Las amenazas híbridas –la utilización de tácticas convencionales y no convencionales en escenarios de conflicto o en la confrontación geopolítica entre los grandes actores globales– son un elemento crecientemente desestabilizador en el orden internacional, según concluye un informe elaborado por el equipo investigador de CIDOB y cuatro autores invitados, y que cuenta con la colaboración del Consulado General de los Estados Unidos en Barcelona.
El estudio –Amenazas híbridas, orden vulnerable– indica que las actividades en el ciberespacio, la promoción de campañas de desinformación, la instrumentalización de las migraciones, la manipulación de los suministros de energía y la coerción económica, entre otras, se combinan y hacen más temibles los ataques militares convencionales, como se ha puesto de manifiesto durante la invasión rusa de Ucrania. «En unas relaciones internacionales dominadas por la geoestrategia y la Realpolitik, las tácticas híbridas se utilizan para explotar la vulnerabilidad de los estados, interferir en procesos e instituciones democráticas y afectar la seguridad de los ciudadanos», denuncia el informe.
Durante la presentación, en la que ha participado también el director de CIDOB, Pol Morillas, se ha insistido en que, aunque lo híbrido no es un fenómeno nuevo, es la intensificación de estas tácticas lo que ha revalorizado dicho concepto. Y hay dos factores que ayudan a entender esta intensificación: la creciente interdependencia entre Estados y la diversificación de las tácticas híbridas.
Incertidumbre, multiplicidad y confusión
Los investigadores de CIDOB Pol Bargués y Moussa Bourekba analizan en el informe las tres características de los conflictos híbridos, que determinan las relaciones internacionales actuales: la incertidumbre que envuelve a los conflictos híbridos, donde es difícil separar la guerra de la paz, así como probar quién está detrás de un ataque; segundo, las múltiples tácticas que se diversifican para explotar las vulnerabilidades de los otros Estados; y, finalmente, los objetivos de estas tácticas, que parecen buscar la erosión de los valores y la legitimidad de los sistemas políticos del adversario.
«Los ataques híbridos persiguen la desestabilización y no la victoria. Tácticas como la desinformación, la manipulación o la injerencia electoral buscan erosionar la legitimidad de las instituciones, la confianza en las administraciones o la manipulación de resultados electorales. Lo híbrido genera inestabilidad y desgaste en la democracia, crea polarización política y dinamita la coexistencia y los consensos», explican.
Loa investigadores argumentan que los conflictos híbridos han proliferado en un momento en que Occidente siente contestada su hegemonía y hay una erosión de las normas internacionales: «Las implicaciones para el orden internacional son profundas. Esta modalidad de conflicto es recurrentemente utilizada por actores estatales y no estatales con fines de desestabilización militar, política, económica y social. Las normas se incumplen, las relaciones se deterioran». Por tanto, las ventajas estratégicas de las tácticas híbridas, y el bajo coste que supone recurrir a ellas, explican la proliferación e intensificación en su uso.
Desinformación
La desinformación es un instrumento clave en el catálogo de las amenazas híbridas: genera inestabilidad y desgaste en la democracia, crea polarización política y dinamita la coexistencia y los consensos. La capacidad de alterar la información o los datos, factores decisivos para la obtención del poder, se ha convertido en una amenaza para los procesos democráticos, pero también en una herramienta al servicio de una confrontación tecnológica y digital que determina una nueva bipolaridad en la agenda internacional.
Para Carme Colomina, investigadora principal de CIDOB, la verdadera capacidad ofensiva de la palabra como arma no reside tanto en el contenido del mensaje como en el poder de viralización y penetración que le han ofrecido las redes sociales. “La vieja propaganda, amplificada exponencialmente por la tecnología y la hiperconectividad, ha multiplicado su potencia y su sofisticación”, sostiene, con el objetivo de fomentar la polarización, aumentar el escepticismo y erosionar la confianza en las instituciones.
Sin embargo, la difusión de la desinformación no ocurre en el vacío, sino que explota vulnerabilidades previas: los abusos de poder, los sistemas políticos disfuncionales, las desigualdades y la exclusión son caldos de cultivo para la desinformación. Para Occidente, Ucrania puede convertirse en el primer frente bélico donde miden sus fuerzas las dos grandes tendencias globales de digitalización y sus plataformas: el tecnoautoritarismo de Rusia y China, y el modelo estadounidense de Silicon Valley, explica CIDOB. Es decir, la geopolítica, a través de las distintas aproximaciones a la tecnología, está moldeando la sociedad de la información: «Este espacio de confrontación informativa está en conflicto no solo por una lucha de poder, sino también por el choque de modelos para determinar este nuevo orden global digital».
La instrumentalización de las migraciones
Blanca Garcés, investigadora sénior de CIDOB, analiza en el informe el uso de las migraciones como amenazas híbridas. En febrero de 2020, el Gobierno turco mandaba más de 13.000 personas a la frontera con Grecia. En mayo de 2021, Marruecos dejaba entrar irregularmente a Ceuta más de 10.000 personas en dos días. En otoño de 2021 fue el turno del régimen bielorruso, al facilitar la llegada de miles de personas a la frontera con Polonia, Letonia y Lituania. En este contexto, argumenta, Bruselas no ha dudado en calificar las llegadas de miles de personas como una grave «amenaza híbrida» a su «seguridad».
También lo ha hecho la OTAN en su nuevo Concepto Estratégico, donde la «instrumentalización de las migraciones» por parte de «actores autoritarios» es considerado como un ataque a la soberanía y la integridad territorial de los Estados. “La UE es víctima de sí misma al sobrerreaccionar» –señala Garcés– ya que lo que asegura el éxito del chantaje es el miedo (o casi obsesión) a otra «crisis migratoria». Según Garcés, la alternativa pasa por revertir el proceso de externalización del control migratorio, de manera que las migraciones dejen de ser moneda de cambio en las relaciones internacionales.
Ataques híbridos a infraestructuras críticas
El ciberespacio es el último campo de batalla para explotar las vulnerabilidades conocidas y, sobre todo, desconocidas de un supuesto enemigo o rival, indica CIDOB. Las ciberarmas son programas informáticos diseñados para atacar a un sistema ciberfísico esencial, con el objetivo de alterar su funcionamiento normal o destruirlo. Estos tipos de ataques contra una infraestructura crítica no requieren inversiones multimillonarias como la fabricación de armas de guerra convencionales, y su capacidad de réplica es muy efectiva. Manel Medina Llinàs (UPC) alerta en su artículo sobre el peligro de la proliferación de ciberarmas por la dificultad para detectarlas (pueden cruzar una frontera a través de las redes de datos) e identificar al equipo desarrollador (ataques de falsa bandera).
Pero, ¿cómo se producen los ciberataques? ¿Quién los genera y cómo se distribuyen? ¿A quién sirven? Y, ¿cómo podemos defendernos? Las ciberarmas pueden ser producidas por cibermafias, por unidades cibernéticas de ejércitos convencionales o por empresas al servicio de gobiernos. Medina distingue dos tipos de ataques híbridos: los que afectan a la (des)información, con el objetivo de provocar decisiones incorrectas; los que afectan directamente a sistemas físicos. También apunta a que los gobiernos están tomando medidas administrativas y legales para incentivar la ciberprotección de sus infraestructuras esenciales y críticas.
Espacios geográficos de confrontación
La segunda parte del informe se centra en espacios geográficos de confrontación. Así, el artículo de Andrey Makarychev (Universidad de Tartu) y Yulia Kurnyshova (Austrian Institute for International Affairs) examina el concepto de resiliencia, y pone el foco en un conflicto caracterizado por aunar tácticas híbridas y de guerra convencional: la actual invasión rusa de Ucrania. Al respecto, sostienen que la reacción de la sociedad ucraniana a este conflicto es también híbrida, una historia de resiliencia, ya que no responde al esquema tradicional de gestión vertical y estado céntrica de la respuesta, sino que la sociedad civil ucraniana ha mostrado un alto grado de autonomía y autoorganización.
Ante un escenario global cada vez más marcado por la proliferación de conflictos híbridos, Guillem Colom Piella (Universidad de Pablo Olavide) examina la evolución de los marcos estratégicos de la OTAN para detectar, contrarrestar y responder a dichas amenazas.
Por su parte, Inés Arco Escriche, investigadora de CIDOB, ahonda en esta misma dirección en su análisis de la estrategia de expansión emprendida por China, si bien lo híbrido no es ninguna novedad en la política exterior de este país. La milenaria estrategia híbrida china recurre a una genuina mezcla de medidas diplomáticas, económicas y militares para promover y defender sus intereses fundamentales de soberanía e integridad territorial, incluso en tiempos de paz, dice el informe.
Por último, el noveno capítulo se detiene en otra región del mundo en la que se (des)dibuja un enfrentamiento combinando de métodos convencionales y no convencionales: el Magreb. En su contribución, Eduard Soler i Lecha, investigador sénior de CIDOB, analiza la creciente tensión entre Marruecos y Argelia, y subraya que, en vez de sustituir las amenazas convencionales, las tácticas híbridas podrían preceder o incluso favorecer un enfrentamiento armado.