Correo electrónico Comentario Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente. Enviar Δ Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios. Compartir a través de XEn La Marea utilizamos cookies analíticas para realizar un análisis del tráfico web que recibimos y para analizar el comportamiento de los visitantes de nuestra web así como para personalizar publicidad. 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Miedo y asco en Europa Matthew Collins: «A veces la lucha consiste en encontrar respuestas progresistas a las cosas horribles» Comentarios El obispo de la diócesis de Córdoba, Demetrio Fernández, ha comenzado hace unos días a realizar una ruta de “visitas pastorales” a centros educativos públicos de la provincia. La justificación es que existe la “asignatura” de religión, cuyo profesorado programa con la diócesis esta actividad. El prelado no se limita a entrar en la clase de religión, en el horario de religión y con el alumnado de religión, sin alterar el normal funcionamiento del centro, como demandan las instrucciones emitidas al respecto hace años por la Delegación de Educación. En la mayoría de los casos se interrumpen las clases, la dirección recibe al prelado como si se tratara de una “autoridad pública”, se reúne a todo el alumnado de religión (y en algunos casos a todo el del centro) en un salón para recibir la “evangelización” del pastor, en lugar del aprendizaje de matemáticas, lengua, idiomas, conocimiento del medio, o las materias que corresponderían en ese horario. Esto sucede con la colaboración, consentimiento o conocimiento de las direcciones de los propios centros, de una parte de las familias y del profesorado y de la administración educativa. El incumplimiento de las instrucciones de la propia Delegación no ha tenido, que sepamos, hasta ahora ninguna exigencia de responsabilidades por parte de la Inspección Educativa. Todo esto sucede en un centro educativo público de un Estado aconfesional, en una Comunidad Andaluza, cuya ley de Educación dice que “la escuela será laica”. Y en una sociedad del siglo XXI, donde el 40% de las personas se declaran no creyentes y sólo el 18% católicos practicantes. Los centros educativos deberían estar protegidos de particularismos ideológicos. Es cuanto menos curioso que la Consejería de Educación haya dictado recientemente instrucciones que restringen y controlan las actividades complementarias propuestas por las centros, con una especie de censura, para velar por la neutralidad ideológica y permita y facilite el adoctrinamiento de una persona como el obispo Demetrio, que felicitó en una pastoral el éxito electoral de Vox, que es conocido por sus declaraciones públicas ultraconservadoras y aberrantes como que “en los centros de enseñanza públicos se enseña al alumnado a fornicar”, que define la inseminación in vitro como “un aquelarre infernal” o que afirma que “la ONU tiene un plan para hacer que la mitad de la población sea homosexual”. Cuesta trabajo entender que haya direcciones de centros y Consejos Escolares que no tengan en cuenta esto a la hora de permitir semejantes actividades. Es muy preocupante que las familias del alumnado de religión expongan a sus criaturas a este tipo de mensajes y que la comunidad educativa de estos centros no reaccione en contra. Lo más grave, desde mi punto de vista, es la colaboración por parte de personas responsables de la formación de los menores, en actuaciones que suponen un ataque a la libertad de conciencia de estos, exponiéndolos, por irreflexión, dejadez o por sectarismo propio, al adoctrinamiento de personas con marcadísimo perfil ideológico y sectario, como el caso del obispo. Estos hechos no se pueden “normalizar”. Son comportamientos propios de una época de nacionalcatolicismo, impropios de un Estado democrático y Aconfesional. Es responsabilidad y obligación de las propias familias, de las comunidades educativas, de las direcciones de los centros, de la inspección y la administración educativa, y de la sociedad en general velar por que la escuela pública, que debería ser única y universal, cumpla su función de formar ciudadanía preparada en conocimientos científicos, libre, crítica y con valores humanos universales. («Adoctrinar en Colegios Públicos», José A. Naz Valverde) Responder En este país lo que buena falta nos hace para salir de la desinformación es ver documentales que nos muestren nuestra historia reciente: II República, golpe de estado, guerra incivil, dictadura, transición, imposición del modelo de estado, manipulación de la historia, ect; pero en estos tiempos de francofascismo, censura, tan bien lo ataron todo que incluso se ha aprietado el nudo, han retirado de internet documentales impactantes y reveladores como «la masacre de Badajoz» y todo lo que no beneficie al francofascismo y contradiga su mendaz guión. Enrique Díez Gutiérrez, profesor titular de la Facultad de Educación en la Universidad de León, asegura que se quedó atónito cuando llevó a sus alumnos de primero de carrera a ver el documental El silencio de otros. Y no tanto por lo que en él se cuenta, una pieza que navega por las historias de represaliados y represaliadas del franquismo y la lucha de las familias en la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación, sino por los comentarios tras el visionado. “Nadie nos había explicado nada de esto” Responder Deja una respuesta Cancelar la respuestaTu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *Nombre Correo electrónico Comentario Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente. Enviar Δ Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.
Matthew Collins: «A veces la lucha consiste en encontrar respuestas progresistas a las cosas horribles» Comentarios El obispo de la diócesis de Córdoba, Demetrio Fernández, ha comenzado hace unos días a realizar una ruta de “visitas pastorales” a centros educativos públicos de la provincia. La justificación es que existe la “asignatura” de religión, cuyo profesorado programa con la diócesis esta actividad. El prelado no se limita a entrar en la clase de religión, en el horario de religión y con el alumnado de religión, sin alterar el normal funcionamiento del centro, como demandan las instrucciones emitidas al respecto hace años por la Delegación de Educación. En la mayoría de los casos se interrumpen las clases, la dirección recibe al prelado como si se tratara de una “autoridad pública”, se reúne a todo el alumnado de religión (y en algunos casos a todo el del centro) en un salón para recibir la “evangelización” del pastor, en lugar del aprendizaje de matemáticas, lengua, idiomas, conocimiento del medio, o las materias que corresponderían en ese horario. Esto sucede con la colaboración, consentimiento o conocimiento de las direcciones de los propios centros, de una parte de las familias y del profesorado y de la administración educativa. El incumplimiento de las instrucciones de la propia Delegación no ha tenido, que sepamos, hasta ahora ninguna exigencia de responsabilidades por parte de la Inspección Educativa. Todo esto sucede en un centro educativo público de un Estado aconfesional, en una Comunidad Andaluza, cuya ley de Educación dice que “la escuela será laica”. Y en una sociedad del siglo XXI, donde el 40% de las personas se declaran no creyentes y sólo el 18% católicos practicantes. Los centros educativos deberían estar protegidos de particularismos ideológicos. Es cuanto menos curioso que la Consejería de Educación haya dictado recientemente instrucciones que restringen y controlan las actividades complementarias propuestas por las centros, con una especie de censura, para velar por la neutralidad ideológica y permita y facilite el adoctrinamiento de una persona como el obispo Demetrio, que felicitó en una pastoral el éxito electoral de Vox, que es conocido por sus declaraciones públicas ultraconservadoras y aberrantes como que “en los centros de enseñanza públicos se enseña al alumnado a fornicar”, que define la inseminación in vitro como “un aquelarre infernal” o que afirma que “la ONU tiene un plan para hacer que la mitad de la población sea homosexual”. Cuesta trabajo entender que haya direcciones de centros y Consejos Escolares que no tengan en cuenta esto a la hora de permitir semejantes actividades. Es muy preocupante que las familias del alumnado de religión expongan a sus criaturas a este tipo de mensajes y que la comunidad educativa de estos centros no reaccione en contra. Lo más grave, desde mi punto de vista, es la colaboración por parte de personas responsables de la formación de los menores, en actuaciones que suponen un ataque a la libertad de conciencia de estos, exponiéndolos, por irreflexión, dejadez o por sectarismo propio, al adoctrinamiento de personas con marcadísimo perfil ideológico y sectario, como el caso del obispo. Estos hechos no se pueden “normalizar”. Son comportamientos propios de una época de nacionalcatolicismo, impropios de un Estado democrático y Aconfesional. Es responsabilidad y obligación de las propias familias, de las comunidades educativas, de las direcciones de los centros, de la inspección y la administración educativa, y de la sociedad en general velar por que la escuela pública, que debería ser única y universal, cumpla su función de formar ciudadanía preparada en conocimientos científicos, libre, crítica y con valores humanos universales. («Adoctrinar en Colegios Públicos», José A. Naz Valverde) Responder En este país lo que buena falta nos hace para salir de la desinformación es ver documentales que nos muestren nuestra historia reciente: II República, golpe de estado, guerra incivil, dictadura, transición, imposición del modelo de estado, manipulación de la historia, ect; pero en estos tiempos de francofascismo, censura, tan bien lo ataron todo que incluso se ha aprietado el nudo, han retirado de internet documentales impactantes y reveladores como «la masacre de Badajoz» y todo lo que no beneficie al francofascismo y contradiga su mendaz guión. Enrique Díez Gutiérrez, profesor titular de la Facultad de Educación en la Universidad de León, asegura que se quedó atónito cuando llevó a sus alumnos de primero de carrera a ver el documental El silencio de otros. Y no tanto por lo que en él se cuenta, una pieza que navega por las historias de represaliados y represaliadas del franquismo y la lucha de las familias en la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación, sino por los comentarios tras el visionado. “Nadie nos había explicado nada de esto” Responder Deja una respuesta Cancelar la respuestaTu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *Nombre Correo electrónico Comentario Guarda mi nombre, correo electrónico y web en este navegador para la próxima vez que comente. Enviar Δ Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.
El obispo de la diócesis de Córdoba, Demetrio Fernández, ha comenzado hace unos días a realizar una ruta de “visitas pastorales” a centros educativos públicos de la provincia. La justificación es que existe la “asignatura” de religión, cuyo profesorado programa con la diócesis esta actividad. El prelado no se limita a entrar en la clase de religión, en el horario de religión y con el alumnado de religión, sin alterar el normal funcionamiento del centro, como demandan las instrucciones emitidas al respecto hace años por la Delegación de Educación. En la mayoría de los casos se interrumpen las clases, la dirección recibe al prelado como si se tratara de una “autoridad pública”, se reúne a todo el alumnado de religión (y en algunos casos a todo el del centro) en un salón para recibir la “evangelización” del pastor, en lugar del aprendizaje de matemáticas, lengua, idiomas, conocimiento del medio, o las materias que corresponderían en ese horario. Esto sucede con la colaboración, consentimiento o conocimiento de las direcciones de los propios centros, de una parte de las familias y del profesorado y de la administración educativa. El incumplimiento de las instrucciones de la propia Delegación no ha tenido, que sepamos, hasta ahora ninguna exigencia de responsabilidades por parte de la Inspección Educativa. Todo esto sucede en un centro educativo público de un Estado aconfesional, en una Comunidad Andaluza, cuya ley de Educación dice que “la escuela será laica”. Y en una sociedad del siglo XXI, donde el 40% de las personas se declaran no creyentes y sólo el 18% católicos practicantes. Los centros educativos deberían estar protegidos de particularismos ideológicos. Es cuanto menos curioso que la Consejería de Educación haya dictado recientemente instrucciones que restringen y controlan las actividades complementarias propuestas por las centros, con una especie de censura, para velar por la neutralidad ideológica y permita y facilite el adoctrinamiento de una persona como el obispo Demetrio, que felicitó en una pastoral el éxito electoral de Vox, que es conocido por sus declaraciones públicas ultraconservadoras y aberrantes como que “en los centros de enseñanza públicos se enseña al alumnado a fornicar”, que define la inseminación in vitro como “un aquelarre infernal” o que afirma que “la ONU tiene un plan para hacer que la mitad de la población sea homosexual”. Cuesta trabajo entender que haya direcciones de centros y Consejos Escolares que no tengan en cuenta esto a la hora de permitir semejantes actividades. Es muy preocupante que las familias del alumnado de religión expongan a sus criaturas a este tipo de mensajes y que la comunidad educativa de estos centros no reaccione en contra. Lo más grave, desde mi punto de vista, es la colaboración por parte de personas responsables de la formación de los menores, en actuaciones que suponen un ataque a la libertad de conciencia de estos, exponiéndolos, por irreflexión, dejadez o por sectarismo propio, al adoctrinamiento de personas con marcadísimo perfil ideológico y sectario, como el caso del obispo. Estos hechos no se pueden “normalizar”. Son comportamientos propios de una época de nacionalcatolicismo, impropios de un Estado democrático y Aconfesional. Es responsabilidad y obligación de las propias familias, de las comunidades educativas, de las direcciones de los centros, de la inspección y la administración educativa, y de la sociedad en general velar por que la escuela pública, que debería ser única y universal, cumpla su función de formar ciudadanía preparada en conocimientos científicos, libre, crítica y con valores humanos universales. («Adoctrinar en Colegios Públicos», José A. Naz Valverde) Responder
En este país lo que buena falta nos hace para salir de la desinformación es ver documentales que nos muestren nuestra historia reciente: II República, golpe de estado, guerra incivil, dictadura, transición, imposición del modelo de estado, manipulación de la historia, ect; pero en estos tiempos de francofascismo, censura, tan bien lo ataron todo que incluso se ha aprietado el nudo, han retirado de internet documentales impactantes y reveladores como «la masacre de Badajoz» y todo lo que no beneficie al francofascismo y contradiga su mendaz guión. Enrique Díez Gutiérrez, profesor titular de la Facultad de Educación en la Universidad de León, asegura que se quedó atónito cuando llevó a sus alumnos de primero de carrera a ver el documental El silencio de otros. Y no tanto por lo que en él se cuenta, una pieza que navega por las historias de represaliados y represaliadas del franquismo y la lucha de las familias en la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación, sino por los comentarios tras el visionado. “Nadie nos había explicado nada de esto” Responder