Cultura

Un halo de esperanza entre ruinas

'El último artefacto socialista', una serie que te reconcilia un poco con la vida. "Te descubres volviendo a creer", analiza Ignacio Pato.

Comentarios
  1. Otra obra, más que recomendable, necesaria.
    SOBREVIVIR FUE SU VICTORIA, Ana Rioja Jiménez.
    na fecha 31 de agosto de 1937; unos nombres: don Pedro, María, Julia, Daniel, don Anselmo; unos lugares: Tudela, Pamplona, zona del Moncayo, Dantxarinea (Baztán).
    Amor, odio, arrepentimiento, maldad, solidaridad, tristeza, desesperación, son los ingredientes para un libro que habla de la tragedia que comenzó nuestro país en 1936 y de la que todavía, estamos arrastrando sus consecuencias.
    La magnitud de esta catástrofe, provocada por seres humanos no por la naturaleza, destruyó y marcó a toda una población.
    Esa población estaba compuesta de personas, con nombres y apellidos, con esperanzas, con toda la vida por delante.
    Las bombas no tienen ideología, al que le caen encima le da lo mismo si los aviones que les han tirado eran de los suyos (cierro comillas) o de los otros.
    La guerra es la constatación del fracaso más profundo entre las relaciones humanas, más si es dentro de una misma sociedad.
    El relato objetivo de las desgracias de estos personajes nos acerca mucho más a la realidad vivida por esto semejantes nuestros que cualquier libro de historia.
    Está por hacer aún la historia oficial que, desde nuestra democracia, rescate del olvido a esas personas que fueron asesinadas sólo por su ideología, sin formación de juicio o con parodias que no respetaban los más elementales principios jurídicos.
    No es lógico que un camarero de Mieres o un librero de Zaragoza, por su pertenencia a una asociación memorialista, tenga que responder a las legítimas demandas de un familiar de una víctima del franquismo. ¿Donde está el Estado? Recuperar la historia de estas personas injustamente asesinadas por militares, fuerzas de orden público y paramilitares al servicio de estas instituciones, es un deber de un Estado que verdaderamente quiera tildarse de democrático.
    No se construye bien sobre las ruinas, hay que limpiar el suelo, restañar las heridas recuperando del olvido, despejando el suelo para poner buenos cimientos que aseguren una convivencia democrática perdurable. Condenar franquismo en sede parlamentaria, crear un Libro Blanco sobre la represión, tomar medidas a partir de las conclusiones de dicho libro para normalizar la recuperación de la memoria de esos ciudadanos y ciudadanas, debería llevarlo adelante el Estado, no unas asociaciones privadas, por eso, libros como el de Ana son tan importantes, rellenan huecos de nuestra historia que conviene no olvidar pues, si no, podemos volver a cometer los mismos errores.
    Consuelo para convencidos, enseñanza para jóvenes a los que nunca se les ha instruido sobre esa parte de nuestra historia tan cercana, tan influyente todavía.
    Ana nos regala una obra coral, con la escritura segura de quién está acostumbrada a manejarla.
    Desde mi posición de lector pero también de memorialista le agradezco este regalo y le animo a seguir con esa vocación literaria que recupera, también, la memoria de esas mujeres que sufrieron tanto.
    (Enrique Gómez Arnas – ARMHA)

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