ÈLIA PONS // Con la vuelta de las vacaciones y el inicio de un nuevo curso escolar y laboral, es previsible que aumenten las interacciones sociales y, por tanto, el riesgo de contagio. Además, estos contactos se producirán en espacios más cerrados que hasta ahora, durante el verano. Todo ello, sumado a la variante delta, más contagiosa, hace temer una sexta ola de la pandemia en otoño. De hecho, el propio consejero de Salud, Josep Maria Argimon, ya avisaba en una entrevista reciente en Cataluña Radio que es «muy probable» que llegue una nueva ola.
Desde finales del mes de junio hemos asistido a la quinta ola de la pandemia de COVID-19, que fue subiendo de intensidad durante el mes de julio y que se ha caracterizado por afectar, especialmente, a personas jóvenes. Esta ola ha puesto contra las cuerdas la atención primaria, mermada por la falta de recursos y de personal. «Esta situación no la hemos visto en ninguna otra ola. Estamos colapsados ?», explicaba Nuria Villanueva, adjunta de enfermería del CAP Raval Nord, en una entrevista en Catalunya Plural.
A medida que ha ido avanzando el verano y también las cifras de vacunación, al tiempo que se han tomado medidas para frenar los contagios, como las restricciones a la movilidad nocturna, las cifras de contagio han bajado, aunque la situación epidemiológica sigue siendo complicada. El 5 de julio se alcanzó el pico con un riesgo de rebrote de más de 1.900. Las últimas semanas, sin embargo, han puesto en evidencia que la quinta ola está ya de salida y la incidencia acumulada a 14 días ha pasado, en tres semanas, de 311 a 167, con datos del 1 de septiembre, lo que sitúa el riesgo de rebrote en un 120, cuando a principios de agosto todavía estaba alrededor de 600. Igualmente, la Rt ha pasado de un 0,83 la semana del 12 al 18 de agosto en un 0,76 la semana del 27 de agosto al 1 de septiembre.
«Entramos en el mes de septiembre con 1.000 casos diarios de bajada y, aunque es posible que se ralentice el descenso con la vuelta al trabajo, la perspectiva es buena, ya que estamos en una mejor situación que el año pasado en cuanto a casos», explica Clara Prats, investigadora del grupo de investigación en Biología Computacional y Sistemas Complejos (Biocomsc) de la UPC. La otra cara de la moneda, sin embargo, son las UCI: «Llegan mucho más llenas que el año pasado», afirma Prats. A pesar de que a medida que ha ido avanzando el verano el número de ingresos también ha ido a la baja, actualmente hay 938 personas ingresadas en los hospitales catalanes y 316 en las UCI.
Por su parte, el doctor Roger Paredes, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Germans Trias i Pujol, explica que la situación actual es mucho mejor que al inicio de verano, pero que continúan los ingresos diarios. «Nosotros aún tenemos entre dos y tres ingresos nuevos cada día. Por lo tanto, estamos yendo en la buena dirección, pero no podemos bajar la guardia, y tenemos que seguir utilizando las mascarillas, respetando la distancia de seguridad y llevando a cabo una buena higiene de manos», remarca.
En referencia al impacto de los ‘botellones’ y las fiestas multitudinarias que hemos presenciado este verano, Prats explica que nos encontramos aún en un «terreno delicado». «Si se producen muchas situaciones de supercontagio de manera simultánea y sistemática, se puede desbordar la situación y se pueden producir supercadenas de contagios. Por lo tanto, estas situaciones de máximo riesgo epidemiológico donde no se respetan las medidas de distancia ni la utilización de mascarillas es lo primero que debemos evitar», remarca. En la misma línea se expresa el doctor Paredes, quien asegura que, a pesar de que ahora hay más personas vacunadas que hace unos meses, estas fiestas multitudinarias son un «caldo de cultivo» para el coronavirus.
Entonces, ¿es posible que llegue una sexta ola en otoño?
Según la investigadora de la UPC, es posible que durante estas próximas semanas, con el retorno a la actividad laboral y escolar, la bajada de casos acabe parando e incluso que se dé un crecimiento, pero habrá que ver de qué tipo de ola hablamos. «No tiene nada que ver hablar de una sexta ola como si fuera la cuarta que tuvimos, que tuvo una incidencia bastante baja, que una ola como la que ha habido desde principios de verano, mucho más intensa», explica. «Si hay un aumento de casos, lo más importante es que sea asumible y no comporte una ola de ingresos en la UCI y de mortalidad y esto, con la vacunación, cada vez se lo ponemos más difícil al coronavirus», añade.
Sin embargo, Prats admite que la reanudación de la actividad laboral y escolar nos juega en contra, y recuerda lo que ocurrió en septiembre del año pasado: «Con el regreso al trabajo y el aumento de la movilidad y los contactos en espacios cerrados, empezamos a notar un incremento en número de contagios que derivó en una situación epidemiológica grave». Por eso, dice, será clave el aumento del porcentaje de personas vacunadas a lo largo de este mes de septiembre.
Por su parte, el doctor Paredes compara la situación de Cataluña con la de Escocia, que ha tenido una evolución similar a la nuestra. «Con la variante delta subieron mucho los casos de Covid en Escocia, luego bajaron y ahora ha llegado un segundo brote con más casos. Aquí podría pasar lo mismo», señala. Puntualiza, sin embargo, que es muy difícil predecir que pasará en el futuro y que lo que si sabemos es que el virus continuará circulando por mucho que nos vacunamos. «Debemos vacunarnos todos, pero tampoco lo podemos fiar todo a la vacunación», destaca.
La vacunación y la variante delta
En cuanto a la vacunación, y pese a que el mes de agosto, por motivo de las vacaciones, se ha resentido el ritmo, con datos hasta el 4 de septiembre, el número de personas vacunadas en Cataluña con la primera dosis son 5.728.713 y con la pauta completa 5.423.498. Esto ha hecho superar ya el 70% del total de la población vacunada con la pauta completa. La franja de edad donde el número de vacunados todavía es inferior es la de 12 a 14 años, ya que se abrió más tarde y sólo el 25% de la población de esta franja tiene la pauta completa, mientras que en las franjas de edad entre los 15 y los 19 años y entre los 20 y 24 años prácticamente el 60% de los jóvenes ya tiene la pauta completa. El Departament de Salut quiere realizar un esfuerzo para administrar a lo largo de este mes de septiembre unos dos millones de dosis, lo que nos situaría con un alto porcentaje de inmunidad.
«A favor está el hecho de que tenemos una inmunidad mucho más elevada, a años luz, de la que teníamos el año pasado. En contra, el retorno a la rutina laboral y la variante delta, que es la predominante y que sabemos que es mucho más contagiosa», explica Prats. Tal como señala el doctor Paredes, «esta variante hace que las vacunas sean menos eficaces en cuanto a frenar la transmisión, aunque son igualmente eficaces en cuanto a frenar las complicaciones clínicas y los ingresos». Esto, según Paredes, hace pensar que la inmunidad de rebaño, definida como la situación en la que el virus deja de circular, no la conseguiremos con las herramientas que tenemos el día de hoy.
«No es realista pensar que el virus dejará de circular. Lo que podemos aspirar es a un control funcional de este virus: que llegamos al momento en que nos podamos contagiar, pero no enfermar. Esto lo haremos sobre todo con las vacunas, entrenando a nuestro sistema inmunitario para que sea capaz de eliminar el virus pronto y no nos genere afectaciones graves, y también con nuevos fármacos, con los que estamos trabajando, que prevendrán hospitalizaciones», señala el jefe del servicio de Enfermedades infecciosas del Hospital Germans Trias. Según la investigadora Clara Prats, este control funcional implicará que tendremos el virus circulando, pero de una forma asumible, de manera que no haya implementar grandes medidas de contención y que no se desborden los hospitales ni la atención primaria.
En relación con el hecho de que en algunos países ya se hable de programar terceras dosis de la vacuna, Paredes explica que, de momento, no hay datos sólidos que apunten a que se tenga que poner la tercera dosis a toda la población, sino sólo a aquellas personas que, a pesar de estar vacunadas, se pueden infectar y tener complicaciones graves de la enfermedad. «Hablamos de aquellas personas que tienen un sistema inmunitario más debilitado: personas inmunodeprimidas o trasplantadas, que están recibiendo tratamientos inmunodepresores o personas mayores con patologías previas», señala.
Girar la mirada hacia el Sur Global
Según un estudio de la Universidad Johns Hopkins publicado en la revista médica British Medical Journal (BMJ), un 25% de la población mundial no tendrá acceso a una vacuna contra la COVID-19 hasta el año 2022. Y es que mientras España supera con creces el 70% de la población vacunada con la pauta completa, países como Sudán o Nigeria sólo tienen un 1,4% de su población vacunada, según datos de Our World in Data.
«Debemos girar del todo la mirada hacia el sur», expresa la investigadora Clara Prats, quien insiste en que la pandemia es un problema global y que no estará controlada hasta que lo esté en todas partes. «Mientras el virus siga circulando a escala mundial, irá entrando sistemáticamente en nuestro territorio y seguirá existiendo la probabilidad de que surjan nuevas variantes que compliquen la situación epidemiológica», remarca. «La vacuna tiene un efecto personal, que nos protege de desarrollar enfermedad grave, pero también colectivo, porque reduce la transmisión. Por tanto, el objetivo no es vacunar el 80 o 90% de los catalanes, sino vacunar el 80 o 90% de la población mundial», añade Prats.
En la misma línea se expresa Roger Paradas, quien señala que en algunos países del mundo, donde no han llegado las vacunas, la situación es «absolutamente dramática y la gente está abandonada a su suerte». Por ello, defiende que «es urgente que presionemos a nuestros gobiernos para que cedan su excedente de vacunas y contribuyan a un esfuerzo global para asegurar que lleguen las vacunas a todos aquellos países donde no están llegando. Es una cuestión de humanidad y solidaridad», concluye.