Si José Luís Sampedro quería que se le recordarse de alguna forma siempre decía lo mismo: “Como un aprendiz de José Luís Sampedro”. Y es que el gran profesor de economía, siempre presumió de ser un aprendiz, alguien que día a día buscaba sorprenderse y emocionarse con nuevas sensaciones.
Sampedro se ha ido a los 96 años como vivió, sin armar alboroto ni con una voz más alta que otra. Su viuda, Olga Lucas, ha anunciado que el pasado domingo de madrugada dejó de respirar en su domicilio madrileño. “No quería un circo mediático en torno a su cadáver”, explica. Y así ha sido.
Escritor, humanista, pensador, economista, indignado… Sampedro era todas esas cosas y alguna más. Pero ante todo era una persona digna. “Se puede ser nada más que un pequeño arbolito en un gran bosque, pero se es ese arbolito”. Y se debe ser con dignidad, le gustaba repetir.
Con esa dignidad, hizo de su crítica al capitalismo salvaje y a la decadencia moral y social de Occidente una forma de lucha. Sus pensamientos conectaron directamente con el movimiento 15-M y los llamados «indignados», para los que era más que un referente.
Pese a sus 96 años, no perdió su espíritu luchador y apelaba a las nuevas generaciones a iniciar los pasos para “romper el imperio de los dominantes, de los privilegiados y de los egoístas que nos llevan a un desarrollo insostenible”.
Y como pensador que era, defendía la educación contra todo y contra todos. “Quieren dominar nuestro pensamiento” alertaba. “ Y si lo controlan no necesitarán ejército para dominarnos, les bastará con difundir por radio o televisión las noticias que quieran. Por eso quieren controlar la televisión y todo lo demás”.
Ahora, la voz del maestro, del economista, del dramaturgo que no fue porque no le gustaba trasnochar, del politólogo, del intelectual, del aprendiz de Sampedro se ha apagado, pero queda su legado. Queda su voz, sus libros, sus artículos, sus pensamientos. Queda su obra con la que todos podremos ser aprendices de José Luís Sampedro. Como él lo fue.