Santiago Calatrava, el que durante años fue arquitecto de referencia del PP en Valencia, y que se ha hecho famoso por sus puentes a lo largo de todo el Estado, ha decidido llevarse su dinero a Suiza. Desde el pasado martes ya no tributa en España.
Así se recoge en el Boletín Oficial del Registro Mercantil del 6 de noviembre. En un escrito firmado por Jaime Bragado Yturriaga en calidad de apoderado, este socio de la firma de abogados J & A Garrigues, comunica que la mercantil Calatrava & Family Investments traslada su domicilio social, desde el actual, sito en Madrid, en la calle Bravo Murillo, a Zurich (Suiza), al mismo lugar donde se ubica su estudio.
La mercantil, que en el año 2010, tres después de su constitución declaró un patrimonio de más de 30 millones de euros, está vinculada a la realización de inversiones financieras a largo plazo y la compra, permuta o venta de valores inmobiliarios.
Hay que recordar que Calatrava ha estado facturando desde Suiza a la Generalitat Valenciana sus trabajos en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, por los que ha llegado a cobrar unos 100 millones de euros en concepto de diseño y dirección de obra. Estas facturas, tal y como denunció el diputado de Esquerra Unida, Ignacio Blanco, tras acceder al expediente administrativo, se facturaban sin IVA y el fisco español no obtenía ningún beneficio, aunque los trabajos se realizaban desde su estudio en Valencia.
El abogado de Garrigues, elegido para apoderar el cambio de domicilio, es un experto en contratación mercantil, derecho financiero y en capital riesgo. Santiago Calatrava fue imputado por, según el Fiscal del caso Palma Arena, resultar beneficiado a dedo de la construcción de un teatro de la Ópera, siendo Jaume Matas presidente balear. El arquitecto habría cobrado por el proyecto 1,2 millones de euros. A la espera de juicio, una sentencia desfavorable podría suponerle el embargo de sus bienes.
El traslado de Calatrava a Suiza se produce un año después de que el Príncipe Felipe le hiciese entrega de la acreditación de embajador honorario de la Marca España, un honor que concede un foro privado y que tiene como objeto “el reconocimiento a las personas, físicas o jurídicas, de nacionalidad española, que hayan contribuido significativamente a la generación y al fortalecimiento de una imagen positiva de España en el exterior”.
Las ‘clavadas’ de Calatrava
Pese a ese galardón, la figura de Calatrava siempre ha sido controvertida, sobre todo por sus vinculaciones con el poder. Así, el grupo de Esquerra Unida en les Corts Valencianes ya denunció en su momento lo que calificó como “proyectos ruinosos” del arquitecto. Para ello creo la página web «Calatrava te la clava«.
La historia ruinosa de Calatrava tiene su epicentro en Valencia. Allí, los diferentes gobiernos de Eduardo Zaplana y Francisco Camps le han hecho ganar mucho dinero como director del proyecto de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, una megaobra que ha costado ya 1.100 millones de euros y que acumula un sobrecoste de 625 millones. El arquitecto vinculó sus honorarios al coste final de las obras. Gran negocio.
Pero además, Calatrava facturó también 15 millones de euros por una maqueta de dos torres que nunca llegaron a hacerse por cuestiones financieras (el proyecto total era de más de 300 millones de euros) y de legalidad urbanística. La oposición presentó una denuncia por este motivo, denuncia que fue archivada al no haber delito ya que “no existe la figura del derroche de dinero público”.
Pero Calatrava traspasó la ficticia frontera de Almansa y lanzó sus tentáculos por el resto del Estado. Así, en Bilbao se encargó del puente de Zubizuri y del aeropuerto. Unas obras que estuvieron cargadas de polémica: al puente se le tuvo que sobreponer una moqueta antideslizante por los continuos resbalones al cruzar por él; y al aeropuerto se le añadió una cubierta en la sala de espera para que los viajeros no quedasen al aire libre. Además, el arquitecto denunció al ayuntamiento por “lesión al derecho moral de la propiedad intelectual” al instalar una rampa de acceso para minusválidos en el puente.
Oviedo también recuerda la figura de Calatrava. En 2006 se derrumbó el alero del Palacio de Congresos que estaba diseñando. Una empresa de seguros denunció al arquitecto y la justicia le condenó a pagar más de 3 millones y medio de euros por su responsabilidad en el fallo en el sistema de apuntalamiento, al no estar correctamente calculado.
Por los juzgados también ha tenido que pasar otra de sus grandes obras. Esta vez se trata del puente de la Constitución de Venecia. La Fiscalía del Tribunal de Cuentas pidió una compensación de 3,4 millones de euros en concepto de “daños al erario público” por errores en la construcción del puente sobre el Gran Canal. La Fiscalía apunta a Calatrava y a otras seis personas que participaron en el proyecto. La obra acumuló casi 5 años de retraso debido a problemas de seguridad y es casi imposible de cruzar por personas con problemas de movilidad.
A estos proyectos habría que añadir el del Turning Torso en Malmö, con un sobrecoste de 85 millones de euros; el puente de l’Assut de l’Or de Valencia, que costó más del doble de lo presupuestado en su inicio y donde hubo varios accidentes al poco de inaugurarse que provocaron su modificación instalando un semáforo en el cambio de rasante; el puente de Vistabella en Murcia con sus losetas de cristal que hay que restaurar constantemente y sobre las que se tuvo que poner una moqueta que evitase resbalones los días de lluvia; las grietas que aparecieron al poco de inaugurarse la escultura Bou en Palma de Mallorca… Es la otra cara de Santiago Calatrava.