Opinión

El fin de la globalización

"En la actualidad, China acoge cinco veces más estaciones base de 5G que Estados Unidos y produce cuatro veces más vehículos eléctricos, además de liderar la producción de energía renovable", recuerda Jorge Dioni

Comentarios
  1. Yo bendigo el fín de la globalización si es de la dictadura del capital.
    Ayudémonos entre los de abajo y consumamos local. De esta manera ayudamos a la economía local, además de ser probablemente alimentos más saludables y con seguridad contribuimos a un consumo más sostenible.
    Consumamos productos autóctonos. (Ecologistas en Acción – La Ribera)
    Nuestra agricultura se hunde y los campos se abandonan por todas partes, en Alzira por ejemplo suponen ya un 25%, porque los precios que reciben los campesinos generalmente son de miseria, algunos céntimos de los euros que cobran en los supermercados… Europa importa cada vez más alimentos de otros países y continentes donde pagan jornales de hambre, haciendo un dúmping social y ecológico contra el que no podemos competir, aunque nuestros productos sean de mayor calidad.
    Hace muchos años que lo sufrimos y cada año estamos peor porque no se aplican soluciones. Hemos llegado al punto de que algunos agricultores prácticamente regalan la cosecha para que no se quede colgada en el árbol, de hecho conozco a un productor que vende a 20 céntimos sus naranjas, cosechándolas y llevándolas al almacén él… Yo mismo tengo un campito de navelinas ecológicas y este año a mediados de febrero todavía no las han cosechado, están como la miel y aguantan bien porque los árboles son fuertes y la tierra está equilibrada; un gozo el campo, pero una m…. la economía, y no la abandoné porque era de los padres.
    Importan naranjas de Marruecos, de Egipto, de Sudáfrica, kiwis de Nueva Zelanda, almendras de Estados Unidos, aguacates de Sudamérica, tomates y hortalizas de África, arroz de Asia, etc. etc. Y no sólo van a Alemania, Holanda o Francia, es que incluso las llevan aquí, a Valencia y La Ribera, donde tenemos todos estos productos de sobra y mejores. Es increíble la ineficiencia, la insolidaridad, la avaricia, la estupidez y la capacidad autodestructiva de este sistema socioeconómico.
    Los comercios y las grandes superficies son los beneficiarios y ganan muchos millones con las importaciones, pero a nuestro sector agrario le hunden despiadadamente con esta competencia desleal ya veces delictiva, estafadora, porque llegan a vender naranjas importadas como valencianas, engañando miserablemente a los consumidores españoles y europeos.
    Al medio ambiente también le dañan mucho, sobre todo porque llevar de tan lejos estos productos implica un transporte excesivo que emite millones de toneladas de gases invernadero a la atmósfera, agravando la emergencia climática y aumentando los fenómenos extremos (ondas calor, lluvias torrenciales, inundaciones, etc.), además de provocar allí la destrucción de ecosistemas, contaminación, extinción de especias, agotamiento del agua, etc. y aquí la importación de enfermedades vegetales, plagas, especies invasoras…
    Y por supuesto perjudican la salud de todos, porque allí utilizan venenos más potentes, con menos precauciones y controles, venenos algunos que hace años están prohibidos aquí porque dejan residuos demasiado tóxicos, incluso cancerígenos, que afectan primero a los campesinos y después a los consumidores cuando comen aquellos productos…
    Frente a esta realidad maligna, degenerativa, hay soluciones que deberíamos aplicar urgentemente, pero sobre todo, porque somos consumidores, todos nosotros debemos comprar los productos de nuestra tierra , para defender nuestra agricultura, economía, naturaleza y salud….
    https://www.ecologistasenaccion.org/191957/consumim-productes-autoctons/

  2. Creo que no anda desencaminado.
    El problema de fondo, el más grave, es que la gente sea de dónde sea es adicta a consumir, a tener, a acumular.
    El sistema capitalista, occidental u oriental, ha conseguido vaciarnos de valores por lo cual estamos insatisfechos y vacíos e intentamos llenarnos por el remedio equivocado que al propio sistema, alienante, genocida y suicida, le conviene y con el que nos martillea la mente incesantemente: el consumismo.
    Como decía Eduardo Galeano: «Vamos directos al precipicio; pero ¡joder! en que cochazos»
    Hemos agotado los recursos del Planeta, además de llevarlo a la agonía; pero el sistema sigue manipulando e insistiendo en que la felicidad está en los productos que tan profusamente y tan bien nos sabe vender, en los medios, en las vallas publicitarias, «hasta en la sopa». Y hay que reconocer que son maestros en vender la hojalata por metal precioso.
    Somos la sociedad quienes tenemos la llave para cambiar el mundo, para transmutar en cooperación la ambición, la rivalidad, la violencia ; pero esta dictadura, que se ha sabido vender por democracia, hemos dejado que nos convierta en seres alienados, superficiales, robots, en grandes rebaños de borregos para beneficio de unos pocos.

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