Eva Amaral y Juan Aguirre han viajado al campo de refugiados saharauis en Ausserd (Argelia) para ofrecer el concierto de clausura del FiSahara, el festival internacional de cine que lleva XVII ediciones proyectando películas en el desierto. Tras veinticinco años de trayectoria musical, el grupo zaragozano asegura que su objetivo no es otro que seguir en un viaje constante para encontrarse con su público. Se enorgullecen de la libertad que han conseguido con su música, que les permite no hacer aquello que no quieren. Desean que los saharauis puedan regresar a los territorios ocupados por Marruecos tras el abandono de España y ser así, por fin, libres.
¿Cómo ha surgido la oportunidad de venir a los campamentos saharauis?
Juan Aguirre: Nos lo ofreció la organización del FiSahara y lo hemos podido hacer porque estamos componiendo. Nos atraía muchísimo la idea de tocar aquí. También compartir con la gente que viene al festival esta experiencia, hemos llegado en el mismo vuelo con los periodistas y los cooperantes. Nos parecía un viaje muy interesante y muy diferente porque viajamos muchísimo en lo que se llama el primer mundo.
Eva Amaral: Sí, estábamos metidos en nuestra burbuja componiendo canciones nuevas y nos apetecía romperla. Otros años nos han invitado y no hemos podido venir, pero desde Madrid hemos estado siempre apoyando la causa saharaui. Además, Juan ya había estado en otro campo en el año 2005.
¿Has notado más desánimo en la población que en el año 2005?
J. A.: Los campamentos han mejorado a nivel de infraestructuras. Y se mantiene el pulso porque un día el pueblo saharaui vuelva a sus tierras legítimas. Pero también hemos notado que hay un punto de desánimo por el cambio de política del gobierno español. La gente que nos lea debe pensar que aquí hay dos lenguas cooficiales, el hassania (dialecto del árabe) y el castellano porque España fue una potencia colonizadora en el Sáhara. Los países occidentales y España tienen una responsabilidad con esta gente que ha tenido que salir de su tierra. Imaginemos por un momento que tú vives en Cuenca o en Toledo y tienes que dejar tu casa y fundas una ciudad a la que llamas como a tu ciudad de origen pensando que solo vas a estar unos meses. Esta gente lleva muchísimos años esperando ese momento y por cuestiones de geopolítica e intereses económicos llevan demasiado tiempo fuera de la tierra que les pertenece.
¿Cómo está siendo la experiencia de hospedaros en una jaima con una familia saharaui?
E. A.: Increíble. Desde el primer momento ha sido un recibimiento especial, son muy hospitalarios. Los niños y niñas te abrazan nada más entras por la puerta. Es un cariño enorme y expansivo al que casi no estamos acostumbrados. Aunque España tiene una responsabilidad en todos los hechos que han llevado a que estén aquí y en cómo están aquí, y aunque la comunidad internacional les ha traicionado un millón de veces, no se lo tienen en cuenta a los visitantes. Somos del país que se la ha jugado y nadie te trata con rencor. Tienen la generosidad de entender al que tienen enfrente.
¿Cómo valoráis el giro del Gobierno respecto al conflicto saharaui y la posición de Pedro Sánchez de apoyo a la propuesta de considerar el Sahara Occidental como una autonomía marroquí?
J. A.: No se entiende, es contrario a lo que se cree que debe hacer un gobierno que crea en los derechos humanos. Creo que no ayuda a que este pueblo vuelva a su legítima tierra.
E. A.: Es curioso. Cuando le he dicho en España a gente muy diferente, con pensamientos muy variados y de diferentes comunidades, que íbamos a hacer este viaje, todo el mundo coincidía en el cariño hacía el Sáhara. Y en el recuerdo en el desastre que fue y como les dejamos abandonados. Todo el mundo puede entender que se hizo mal y se sigue haciendo mal, que es lo más desastroso.
Pero hay generaciones de gente más joven que desconoce la causa saharaui porque no lo han visto tanto en los medios de comunicación. ¿Echáis en falta más visibilidad? ¿Puede penalizaros a los artistas dar este apoyo?
J.A.: Al FiSahara han venido muchos músicos y actores. No nos hemos planteado si nos puede penalizar. Tenemos una cantidad de público increíble que no deja de sorprendernos. Creo que nosotros no somos protagonistas, la música simplemente es un vehículo para la gente ponga las antenas. Nuestra vida es un viaje continuo y jamás nos hubiésemos imaginado tocar en un lugar tan atípico como este.
E.A.: Este viaje sirve no solo para ser altavoces para gente que aún no conozca el conflicto, también sirve para traerles un poco de alegría.
En algunas de vuestras canciones también hacéis hincapié en la necesidad de respetar el medio ambiente. ¿Por qué tenéis esa necesidad?
J.A.: Tiene que ver con hecho de viajar. Te encuentras un bosque ardiendo al lado de la carretera cuando vas de camino a un concierto a A Coruña o cruzando Aragón. O pasas por zonas donde se ha destrozado con la especulación urbanística una costa. Las canciones reflejan el tiempo que nos ha tocado vivir.
E.A: Yo estoy decepcionada con el ser humano porque está viviendo totalmente de espaldas a la naturaleza. Parece que nuestro entorno es simplemente un recurso a esquilmar constantemente para nuestro provecho y sino no importa nada. Ese enfado se termina filtrando en las canciones que hemos compuesto y en las que vendrán.
¿Estáis preparando un nuevo disco?
J.A.: Sí. La última gira de alargó mucho porque tuvimos que cancelar conciertos por la pandemia y retomarlos luego. Queremos agradecer a la gente que guardó las entradas y vino años más tarde. Ahora necesitábamos parar un tiempo y componer canciones. Muchas de ellas las hemos hecho en un pueblo pequeño solamente con una guitarra acústica y una libreta, como cuando no teníamos ningún medio para grabar. Está siendo bonito, cada disco es partir de cero.
¿Está siendo el Sáhara una fuente de inspiración?
E.A.: Sí. El paisaje en el que estamos, lo que estamos viendo y la cultura saharaui seguro que van a tener un impacto en nosotros que va a terminar en una canción. Ya la he empezado a escribir esta mañana cuando he visto el amanecer.