Internacional

William I. Robinson: “Los palestinos no son obreros para el capital transnacional, por eso les matan sin consecuencias”

El pensador norteamericano teoriza sobre cómo la guerra es necesaria para las elites capitalistas globales, sumidas en una crisis de sobreacumulación.

Comentarios
  1. Siempre han hecho las guerras las grandes empresas, Josee, el gran capital. ¿quien te crees que las hace si no?

    Las élites cuentan con el apoyo de una clase política que con su silencio o con sus obras secunda el Genocidio en Gaza. Esperan que las sociedades occidentales, ahítas de su ración de muerte televisada, acaben por no prestar atención.
    El coro de los apologistas al servicio de las grandes corporaciones entona los mismos eslóganes repetidos una y otra vez: «derecho a defenderse», “terroristas de Hamás”, “escudos humanos”, “proteger a los civiles“, “túneles del terror”. Son lemas creados en despachos de agencias de publicidad y transmitidos, machaconamente por los medios como si fueran la única realidad.
    Poco importa que se descubriera que la invasión de Irak fue fabricada bajo un enorme manto de mentiras, la reacción popular duró lo que duró y desapareció del escenario social quedando relegada a un mero pie de página. Tampoco importó que la operación en Libia fuera una matanza para apropiarse del tesoro libio (en lingotes de oro) y de sus riquezas naturales. Occidente participó en su conjunto: revistió el robo y la matanza de civiles de “intervención humanitaria”, nadie recuerda que todo fue un inmenso pozo de mentiras. ¿Alguien se acuerda del “presidente” venezolano Guaidó, recibido por presidentes, reyes y magnates y ahora relegado al olvido mediático? ¿No era el representante de la democracia en Venezuela frente al dictador Maduro?
    La ciudadanía ahora comienza a comprender que el neonazi Zelensky no es el portador de los “valores europeos” sino un auténtico criminal de guerra para su propio pueblo. Mientras se alienta su integración en la UE, se descubre la red de ventas de niños a redes pedófilas recibiendo la propia esposa del Presidente Zelensky la acusación de estar implicada en ellas.
    La sociedad occidental, previamente sedada, es incapaz de sacar conclusiones y sobre todo está predispuesta para el olvido. Se pretende que lo que ahora es horrible alcance el grado de “nueva normalidad” dentro de poco.
    «la guerra total», Eduardo Luque Guerrero. https://www.elviejotopo.com/topoexpress/la-guerra-total/

  2. Ken Loach, «The old oak» : «La esperanza es política, porque si tienes esperanza tienes confianza en que puedes cambiar las cosas, hace falta fuerza para tener esperanza, para construir algo nuevo, algo hermoso».
    Ken hace algo que es único e importante, lleva una brújula moral tan fuerte dentro de él y da voz a la gente que no tiene una.
    «El viejo roble» extiende puentes entre culturas y se esfuerza por dejar claro que hay más similitudes que diferencias entre los de aquí y los de allá.
    La comunidad, la tolerancia y la solidaridad son los temas omnipresentes.
    El viejo roble es una oda a la convivencia entre culturas y a la integración. Retrata con acierto la intolerancia y las otras barreras más comprensibles que los nativos tienen con los recién llegados.
    Contagiar al espectador del sentimiento de hermandad y de entendimiento mútuo que va creciendo en el pueblo es el mayor éxito de la cinta. Y es mayúsculo, teniendo en cuenta que la sociedad actual es cada vez más individualista. Sin ir más lejos, las luchas vecinales que eran comunes en nuestro país hace décadas suenan a ciencia ficción a oídos de los que somos más jóvenes.
    https://www.youtube.com/watch?v=0Eop25_i890

  3. Acabar con las guerras es muy fácil, sólo hay que acabar con la recaudación de los estados. Cadena perpetua para quien defienda que se paguen impuestos y solucionado.

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