Los límites del poder en España han quedado claramente expuestos tras el teatrillo posterior a las elecciones del 28 de abril. El poder en España jamás cederá ni un milímetro ante lo que desde la derecha y el régimen del 78 se considera la ‘anti-España’, a saber, los rojos, la mayoría catalana y la mayoría vasca. Para quien haya desconectado de la actualidad política desde la primavera, aquí un resumen: en España no hay posibilidad real de gobierno progresista más allá del PSOE, que antes gobernará con los que aceptan la compañía de los neofranquistas que con los herederos políticos del 15-M.
En las próximas elecciones, la izquierda se sabe perdedora antes de empezar la campaña, porque ya ha quedado claro que no hay alternativa. O nos gobierna el PSOE de la mano de C’s y/o PP o nos gobierna PP y C’s de la mano de Vox. La cosa debe quedar entre los autoproclamados constitucionalistas, los guardianes del régimen, que expulsan de su cortijo a todo aquel que cuestione la sacrosanta unidad de España o el modelo económico del país.
La oscuridad política en España para la próxima década es absoluta. No hay ni una mínima esperanza de cambio. Lo más progre que tenemos en la baraja es un partido abanderado de la reforma del 135 y la aplicación del 155 en Cataluña, que afirma ser muy de izquierdas pero que, a su vez, vende armas a Arabia Saudí y dice que los barcos de las ONG que trabajan en el Mediterráneo no tienen permiso para salvar vidas. Esto, sí, es lo más progre que llegará al poder en la próxima década.
Tras esta carta, que por comparación aceptamos como moderada, solo hay derecha, derecha y extremaderecha. La estrategia de un PSOE que ha denigrado a Unidas Podemos y que ha menospreciado las mayorías catalana y vasca pronto cristalizará, en cuestión de meses o pocos años, dando el mando del país a un desvocado Trío de la Reconquista, que, además de incompetente, da auténtico pavor.
El PSOE, dicen que por responsabilidad, acepta como mal menor la contrarreforma antes que gobernar con la ‘anti-España’. Prefiere arriesgarse a un gobierno de PP y C’s que, en caso de que lo necesite, no
dudará en apoyarse en Vox, a sentarse a dialogar con los que, a pesar de todo, le han tendido la mano para evitar el desastre que supone la nueva oportunidad para la derecha reaccionaria.
Los de la contrarreforma no tienen problema para ponerse de acuerdo, a pesar de las aparentes diferencias. No tardarán ni dos semanas en formar gobierno si tienen la ocasión, para llevar a España, en muchos aspectos, hasta los ochenta del siglo XX. Represión, patria, machismo, negación del cambio climático y neoliberalismo. Esta es la espina dorsal de la España de Casado, Rivera y Abascal.
En el contexto nacional e internacional de los próximos meses –sentencia a los presos catalanes, Brexit, probable recesión en la Unión Europea, crisis climática–, facilitar a las derechas resarcirse de una campaña electoral desastrosa –especialmente en el caso del PP de Casado– es una irresponsabilidad histórica que nos coloca a un paso de la victoria de la contrarreforma en España.
Ante este escenario, un gobierno de PSOE y C’s no nos parecerá tan mal. Esta es la idea central de todo el teatrillo de los últimos cinco meses. Un auténtico win-win para los principales actores del régimen del 78. Han ganado.