Opinión

La sala de estar: una filosofía de las pequeñas cosas

Comentarios
  1. Hubo un tiempo en que estaba deseando tener festivo para no salir de casa, para pasarme el día en pijama leyendo, tomando chocolate con bizcocho, que previamente haría para tomarlo recién hecho, en la terraza escuchando a los pajarillos y sintiendo el viento en la cara. En invierno, sencillamente disfrutando de las vistas. Sin prisas, duchándome a lo largo del día, comiendo tarde o sin comer, vindo la tele despreocupada por la programación y escuchando música, eligiendo los discos. A veces ni quedaba.

    Ahora el tiempo se ha transformado, lo hemos transformado y nos ha transformado. Es plástico, como el cerebro, capaz de presentarse de la noche a la mañana como otro, de tal manera que los días festivos no se diferencian de lo laborales, no hacemos cosas diferentes ni a otro ritmo. La plasticidad del tiempo, del paso del tiempo, encoge y alarga la vida, las sensaciones de la vida.

    Nos acomodamos, qué remedio, al confinamiento, poco a poco, plásticamente, prácticamente.

    Hoy he corregido y parte de mi alumnado ha entregado la tarea, cosa que nunca hubiéramos hecho un festivo, jamás!

    Estoy descubriendo los encantos de la publicidad, su atracción, ahora que no me pueden afectar porque no puedo consumir, no debo salir de compras y por ordenador todavía no lo domino, menos mal!

    El cine en casa no es lo mismo que en la gran pantalla, por muy grande que sea la tele del salón. En casa estoy en casa, no me visto para ir al cine y luego tomar algo con amig@s.

    Festivos en casa forzosamente, me parecía un oxímoron… hasta hoy.

    ¿Cómo diferenciar los días en estas circunstancias? cuál es el criterio a seguir para discriminar entre festivo y no festivo…esta diferencia, como tantas otras, es absurda e inúltil, solo que los whatsap han ardido felicitando a los padres y Pepes y Pepas…¿felicitando?

    Es psicológicamente saludable distinguir las cosas para no tener la sesación de continuidad permanente o inacabable. Sienta bien cambiar de actividad, de hecho es recomendable para no enloquecer ni anquilosarse físicamente. ¿Cómo lo hacemos en el mismo sitio todo el rato? la repetición se impone!!

  2. Y esa sala de estar conmigo a solas, conociéndome, sintiendo mi energía, ¿no será acaso mi propio cuerpo? Este cuerpo del que vivo tan ausente, este cuerpo olvidado en favor de una mente inquieta, siempre ocupada, que nunca se detiene porque le asusta el vacío, el miedo y el sufrimiento. Este cuerpo que alguns castigan en el gimnasio otrs frente al ordenador, en la cama o en el sofá. Sigo sorda al crisol de sensaciones que sólo atiendo cuando se convierten en dolor. Este cuerpo que anhela en silencio que mente vuelva de nuevo y le haga el amor para ser escuchado y abrirse de gozo, reunificarse y ser uno con ella. Quizás sea este cuerpo el propio contenedor de los misterios del Universo que cuando es propiamente honrado, atendido y respetado despierta en nosotrs una inteligencia de otro orden, el saber que nos acerca a ls dioss

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