Llegué tarde a la final del Festival de Benidorm, donde se elegiría al representante de España en Eurovisión, porque no soy nada experto en música y ni me iba ni me venía. Los y las participantes aceptaron las reglas del juego y hubo una ganadora. La polémica se dio entre los fans de tres finalistas: Tanxugueiras, Rigoberta Bandini y Chanel. Y es que la política lo envuelve todo, aunque hay quienes se empeñan en decir que no. Claramente no hemos ganado quienes soñábamos con enviar una propuesta rupturista y con mucho contenido, pero, es Eurovisión, ¿qué os esperabais?
Las favoritas del llamado “sentir popular” eran también mis favoritas. Por un lado, la propuesta gallega, con su increíble Terra, ponían sobre la mesa la pluralidad cultural y lingüística del Estado español, el país de países. Una puesta en escena brillante, llena de folclore del norte de España, con ritmos actuales. Bailarines con falda y unos cuerpos que representan a gran parte de la población. Pero, además, cantaban en una de las lenguas cooficiales de España: en galego. Recordándonos, aunque en diferente situación, a cuando Joan Manel Serrat no pudo cantar su “La, la la” en catalán y fue Masiel la que representó y ganó en 1968.
Por otro lado, estaba Rigoberta Bandini con una apuesta impactante en la que cogía un pecho como símbolo de empoderamiento feminista, al estilo Delacroix, poniendo a la mujer cis (la que da a luz y sangra cada mes) como el centro de vida y belleza. Una teta gigante y una música que atrapa. Este es un himno para quienes trabajamos por ser feministas. Ay mamá es un homenaje a todas esas madres y abuelas que son referentes, pero también representaba cuerpos y bellezas reales.
Estas dos propuestas culturales encarnan lo mejor de nuestros días: el papel de la mujer, la interculturalidad de España y propuestas musicales rompedoras y entretenidas a la vez. Sin duda, lo hacen por contenido, por ser rupturistas, atrevidas y auténticas, ya que son totalmente diferentes a lo que hemos visto casi siempre. Podrían habernos representado bien en un festival de cierta caspa y lleno de música mainstream y ultracomercial.
En contra de la expectativa e ilusión que se generó por estas dos canciones favoritas, alentada por algunos medios y sectores políticos y sociales, ganó la cubano-catalana Chanel. Una propuesta muy trabajada desde el punto de vista de lo que es Eurovisión, una música muy actual del llamado pop latino, una coreografía muy impactante que la cantante supo coordinar con una afinada voz y una forma brutal de comerse la cámara. Una mujer que lo hizo muy bien dentro del marco de Eurovisión y en la lógica de su propuesta. Sin embargo, todo su trabajo y su talento no hace que sea una canción rupturista e incluso, con una letra horrorosa, su contenido es contrario a lo que podríamos definir como feminista. Es el entretenimiento por el entretenimiento, sirve para una bailoteo en una fiesta petarda y para pasar un buen rato, pero ya está. Ganó lo de siempre, el sistema establecido. Pero, ¿eso no era Eurovisión? ¿No se sabía que quien pone la pasta tiene las de ganar y un concurso televisivo de ese tamaño representa unos intereses concretos?
El domingo en la mañana muchos nos llevamos una decepción y las redes ardían porque la votación del jurado, que valoraba especialmente el espectáculo, se alejaba del clamor del público. Sin embargo, cuanto más comentarios leía, más decepción me entraba; porque quienes defendían la interculturalidad de los pueblos de España y el símbolo feminista de una teta, no todos ni todas, empezaban a insultar a Chanel. Lo ha resumido bien el proyecto Blackandartists.
A cuadros me iba quedando al ver como algunos que defendían la pluralidad y el feminismo de España, se cebaban contra Chanel con comentarios clasistas, misóginos, racistas y de superioridad moral y cultural sobre lo que se supone que es “buen representante español” o “buena mujer”. No seré yo quien defienda su propuesta musical, con una letra que es lo que es, y siendo mis favoritas las que no ganaron, pero de ahí a los comentarios de odio que hicieron que la catalana ganadora se quitara el Twitter hay un largo recorrido.
¿No era Beyonce un producto mainstream que ponía diversidad al pop? ¿No era Jennifer Lopez la artistaza neoyorkina y la colombiana Shakira quienes dejaron con la boca abierta a medio mundo en la Super Bowl del 2020? ¿No es la música latinosa la que más se oye en las calles y locales de España (o buena parte)? ¿por qué usar la palabra “latinosa” con un ritmo que ahora domina la música pop? ¿Y por qué “latino” es un concepto peyorativo, cuando latinos son también españoles, italianos y portugueses? ¿Es solo la música de origen latinoamericano la que tiene letras machistas o vacías? ¿Seguro? ¿No conocemos más tipos de música que sean así? ¿No hemos bailado y disfrutado canciones con letras horrorosas sin pararnos a pensar en qué decían? ¿Por qué atacar a una mujer racializada y no al modelo de elección? ¿Pero esto no era siempre un concurso casposo y aburrido? ¿No es Eurovisión un eje de la industria mainstream? ¿Por qué no criticar esos modelos industriales y culturales? ¿Por qué Chanel no es española? ¿Porque no ha nacido en España aunque lleve desde los 4 años aquí? ¿No es ella uno de los rasgos que han enriquecido a España con la llegada de la migración? ¿Qué es el acento latino? ¿Chanel tiene acento latino? Sí, latino, catalán, donde creció y como lengua latina igual que el castellano. ¿No puede una niña española de origen latinoamericano ver que mujeres con sus rasgos pueden representar su país? ¿Por qué le ponemos fronteiras? ¿Una teta sí pero un culo no? ¿Gente de derechas no ha dicho en Twitter que no les dan miedo las tetas, sino que les gustan?
Tanxugueiras y Rigoberta Bandini representan muy bien España y a muchas de nosotras, pero también lo hacen los rasgos de Chanel, al menos en este siglo. Por tanto, crítica musical, toda, pero los insultos clasistas y racistas demuestran que quienes se llenan la boca de integradores y feministas, tienen mucho que preguntarse y deconstruirse. ¿Os acordáis de la última vez que se votó para la representación en Eurovisión y ganó el Chikilicuatre?. En ese entonces, se pedían los filtros que ahora criticamos. Este es un debate que se cierra ya -esperemos que sí, por salud mental- porque esto es un simple concurso, que ni nos saca de pobres aunque sí muestra nuestras carencias como sociedad. Lo que debemos aprender es a perder dignamente. Nuestros himnos no ganaron, pero eso no los hace menos y no es razón para atacar a una chica que, sin compartir su mirada musical, también es España. Gracias Rigoberta y Tanxugueiras por esa dignidad que os hace grandes.
Un apunte final: que los partidos y sindicatos se preocupen por generar y legislar por una RTVE pública y apartidista de verdad, por cobatir el racismo, el odio, la desigualdad, el machismo y por unas condiciones dignas de vida y trabajo a quienes votaron por “Ay mama”, “Terra” o “SloMo”. Lo que ya está claro, y es un triunfo, es que España es mujer, feminista y muy, muy diversa.