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Publicar la carta de un violador un 8 de marzo no es buena idea pero sí recupera debates pendientes

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Sociedad

Publicar la carta de un violador un 8 de marzo no es buena idea pero sí recupera debates pendientes

¿Hasta qué punto los medios de comunicación deben ceder la palabra a un hombre que admite haber violado a su exnovia?

Manifestación en París contra las violencias machistas. FLICKR/Jeanne Menjoulet Licencia CC BY-ND 2.0
Alba Mareca
11 marzo 2021 Una lectura de 5 minutos
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El 8 de marzo no era el día para abordar este debate. Por diversos motivos. El debate en cuestión es hasta qué punto los medios de comunicación deben ceder la palabra a un hombre que admite haber violado a su exnovia.

Lo hacía el pasado lunes el medio francés Libération, previa explicación: Por qué Libé publica la carta de un violador. «El autor describe con precisión los determinantes personales, culturales y sociales que participaron en la comisión de su acto. No se justifica, no se autodeclara, no descarta, explica. Y explicar no es excusar. […] Su reflexión pretende desafiarnos, sacarnos de la zona de confort de considerar que el violador, el monstruo, es el otro», argumenta el periodista Matthieu Écoiffier en el texto que prologa a la carta de Samuel, un chico de 20 años. «Un texto contundente e inquietante», dicen desde el periódico, que llegó a su redacción diez días antes a través de su correo electrónico.

Según firma Écoiffier, esta carta «aporta material humano a una cuestión dolorosa, compleja y tabú». Precisamente por su complejidad, una información así requiere de mucho contexto. Sin embargo, el medio francés se queda en la relación víctima-agresor, en este caso la de Alma –cuyo consentimiento se ha tenido en cuenta para publicar la carta y cuyas palabras se recogen también en la doble página que el medio dedica al tema– y Samuel.

Aunque el principal error que se señala al periódico es que llevara este testimonio a su portada un 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres. Un día en el que, además, tenemos que recordar que no solo somos visibles por nuestras experiencias de violencia. Que, además de víctimas, somos muchísimas otras cosas.

Como era de esperar, el asunto saltó a teles y radios y las expertas y activistas feministas se vieron explicando en estos espacios todo lo que estaba mal de la publicación de Libération. Irónicamente, lo hicieron en una jornada en la que, cansadas de argumentar lo mismo una y otra vez, un día tras otro, lo que hacemos es salir a las calles, reunirnos y organizarnos.

De alguna forma, Libération actuó como ese hombre-meme que se coloca con su pancarta, creyéndose aliado, en la cabecera de una manifestación feminista y viene a convencer al personal de que lo hace porque quiere la igualdad para todas. Al final consigue salir en la foto y que se hable de él.

Pero a diferencia de esta situación, el periodismo –que no existe para arreglar el mundo sino para intentar contarlo y acompañarlo de la mejor manera posible– sí puede colar ciertas reflexiones que ayuden a transformar el tratamiento informativo de las violencias machistas, una tarea en la que se trabaja a diario desde muchas redacciones.

A menudo, las expertas critican que poner el foco sobre la víctima de una agresión puede contribuir a su revictimización. Revivir su experiencia de violencia una y otra vez es duro y muchas veces ni siquiera necesario. Llevamos años contando que sufrimos violencia y los testimonios de mujeres, desde luego, ayudan a otras a identificarla, pero también corremos el riesgo de abusar de sus historias.

Es, también, a ellas a quienes siempre se pide el esfuerzo para acabar con la violencia machista, tal y como explica la periodista Berta Gómez en un artículo en Pikara Magazine a raíz de la última Macroencuesta realizada por el Ministerio de Igualdad: «Para ellos no existen encuestas que les pongan frente a un espejo, como tampoco hay apenas mensajes públicos que les interpelen directamente».

A raíz de la recién estrenada docuserie Nevenka (una producción de Newtral en Netflix que narra el acoso sexual que Nevenka Fernández sufrió por su jefe y alcalde de Ponferrada hace 20 años), se ha puesto de relieve cómo el foco, la fama, siempre recae en la víctima. ¿Por qué se le ha denominado caso Nevenka en lugar de caso Ismael Álvarez?

Más allá de la cuestionable elección de la fecha, algunas feministas en Francia criticaron a Libération por colocar la palabra del presunto agresor en el centro –los hechos que se explican no han llegado a denunciarse judicialmente–. En una respuesta a las reacciones suscitadas que aporta más contexto que la pieza inicial, la periodista de Libé Virginia Ballet se pregunta: «¿Qué sabemos de estos autores? Y, sobre todo, ¿deberíamos escucharles?»

Julia Courvoisier, abogada penalista del Colegio de Abogados de París, le responde que sí. «Sabemos que el problema no viene de las mujeres, son esencialmente los hombres los que violan, de ahí la necesidad de escucharles», dice, en defensa de «una cultura de la explicación y no de la excusa».

En su carta, Samuel, sin embargo, divaga entre sus propias justificaciones de por qué hizo lo que hizo, dejando caer, uno a uno, todos los elementos que constituyen lo que se conoce como cultura de la violación, hasta acabar eludiendo su propia responsabilidad. «La violación no es un asunto privado e invito a quienes lean estas líneas a hablar», escribe en un momento dado. Como si por venir de un hombre, esta afirmación que los movimientos feministas llevan aupando desde los años 70 fuera a tomar mayor valor. Gracias, Samuel.

No necesitamos el testimonio individual de un Samuel al que glorificar –»¡qué valiente!», estoy segura de que pensaron muchos–. A estas alturas, ya deberíamos saber que violadores hay miles. Desde luego, «no saldremos de la violencia sin trabajar las palabras de quienes la cometen», como dijo al respecto la activista feminista Caroline de Haas, «pero esto debe hacerse en un marco preciso y acompañado de análisis».

Algo sí está especialmente claro: esto no va de «salir de la zona de confort» –¿alguien conoce esta zona?–, como propone el periodista de Libération.

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Comentarios
  1. Alma Ménager dice:
    17/03/2021 a las 13:57

    Holà, gracias por este articulo.
    Soy Alma, la chica que fue victima de Samuel, y su ex-novia.
    Yo estoy de acuerdo totalmente con la abogada Julia Courvoisier : quiero y milito para que los violadores testimonian. Después del movimiento #sciencesporc que fue la liberación de la palabra de las victimas en el ámbito universitario, créé con otras chicas la pagina @Toustesviolet («todxs violadxs») que publica a testimonios de violaciones, como victima… y culpables. Hoy dia recibimos 3 testimonios de violadores.
    Me quedo a su disposición para intercambiar (disculpe para mi espanol que no es perfecto)

    Responder

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