Aclaración sobre la firma de este artículo (29/03/2020, 11.45h) : La firma de este texto, Miguel Lacambra, es el seudónimo con el que, por motivos laborales, el autor nos pidió firmar esta pieza. Cuando contactamos telefónicamente para hablar de los gráficos que analizaba en Twitter y que varias personas de nuestra confianza nos recomendaban, nos explicó que todos se basaban en datos públicos y abiertos. Tras esa conversación telefónica, convirtió un hilo que iba a publicar en Twitter en un artículo para que valorásemos su publicación. Asimismo, nos confirmó los medios en los que había colaborado anteriormente y nos pidió publicarlo con seudónimo. Lo hicimos el 25 de marzo.
Tras descubrirse la mañana siguiente de la publicación que la imagen de su perfil estaba generada por un programa de inteligencia artificial -algo que este medio desconocía hasta entonces-, varios perfiles anónimos de Twitter revelaron su verdadera identidad. En ese momento, también advertimos que no habíamos especificado que se trataba de un seudónimo. Lo aclaramos de inmediato al final de esta misma pieza y pedimos disculpas por ello.
El 27 de marzo, el periodista Jordi Pérez Colomé le entrevistó y reveló su identidad en este artículo de El País. En él, explica que Miguel Lacambra es, en realidad, un heterónimo y aclara los motivos por los que la imagen de su perfil está generada por un programa de inteligencia artificial. Puede leerse aquí .
Asimismo, Mari Luz Congosto (@congosto) ha analizado la cuenta de @mglcambra en este hilo . En él concluye que «el crecimiento de tweets parece natural y corresponde a los estímulos de unos pocos perfiles con una ideología similar que tienen muchos seguidores. No parece una campaña».
[Aprovechamos este espacio para aclarar de nuevo una de las afirmaciones falsas más repetidas sobre este caso, la que asegura que el autor creó un perfil en Linkedin de «Miguel Lacambra, periodista». Sí existía un perfil con el verdadero nombre del autor y este lo eliminó justo después de que se desvelara su identidad en redes].
MIGUEL LACAMBRA* // La polémica alrededor de la supuesta irresponsabilidad de permitir las manifestaciones del 8-M en medio de la epidemia del coronavirus está constantemente en boca de los sectores más críticos con la gestión de esta crisis. Algunas de estas voces incluso criminalizan a quienes organizaron la convocatoria y a quienes la permitieron con el argumento de que esta contribuyó a la expansión del virus. A priori, estas afirmaciones pueden parecer intuitivas y difíciles de desmontar con evidencias. No obstante, los datos de los que disponemos actualmente y que hemos ido acumulando en los últimos días, permiten realizar un análisis más factible sobre si el 8-M influyó en la expansión del virus o no y, en última instancia, en qué medida lo hizo.
Para empezar, vamos a poner en contexto el tiempo que tarda el virus desde que comienza actuar sobre las personas (contagio) hasta que aparece en nuestros datos (informes públicos del Ministerio de Sanidad). Según los últimos informes de la Organización Mundial de la Salud, el periodo de incubación del SARS-COV2 va de 2 a 14 días con una media de 5,2 días (y con un intervalo de confianza del 95% entre 4,1 y 7,0 días). Esto significa que, entre las personas contagiadas en un momento dado, los primeros síntomas aparecerían entre 4 y 7 días después.
Una vez aparecidos los primeros síntomas, pueden pasar entre 1 y 5 días (dependiendo de si el paciente pertenece a un grupo de riesgo o no, o de la velocidad a la que los síntomas se desarrollen) hasta que el paciente ve empeorar sus síntomas y se estima que es oportuno realizarle la prueba del Covid-19.
Una vez realizada la prueba –en el caso de que pudiera realizarse–, los resultados pueden tardar entre 1 y 5 días (en los próximos días los test empezarán previsiblemente a tardar menos), resultados que si dan positivos pasan a engrosar las cifras que, al día siguiente si son más de las once, serán informados por el Ministerio de Sanidad.
En resumen, desde que el contagio se produce hasta que el paciente se incluye en los datos, se calcula un mínimo de entre 7 y 14 días. Teniendo en cuenta estos datos, podemos ver si en ese periodo de tiempo después del 8-M se ha visto un aumento significativo de los casos en comparación con días anteriores.
Número de casos detectados en España
En las curvas que representan los valores absolutos es prácticamente imposible percibir la velocidad a la que la curva crece en esos puntos. Para ello, lo que se hace es «derivar» la curva, es decir, calcular los incrementos de cada uno de los puntos con respecto al punto anterior, o lo que es lo mismo, traducido al caso: calcular el incremento de contagiados en un día con respecto al total de contagiados del día anterior. Esos datos de cada día los mostramos en el siguiente gráfico en forma de porcentaje (aplicando una media móvil de dos periodos para apreciar mejor la tendencia) para que nos hagamos una idea de la velocidad a la que crece la curva de contagiados en cada uno de los puntos:
Tasa de crecimiento de los casos detectados en España
Como se observa en los gráficos, no existe en ese periodo un incremento inusual de los casos en comparación con los periodos anteriores, más bien al contrario, la curva crece más despacio de lo que crecía durante la semana anterior, periodo en el que lo hizo a tasas que superaron el 50% varios días. Estos casos detectados entre el día 7 y el 14 de la epidemia, que supusieron la explosión de la curva (y la razón por la que los valores absolutos se mueven por encima de los de otros países, como Italia, véase el gráfico siguiente), son contagios que se dieron durante la última semana de febrero o principios de marzo, cuando todavía en España contábamos con menos de cien casos confirmados y nadie en toda Europa contemplaba el cierre absoluto de las fronteras y el confinamiento total del país.
Número de casos detectados en España e Italia
Como anteriormente, lo vemos más claramente si obtenemos las velocidades de crecimiento de las curvas, como hicimos anteriormente:
Estas tasas de crecimiento tan altas durante esos días nos indican que, a finales de febrero, en España ya se estaba propagando el virus sin que lo supiéramos, lo que en China llamaban las «cadenas invisibles de contagio», que no son más que personas sin síntomas que pueden transmitir el virus. Todo apunta a que cuando los primeros casos empezaron a aparecer en Lombardía, el virus ya estaba instalándose en numerosos focos invisibles alrededor de toda Europa.
Pero el asunto destacable que creo fundamental en este artículo es que no hace falta (aunque tampoco sobra) irse a todos estos datos para entender por qué es imposible que el 8-M, con 120.000 asistentes en Madrid, según la Delegación del Gobierno, provoque ningún efecto perceptible en la evolución del coronavirus dentro de España. La razón es muy sencilla, y basta con tomar como ejemplo la Comunidad de Madrid, uno de los focos más activos, y ver lo que ocurrió durante la semana previa a la manifestación del 8-M (y, por extensión, las semanas anteriores y los días inmediatamente posteriores). No son pocas las personas que quisieron defender esta convocatoria comparándola con partidos de fútbol, teatros, cines, eventos, etc., pero lo cierto es que no hay que ir a esos números para contemplar la insignificancia de estas concentraciones en lo que al virus se refiere, más meridianos son los siguientes:
Según los datos públicos de la web del Metro de Madrid , en marzo de 2019 pasaron 61,5 millones de personas por sus vagones. Esto suma un total de 13,9 millones de personas en el metro durante la semana previa al 8-M, lo que se traduce en millones de personas compartiendo botones, asientos, barras y espacios reducidos y cerrados todos los días (otros más de 2 millones de personas, casi diecisiete veces más que en el 8-M, lo hicieron el 9 de marzo).
Además, según los datos de la Consejería de Educación de Madrid , durante el curso 2018-2019 hubo 1,2 millones de alumnos matriculados en enseñanzas no universitarias, lo que significa que más de 1 millón de personas asistieron diariamente a sus clases, algunos gatearon juntos, otros hicieron deporte, otros bebieron de los mismos grifos y otros utilizaron las mismas instalaciones y las mismas herramientas que cientos de sus compañeros (1,2 millones de alumnos, diez veces más gente que la que se concentró el 8-M, volvió a ir a clase el 9 de marzo).
Ni siquiera hace falta comentar los millones de personas que diariamente coparon los bares, los restaurantes, las terrazas, los teatros, las discotecas (casi una semana después del 8 de marzo se organizaban fiestas multitudinarias en muchas de ellas), cifras que aunque millonarias son más complicadas de calcular con precisión.
Las diferencias son tan grandes que ni siquiera los datos comparten el mismo orden de magnitud.
Por todo esto, creo que es hora de que la conversación pública abandone determinados clichés y deje de lado la criminalización y el enjuiciamiento de todo aquel que se le cruza por delante. Debemos sacar al 8-M (y a Vistalegre, cómo no) de las ecuaciones, y empezar a pensar en las verdaderas razones por las que esta crisis está golpeando en todo occidente como lo está haciendo y haya dejado a los países con una capacidad de reacción limitadísima. Quizá así se nos quiten por un momento las ganas de apuntar con el dedo constantemente a nuestros enemigos y, quién sabe, nos entre un ligero (ligerísimo, seguramente) impulso de abrazarles.
Aclaración, 14.30h (26/3/2020): Miguel Lacambra es un seudónimo .
COMUNICADO DE LA MAREA
Aclaración ante el revuelo suscitado en RRSS por la identidad del autor del artículo ¿Ha influido el 8-M en el incremento de los casos de Covid-19?
El texto referido está firmado por Miguel Lacambra. Su autor ha elegido este heterónimo para preservar su identidad y vida privada. La Marea contactó con él tras conocer sus análisis de datos en Twitter. En conversación telefónica, nos explicó que preparaba uno sobre el 8-M. Cuando nos lo mandó, comprobamos que los datos eran correctos y de interés. El autor ha acreditado su identidad a La Marea con documentación personal. Hay muchos ejemplos de autores y autoras escribiendo en medios de referencia con heterónimos. En La Marea sabemos que es importante especificar los casos en que estos se usan. Pedimos disculpas por no haberlo hecho en esta ocasión por un descuido en absoluto deliberado y fruto solo de las prisas con las que estamos trabajando en esta situacion anómala. Para evitar malentendidos, hoy mismo hemos añadido una aclaración en el artículo y adjuntamos este comunicado al final de la pieza. Este texto ha adquirido especial relevancia por el tema que aborda: las manifestaciones del 8-M. No vamos a entrar en polémicas interesadas. Pero nos reservamos la opción de responder a todas las difamaciones vertidas contra La Marea en los juzgados.
Muchas gracias por las muestras de apoyo que estamos recibiendo.