Para saber un poco más de vuestros terrores, hemos preguntado a alguna gente del mundo de la cultura qué película o libro les ha producido más miedo. No vamos a sacar conclusiones con una muestra tan pequeña, pero nuestra primera impresión es que el cine tiene más capacidad de dejar un poso tenebroso en el recuerdo que en la literatura. ¿O no? Haced memoria: ¿qué películas o libros os han producido más terror? A continuación, algunas respuestas.
Lights out (David Sandberg, 2013)
Empieza con una lluvia estrepitosa cualquiera. La cámara pincha un plano general de un edificio de departamentos y luego se va por corte a interiores. Una mujer corriente, tú o yo, se prepara para ir a dormir y apaga la luz de su estancia. Por alguna razón, algo es diferente esta vez. El perchero, en tinieblas, sufre una “desfamiliarización”, el unheimlich de Freud: en las sombras tiene brazos nervudos, greñas y, con cada golpe de interruptor, se acerca unos metros. En medio de la situación ordinaria se ha materializado una de las bestias de la oscuridad y viene por ti, a que testifiques la monstruosidad de su noche. Dura 2:41, es brevísimo y con eso le basta para convencerte de las bondades que tiene la claridad.
Solange Rodríguez Pappe, escritora
The Badabook (Jennifer Kent, 2014)
Entre mis películas de terror favoritas está The Babadook por la inquietante y renovadora forma de tratar al monstruo mediante un inteligente juego intertextual con monstruos tradicionales, como el que habita en el armario o el hombre del saco. Una historia de relaciones maternofiliales enfermizas entre Amelia, una mujer trastornada por la muerte del marido y obsesionada por cuidar de su hijo Sam, que también vive atormentado por esa muerte y por el miedo a los monstruos. De repente, en sus vidas irrumpirá un siniestro libro infantil, Mr. Babadook, cuyo protagonista saldrá de sus páginas para torturar a los protagonistas. Tras el enfrentamiento con el monstruo Babadook, que posee a Amelia obligándole a maltratar a Sam, este se refugiará en el sótano (lugar simbólico: en él se guardan los objetos del marido muerto) y allí se quedará, alimentado con los gusanos que Sam recoge en el jardín, sin molestarles nunca más. Una película sobre el trauma y el duelo no resuelto, sobre las relaciones familiares, sobre el monstruo que anida en todos nosotros.
David Roas, escritor
La cosa (John Carpenter, 1982 )
Dado que me resulta muy difícil, casi imposible, elegir mi película de terror favorita (hay tantas: desde Nosferatu, de Murnau, o Vampyr, de Dreyer, pasando por muchas de las que dirigió Terence Fisher, La hora del lobo, de Bergman, o El resplandor, de Kubrick, hasta llegar a una de las películas de terror de los últimos años que más me han gustado, Déjame entrar, de Thomas Alfredson, y solo he citado unas pocas de mis favoritas), he optado por elegir la película de terror que más miedo me ha hecho pasar, puesto que esta sí que tengo muy claro cuál es; el desasosiego que sentí en la sala de cine cuando la vi todavía perdura en mi memoria como si en lugar de cuarenta años solo hubiera pasado un corto espacio de tiempo. Se trata de La cosa. Había quedado con un amigo para verla en el cine, el amigo llegó tarde, yo entré en la sala, me senté, y mi amigo, cuando llegó, como no me vio, se sentó en el otro extremo de la sala. Recuerdo también que no había muchos espectadores y que los asientos que tenía a los lados estaban vacíos (supongo que, si hubiera tenido sentado a mi lado a alguien, no hubiera sufrido tanto). Cualquiera que haya visto la película se imaginará que hasta la transformación del perro todo fue bien, pero que en ese momento el puño me agarró el corazón y ya no lo soltó en toda la película.
Alfonso Castán, editor de Contraseña
Candyman (Nia DaCosta, 2021)
Me parece que el terror no está en el monstruo o en el hecho de sangre. Uno puede insensibilizarse y poner escudos de racionalidad ante la pesadilla y decir son props, es moco de king-kong, efectos especiales, malísimos por cierto, y divertidos. Lo que aterra es el acecho, y más cuando viene de la sombra o de lo imperceptible: el gato dispuesto a atacar que se va acercando un poquito por el pasillo cada vez que dejamos de verlo, el momento en que se acerca el monstruo, la expectativa –la certeza– de que la muerte está sobre ti. El miedo está en sembrar la idea del miedo.
Ave Barrera, escritora
Una narración oral
El cuento que mayor terror me ha producido (al menos en mi recuerdo) es el que nos contaba una dulce monja en mi colegio infantil: “El niño se había tocado antes de dormirse, y, a la mañana siguiente, cuando su padre fue a despertarlo, lo encontró carbonizado: había sido condenado al infierno y sería quemado para siempre, siempre, siempre, siempre, siempre…” Ni que decir tiene que yo me tocaba.
Eusebio Lázaro, director y autor
Casa volada e Invasión
Para mí, lo inquietante y lo insólito es el vehículo perfecto para entender la realidad, una metáfora negra y hermosa muy potente. Por eso recomiendo la lectura de Casa volada, de Gemma Solsona (Huso, 2019), una autora que escribe como el que camina pisando pequeños cráneos de pájaro. Añado otro libro, Invasión, de David Roas (Páginas de Espuma, 2018), cuyos relatos te dejan el cuerpo lleno de extrañeza, como si no fuera tuyo del todo.
Ana Martínez Castillo, escritora y editora de InLimbo Ediciones
Los ojos sin rostro (Georges Franju, 1960)
Siempre que vuelvo a ver esta película me sobrecoge. Posiblemente, porque el terror no está en sus golpes de efecto sino en sentirte identificado, a pesar de su macabro planteamiento, con ese cirujano capaz de quitar la vida a quien sea, con tal de reconstruir la belleza de su hija. Hay algo enfermizo en sus imágenes, algo consustancial a la condición humana, que evoca nuestros instintos más primarios de supervivencia, de vanidad, de egocentrismo: el deseo de luchar contra el destino, contra el tiempo, y la obsesión de querer ser Dios y decidir sobre la vida de los demás, con tal de mantener junto a ti a la persona que más amas.
Montxo Armendáriz, director de cine