Me he cruzado con un hombre con el que de pronto me he imaginado viviendo. Viviendo desde hace tiempo. En una casa bonita, con mucha luz y algo desordenada. Con todos mis libros, sus discos, mi perro, su ropa…
Levantándome por las mañanas corriendo a preparar el café, intentando no hacer ruido para no despertarle y tener que soportar sus ganas de discutir. Pero le he despertado. Y sí, hemos discutido.
Y empiezo a estar tan harta de todo esto que casi no recuerdo cómo era vivir sola. Y de pronto, no consigo pensar en otra cosa. Así que, hasta aquí hemos llegado. Pego un portazo y pienso: «Ahí te quedas. Porque yo me vuelvo a mi casa. A vivir sola».