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Dossier #LaMarea59: Las élites de Dios

La Iglesia católica mantiene sus conexiones con el poder a través de las escuelas de negocios y comunicación.

Comentarios
  1. Mi opinión como creyente es que nos sobra la Monarquía y necesitamos un estado laico, libre de las cadenas de la falsa religión; la verdadera no necesita templos, ni tampoco necesita al clero, que trabajen como todo el mundo hace, que para eso nacemos, para ganarnos la vida honradamente. La verdadera religión (un sentir religioso real) es el Amor y el sentido común de nuestras mentes y de nuestros corazones humanos. Pero España es un pais de crédulos, en el que abundan los vagos, los pillos y de corruptos. Supongo que, como pasa en la mayoría de los países. Tenemos que mejorar impulsando el progreso de la ciencia y de la justicia social. Desde las escuelas hay que enseñar al niño a pensar y descubrir la auténtica realidad del existir por si mismo, no manipularle para que sea de derechas o de izquierdas, creyente o ateo; hasta que no hagamos eso, mal vamos.

  2. ¿Las élites de Dios?
    Vamos a ver, si Dios existe, todo el mundo sabe que no se mete en la vida de nadie, y si no existe pues, lo mismo. ¿De que Dios son élites toda esta gente? Del mío no. Mi Dios, que yo entiendo es el de todos, no se mete en mi vida, no impide que haga elecciones y tome decisiones acertadas; y cuando me equivoco no me reprende ni me castiga. Es un dios bueno, comprensivo y paternal-maternal. ¿Las religiones y sus adeptos son así? En España tenemos la aberración del Palmar de Troya y la justicia lo deja correr. ¿Qué Dios es el de esta gente encerrada en esa secta? ¿La superstición? ¿El miedo? ¿La locura? Pues con la Iglesia pasa lo mismo, mucha gente hay en ella que adora aun Dios que no el mío. Mi Dios es bueno, piadoso y clemente como dicen los falsos musulmanes que cortan cuellos en su nombre; porque no saben que el Reino de Dios es un reino de Amor y de justicia social verdadera. Dios no se ofende cuando le insultan, ni cuando no se cree en Él, ¿O es que alguien le ha oído quejarse? A mi me entristece ver cuanto memo hay diciendo que Dios castiga a los que no hacen lo que Él quiere. Jajajajaja. Dios no nos quiere esclavos, nos quiere libres, por eso nos dio el libre albedrío, para que hiciéramos lo que nos pareciera bien. Y francamente, creo que, hay ateos que están muchísimo más cerca de Dios que el clero.

  3. EL ESTADO ACONFESIONAL HA MUERTO.
    Jorge A. García, presidente de MHUEL (Movimiento hacia un estado laico).

    No entraré en las pírricas discusiones entre las diferencias semánticas entre aconfesionalidad, laicismo y laicidad; es hablar de lo mismo con matices muy sutiles para crear diferencias donde no las hay. Un Estado aconfesional de una manera u otra es laico o pretende que el laicismo sea uno de sus valores democráticos.

    También es obvio y conocido que los padres constitucionales que redactaron la carta magna de 1978 se inspiraron en su articulado 16 mientras recorrían en busca de complicidades los despachos donde se cocinaban y ultimaban los acuerdos de 1979 entre la Santa Sede y el Estado Español, coincidentes en el tiempo y que dejaban a falta de concreción y reglamentación a un albur interpretativo el texto constitucional en la esfera política, judicial y social el principio de aconfesionalidad del Estado y de sus Instituciones .

    Mucho costó traer la libertad de culto y creencias a un País donde el nacional catolicismo campaba a sus anchas como una cultura propia e identitaria de la nación. Mi generación pensaba que avanzada la transición los políticos y legisladores irían progresando con dosis de finura no exenta de firmeza para profundizar en la esencia democrática que representa el laicismo para erradicar viejos fantasmas que tanto daño y atraso han provocado en la modernidad del Estado y de su sociedad.

    La realidad es tozuda y los atisbos de esperanza han sido borrados definitivamente en el siglo XXI. Un aluvión de nombramientos meritorios civiles para advocaciones de Vírgenes y Santos, indultos penales a petición de Cofradías y Hermandades, banderas a media asta en cuarteles del ejército constitucional, televisiones públicas con una parrilla de programación cien por cien nazarena, ministros y cargos públicos haciendo carrera política utilizando el sentimiento religioso y un larguísimo etcétera que no hacen más que certificar la defunción definitiva del Estado Aconfesional.

    ¿Causas de la muerte? Muchas y variadas. Falta de decisión política en general y acomodamiento de las altas Instituciones del Estado en un “status quo” asumido proclive a la continuidad obviando la secularización real de la sociedad en su conjunto. Un PP desmelenado y desbocado que intenta en color sepia transmitir que las esencias patrias, el buen españolismo y las tradiciones van siempre unidas a la cruz, el sable y la corona. Un PSOE timorato, indeciso y a veces irreconocible que hace todo lo contrario a las pautas que aprueban en sus congresos federales. Un partido emergente como Ciudadanos que en pocos meses ha pasado de considerarse estatutariamente laico a declararse aconfesional jugando con las palabras para no fijar postura y no quemarse. Una Izquierda diversa e imprevisible que en ocasiones no termina de creerse la importancia de la separación Iglesias-Estado para la consecución de un gran avance social pendiente en democracia. Y por último nos queda la Jerarquía Católica española –no la creencia– cobardona y miope, capaz de vender su liturgia para atrincherarse en no perder privilegios haciendo guiños en el “aliviadero político” de la multiconfesionalidad del Estado para seguir siendo la parte más beneficiada y hegemónica.

    Con este panorama en ciernes, habrá que esperar a una nueva mayoría social moderna, avanzada, didáctica y culta que se estructure y vertebre políticamente en las cámaras de representación de la nación para dar aire nuevo con una ley modernizadora de libertades religiosas y libertad de conciencia, una revisión constitucional profunda del capítulo 16 de la Constitución española y la derogación definitiva del Concordato de 1953 y acuerdos posteriores de 1976 y 1979 entre el Estado Español y la Santa Sede .

    Respétense siempre las diferentes creencias o no creencias de la sociedad, pero el Estado y sus Instituciones, siempre neutrales en materia religiosa.

  4. LOS APOYOS DEL FRANQUISMO, Eduardo Montagut, historiador.

    «El clero vio en el franquismo la protección frente al anticlericalismo. La Iglesia recibió todo tipo de apoyos, ayudas, prebendas y el control de la enseñanza. El Estado fue declarado oficialmente católico. El régimen asumió la defensa de la religión y el mantenimiento de la Iglesia como asunto prioritario. El clero agradeció estos privilegios con una permanente propaganda a favor del régimen, que puede ser definido como nacionalcatólico».

    Ninguna dictadura pervive solamente con el recurso de la represión y del temor. Las dictaduras siempre tienen apoyos sociales. En este trabajo desbrozamos esta cuestión en el caso del franquismo, aunque sea brevemente.

    El franquismo gozó desde sus inicios del apoyo de determinados sectores sociales, ya fuera por su identificación con la defensa de los valores tradicionales de la sociedad, ya por la autoridad desplegada y restablecimiento del orden público. Entre ellos, destacarían los pequeños y medianos propietarios rurales, las clases medias urbanas, la oligarquía capitalista y empresarial, el Ejército y la Iglesia.

    La mentalidad tradicional, defensora de la familia según lo establecido por la Iglesia, la propiedad privada y la religión, se concentraba en el medio rural, y más propiamente en la España rural situada al norte del Tajo donde predominaba el pequeño y medio propietario, y donde triunfó con facilidad la sublevación. Las clases medias de las pequeñas y medianas ciudades españolas participaban, en gran medida, de esta mentalidad, además de incidir más en las cuestiones de orden público.

    La oligarquía económica tuvo siempre muy claro dónde estaban sus simpatías ideológicas. Necesitaban un poder fuerte con sus mecanismos de control social para eliminar cualquier tipo de conflictividad laboral.

    El Ejército y la Iglesia constituyeron dos instituciones básicas del nuevo régimen. Su poder e influencia impregnaron todos los aspectos de la vida política, social y cultural de España. Los militares, además, ocuparon siempre cargos importantes, incluidos ministerios en los gobiernos.

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