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Fantasmas de género

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Opinión | OTRAS NOTICIAS

Fantasmas de género

"Mujeres investidas de derechos con acceso a oportunidades y recursos, modernas por su desarrollo vital, son antifeministas y ven el mundo con ideologías conservadoras y reaccionarias para el género", apunta la autora

Nuria Varela
21 mayo 2014 Una lectura de 3 minutos
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Paradoja política donde las haya, resulta que mujeres opuestas al feminismo y sus propuestas, disfrutan de derechos construidos por los movimientos y las mujeres a quienes se oponen. Mujeres investidas de derechos con acceso a oportunidades y recursos, modernas por su desarrollo vital, son antifeministas y ven el mundo del que disfrutan, gracias al feminismo, es decir, gracias a la rebeldía e insumisión de mujeres a quienes descalifican, con ideologías conservadoras y reaccionarias para el género. Actúan en oposición a mayores avances, defienden involuciones (las mujeres del PP respecto a la reforma de la ley del aborto, por ejemplo) o se erigen en firmes defensoras de la ideología supremacista, es decir, del machismo al que si no se le hubiese puesto coto, les hubiese impedido ser quienes son.

Toda esta reflexión viene a cuento de la ultradefensa que han hecho destacadas líderes del Partido Popular de la exposición de ideología sexista, clara, nítida y explícita de la que el candidato Cañete ha hecho gala.

Quizá sea Marcela Lagarde quien ha desarrollado la definición más clara sobre el sexismo, a la que me remito. El sexismo contemporáneo se expresa en políticas, formas de relación y comportamiento, en actitudes y acciones entre las personas así como de las instituciones hacia las personas que se basan en el androcentrismo. Y lo que permite la mentalidad androcéntrica es considerar de manera valorativa y apoyar socialmente que los hombres y lo masculino son superiores, mejores, más adecuados, más capaces, más útiles que las mujeres. El androcentrismo se expresa en el machismo como magnificación de ciertas características atribuidas a la virilidad: una abigarrada mezcla de agresión, fuerza y superioridad intelectual.

Eso es exactamente lo que manifestó Cañete cuando aseguró una y otra vez que “si soy yo mismo me temo”. Y eso es exactamente lo que defienden sus compañeras de partido. El androcentrismo se entreteje y completa con la misoginia. Tras la sobrevaloración de los hombres y lo masculino se inferioriza y subvalora a las mujeres y a lo femenino.

Son cuestiones que llevan encima de la mesa política desde el siglo XVIII, incluso nos podemos remontar algunos siglos y encontramos la polémica sobre la inferioridad y la superioridad entre hombres y mujeres aunque aún no tuviera formulación política. No deja de ser asombroso que esa lucha y esa tensión constantes por escatimar los derechos de las mujeres y por evitar la construcción de un imaginario social, político y filosófico de igualdad haya irrumpido con tal fuerza en una campaña electoral en Europa en pleno siglo XXI.

Los fantasmas de género no desaparecen y nublan la razón que evidencia que lo contrario a la igualdad es la desigualdad, no la diferencia. Cuando el feminismo habla de igualdad, como bien explica Amelia Valcárcel, se refiere a la igualdad considerada como equivalencia. La igualdad como equivalencia no es un término de identidad, es una categoría de valor, consiste en reconocer igual valor a cada ser humano y actuar en consecuencia social, cultural y políticamente.

Por mucho que los hombres y las mujeres del PP y sus mariachis mediáticos se esfuercen en disimular sus carencias democráticas, éstas les salen al paso continuamente. Es lo que tiene barrer escondiendo la suciedad debajo de la alfombra -y esto incluye disculparse a regañadientes cinco días después-, la casa continúa igual de sucia y las telarañas se hacen las dueñas del lugar.

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Comentarios
  1. dede dice:
    23/09/2014 a las 00:13

    Claro,, y no es sexista una Ley fascista de autor como la LIVG que vulnera 4 artículos fundamentales de la CE contra los varones, una fascista discriminación «positiva» impuesta por la ideología de género para otorgar privilegios a unas (ciudadanas de 1ª) , y cárcel para otros (de 2ª), amparándose en las premisas dogmáticas, cavernícolas y llenas de prejuicios como son las de la criminalización del hombre y la victimización de la mujer. Repetir hasta la saciedad en los medios untados lo malo que es un José Bretón, pero ocultar las verdaderas estadísticas y el sexo de las verdaderas infanticidas. Esto ya lo hacía Goebbels con su famosa frase acerca de la mentira repetida mil veces.

    Todo esto, claro está, enmascarado a fuerza de mucha pasta con la mezquina excusa de la «igualdad» y adornado de demagogia y eufemismo.

    Es curioso cómo todos aquellos que constantemente nos hacen ver lo perseguidos que son, demuestran su lado más revanchista presionando para redactar leyes FASCISTAS. Pero claro está, al igual que hacía esa Iglesia a la que tanto critican, basta con no comulgar con su dogma de género para recibir un «hereje» al minuto uno, esto es: «machista», «facha» u «homófobo».

    Cómo mola ir de progre y no tener ni la más mínima idea de quienes son esos malvados capitalistas que están metiendo dinero a espuertas en todo esto, para que mucha gente viva de esta mentira de género y de su negocio del maltrato. Afortunadamente, en algunos países como Noruega, ya les han retirado las subvenciones a estos fanáticos del NIKK.

    Dentro de 20 años pueden pasar 2 cosas, o bien que este «Nuevo orden mundial» impulsado por la masonería nos haya llevado a un mundo tipo «1984» o bien que la gente haya abierto los ojos y esta «bienintencionada» ideología de género se estudie en los libros de texto como el verdadero caballo de troya que es: un totalitarismo con guante de seda.

    Responder
  2. amparo ariño dice:
    22/05/2014 a las 14:35

    Me sumo al comentario de Félix Población. Nuria, enhorabuena y adelante!

    Responder
  3. Félix Población dice:
    22/05/2014 a las 10:59

    Mi enhorabuena a Nuria por otro excelente artículo. Un cordial abrazo.

    Responder
  4. ateo666666 dice:
    22/05/2014 a las 00:00

    Las mujeres en el PP son como los negros que hacían de mayordomos en las plantaciones sureñas, que pensaban que por vestir de etiqueta y no recoger el algodón eran iguales a sus amos a los que sumisamente servían, esos hombres blancos, orondos, privilegiados, dueños y señores del patriarcado. Porque no hay persona más ortodoxa que el nuevo acólito y así se comportan Cospedal, Santamaría y doña Ana Botella, que ha llegado a ser alcaldesa únicamente por compartir cama y mantel con el insufrible señor del bigote eternamente cabreado. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com/2013/11/la-debilidad-mental-de-ana-botella.html

    Responder

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