lamarea.com
  • La Marea
  • Kiosco
  • Climática
DONA SUSCRÍBETE
SUSCRÍBETE
Iniciar sesión
  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Sociedad
  • Opinión
  • Medio ambiente
  • Economía
  • Revista
  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Sociedad
  • Opinión
  • Medio ambiente
  • Economía
  • Revista
ANTERIOR

Mitología capitalista

SIGUIENTE
SUSCRÍBETE DESDE 17€. Además, si verificas que eres humano con el código HUMANA, te llevas un 10% de descuento en tu suscripción a la revista

Opinión | OTRAS NOTICIAS

Mitología capitalista

"Las palabras no son inocentes, con ellas formamos nuestros pensamientos. El poder tiene una larga experiencia en utilizarlas para que pensemos como ellos quieren". El autor detalla algunos ejemplos

Ángel Cappa
20 enero 2014 Una lectura de 5 minutos
Telegram Linkedin Url

Las palabras no son inocentes, con ellas formamos nuestros pensamientos. El poder, consciente de ello, tiene una larga experiencia en utilizar las palabras para que pensemos como ellos quieren. Demonizan las que consideran perturbadoras para ese pensamiento único que pretenden, sacralizan otras que favorecen la interpretación de la realidad que nos muestran y, finalmente, apelan a la ambigüedad conceptual de algunas otras para confundirnos. Veamos algunos ejemplos.

Palabras demonizadas

Antisistema. La emplean contra los que protestan para desacreditar totalmente su cuestionamiento. Como si fuera una actitud irracional y fuera de lo humanamente concebible. En realidad ser anti-sistema es una obligación en este momento histórico. Hasta el papa calificó a este sistema de “excluyente” y dijo que “mata”, nada menos.

Radical. La usan siempre contra los antisistema. Nunca la aplican a los inflexibles representantes del poder. Quitarle la vivienda y mantenerle la deuda a quienes no pueden pagar la hipoteca porque les hicieron pagar la crisis, por ejemplo, no es radical.

Venezuela (chavismo). Lograron que su sola mención nos remita a un país en bancarrota a causa de la dictadura que lo gobierna. Una “dictadura” que en los últimos 14 años ganó 18 de las l9 consultas populares a las que ha concurrido que, por cierto, son más elecciones de las que se habían celebrado en los 50 años anteriores a su llegada. Una “dictadura” que hizo “visibles” a millones de excluidos, que tiene unos datos económicos utópicos para la mayoría de los países del mundo y donde el 80% de los medios de comunicación están en manos privadas y son opositores al Gobierno. Una “dictadura” envidiable, ciertamente.

Comunismo. Sesenta años después del macarthismo, todavía juegan con la imagen de una ideología que le quita los niños a las familias y se apodera de nuestras pertenencias. La imagen de algo tenebroso, cuando se trata, sencillamente, de otra forma de organizarnos para vivir.

Lucha de clases. La han ocultado bajo una supuesta coherencia social en la medida en que los destinados a obedecer no alteren el orden establecido. En caso contrario, dicen que la están provocando. “Claro que existe la lucha de clases -dijo el multimillonario Warren Buffet- y va ganando la mía”.

Referéndums. No quieren ni verlos. El derecho a decidir les quita el sueño. Y cuando los hacen, como ocurrió con la OTAN, los manipulan descaradamente (recuerden el eslogan “A la OTAN, de entrada, NO”, que quería decir Sí). Al parecer, decidir en las cuestiones que atañen a nuestra propia vida es cosa de ellos, que son los que saben.

Protesta callejera. Se ponen nerviosos con la gente en la calle fuera de su control, asumiendo su derecho a intervenir en los temas públicos, en los de todos. “Así no se consigue nada”, dicen, cuando en realidad así se consiguieron todos los derechos laborales y sociales que ahora están aboliendo porque “el país lo necesita”. ¿Los que protestan no son “el país”?

Palabras sacralizadas

Mercados. Se los nombra como si fueran un ente abstracto, celestial, que desde el limbo dicta lo que hay que hacer. Esconden que el asunto es mucho más terrenal. Se trata de las principales empresas, cuyos dueños tienen nombres y apellidos, y son las que realmente deciden. Los gobernantes obedecen, administran sus bienes.

Capitalismo. Un sistema económico y de vida como otro cualquiera con la salvedad de que genera millones de pobres, de excluidos y que mata de hambre también a millones de personas, al tiempo que una minoría disfruta obscenamente de esa situación. De ninguna manera es “el fin de la historia” (Fukuyama). Al contrario, es un sistema al que hay que cambiar para una vida mejor, justa y democrática.

Transición. El paso de la dictadura franquista a la democracia representativa, que se nos vendió como modélico. Decenas de autores nos han explicado, desde entonces, que la derecha manejó la situación en perjuicio de la mayoría, que tuvo que resignar derechos básicos.

Crecimiento. Todos creemos que es bueno crecer económicamente, que eso es el progreso, sin cuestionarnos si en realidad es así. ¿Se puede crecer indefinidamente? ¿Es bueno destruir la naturaleza para crecer? ¿El crecimiento económico, tan desigual por otra parte, es mejor que el crecimiento humano? ¿No habrá otro modo de crecer?

Austeridad. Hemos aceptado que es una necesidad para superar la crisis. Y que son los trabajadores (cada vez más pobres) quienes deben asumirla. A todo esto, recibimos noticias de que los ricos lo son cada vez más y que se han enriquecido mucho más en esta crisis. ¿Entonces?

Inversores. Si creemos los mensajes oficiales, vemos en los inversores a unos señores con dinero dispuestos a darnos trabajo y traernos prosperidad, como Adelson, por ejemplo. Por eso tenemos que portarnos bien, aceptar trabajos basura, condiciones de vida cada vez peores y sacrificios que redundarán, “al final del túnel”, en nuestro beneficio. Mientras tanto, el beneficio es de esos señores que si ponen un euro es para llevarse 5 por lo menos. ¿Quién ayuda a quién?

Palabras equívocas

Democracia. Es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, como nos decían en el colegio. Después aprendimos que se trata de que los que integran la troika, a quienes ni siquiera conocemos, tomen una serie de decisiones que acatan los gobernantes «porque así lo exigen los mercados».

Crisis. Sería algo así como un hecho de la naturaleza. Como la lluvia o el viento, que de pronto nos afectó. Por supuesto, no tiene responsables. Ni se trata de una estafa del capital financiero que debemos pagar las víctimas.

Populismo. Esta palabra aparece cada vez que, en cualquier país del mundo, un gobernante toma medidas a favor del pueblo. O sea, le dan un carácter peyorativo cuando es todo lo contrario.

Ajustes. Con esta palabra nos transmiten la sensación de arreglar algo, acomodarlo bien, para que funcione mejor. En la práctica, quiere decir bajar los suelos de los trabajadores y quitarles derechos sociales y laborales para que las grandes empresas no pierdan beneficios.

Economía. Nos hablan como si solo existiera una economía, LA economía. Por supuesto, la economía de mercado. Como si estuviera exenta de ideología y de política. Como un hecho científico irrefutable. Lo cierto es que, aun dentro del capitalismo, hay muchas maneras de entender la economía. Hay economías que hasta incluyen a la gente y no solo hablan de cifras.

Libertad. Según la entienden ellos, “mi libertad termina donde empieza la libertad del otro”. Es decir, que el otro limita mi libertad. Es la filosofía del neoliberalismo, del individualismo a ultranza. Para nosotros, la libertad de cada uno empieza con la libertad del otro. Nadie es libre si no lo son todos.

Dictadura. El capitalismo ya no necesita de dictadores políticos como los que utilizó en el pasado. Para eso están ahora los mercados, que son más sutiles y más limpios.

Flexibilización. Se usa mucho en el ámbito laboral. La flexibilización laboral no significa otra cosa que poder despedir a los trabajadores cuando les dé la gana y prácticamente sin indemnizaciones. Son muy hábiles para los eufemismos.

Liberalización. Otro sutil eufemismo que señala para un lado y va para el otro.
Liberalizar el sector energético, por decir uno, es pasarlo de lo público a lo privado sin complejo alguno. O sea, cederle a las empresas privadas lo que antes era de todos.

En definitiva, el poder utiliza todas sus armas para someter a la mayoría. Pero la más importante, porque es la que menos se ve, es la del pensamiento. La de hacernos ver la realidad tal cual ellos la ven. Es que, como decía un amigo, “si el caballo pensara, se terminaría la equitación”. Por eso, es muy saludable para la mente hacer todos los días un ejercicio de descodificación de los mensajes, para no confundirnos.

Telegram Linkedin Url

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

€
  • #austeridad
  • #capitalismo
  • #lenguaje
  • #pensamiento

¿Sabes lo que cuesta este artículo?

Publicar esta pieza ha requerido la participación de varias personas. Un artículo es siempre un trabajo de equipo en el que participan periodistas, responsables de edición de texto e imágenes, programación, redes sociales… Según la complejidad del tema, sobre todo si es un reportaje de investigación, el coste será más o menos elevado. La principal fuente de financiación de lamarea.com son las suscripciones. Si crees en el periodismo independiente, colabora.

Suscríbete dona
Comentarios
  1. David Durán dice:
    25/02/2014 a las 18:03

    Hola, Ángel

    me gustaría saber cuál es tu fuente para el dato del 80 % de los medios de comunicación en manos privadas y opositoras.

    Un saludo.

    Responder
  2. anonimo dice:
    23/01/2014 a las 13:05

    falta mi preferida «los extremos se tocan»

    Responder
  3. Mancuso dice:
    21/01/2014 a las 10:54

    «Libertad. Según la entienden ellos, “mi libertad termina donde empieza la libertad del otro”. Es decir, que el otro limita mi libertad. Es la filosofía del neoliberalismo, del individualismo a ultranza. Para nosotros, la libertad de cada uno empieza con la libertad del otro. Nadie es libre si no lo son todos.»

    Lo cierto es que queda bien. En como una de esas fachadas barrocas que cubren un espacio pero no tienen nada detrás. Pura imagen.
    Si yo estoy en mi casa a las 2 de la madrugada y un grupo de cazurros en el piso de al lado montan una fiesta día si y día también con música, cánticos y ruídos y mi libertad no empieza con la de ellos. De hecho con su «libertad» pueden mandarme directamente al psiquiático, o al cementerio si tengo que coger el coche todos los día sin dormir.
    Estas son cosas que entiende el 90% de la población, vamos, que las entiende todo el mundo menos «el pueblo» que suelen ser el 10% restante.

    Responder
    • Mancuso dice:
      21/01/2014 a las 10:56

      Es decir, es ilusionismo no es patrimonio exclusivo del capitalismo.

      Responder
    • ViolentObjetor dice:
      22/01/2014 a las 05:03

      Se diría que no diferencias bien entre libertad y libertinaje.

      ( Los demás comentaristas perdonad, por favor, que dé de comer al Tr…, pero esta vez no he podido resistirme. Prometo esforzarme más. )

      Responder
  4. Wordcablo dice:
    20/01/2014 a las 21:19

    Hoy nos matan de muchas maneras. Y, cierto, el frente de las palabras es uno de los más activos de los que maneja la criminalidad capitalista.

    Responder
  5. Víctor J. Sanz dice:
    20/01/2014 a las 21:16

    Muy buen artículo.

    Echo en falta una palabra muy de moda y que a mí me suena a cadenas cada vez que la pronuncian: Competitividad.

    Responder
  6. María dice:
    20/01/2014 a las 21:14

    Chapeau. No puedo estar más de acuerdo con todo el contenido de este magnífico artículo.
    Me quedo especialmente con la reflexión del crecimiento. Al capitalismo no le interesa que crezcamos humanamente ya que automáticamente se le desmontaría el «chiringuito». Por ello su afán en mantenernos aborregados.
    De todos los sistemas económicos considero al capitalismo el más nefasto para un mundo más justo, despierto y libre.

    Responder
    • Mancuso dice:
      21/01/2014 a las 10:44

      La economía crece. Las personas se desarrollan. Buena parte del malestar actual se debe a que la gente lo que quiere es «crecer» y comprar Iphones. Incluso la contracultura tiene poco de original. En realidad no crea nada nuevo, simplemente hace de calco en negativo del modelo dominante. Eso si, sin prescindir del Iphone.

      Responder
  7. albert dice:
    20/01/2014 a las 18:28

    yo creo que queda demostrado perfectamente que inteligencia y futbol no son incompatibles.
    muy buen articulo para la reflexión.

    Responder
  8. Diógenenes dice:
    20/01/2014 a las 14:05

    Pues yo conozco a unos cuantos «abuelitos franquistas» fieles votantes del PP, con terror al Comunismo, que tras setenta años de miedo irracional han visto como todos sus ahorros se los ha robado el Banco. Algunos, genio y figura, siguen culpando a ZP, pero los más se han dado cuenta de la estafa del sistema.

    Responder
  9. Mancuso dice:
    20/01/2014 a las 13:29

    Es cierto que las palabras no son inocentes y cada grupo tiene su particular modo de pervertir el lenguaje. No voy a perder el tiempo en buscar la «mitología» comunista pero a modo de ejemplo:
    «Fueron condenados por llevar a cabo acciones reivindicaticas…» en realidad lo que hicieron fue colocar bombas.
    Es un ejemplo «nomás» que diría Chavez.

    Responder
    • ciudadano dice:
      20/01/2014 a las 18:31

      fueron muchos años de franquismo…..

      esto va a llevar generaciones….

      Responder
      • Mancuso dice:
        21/01/2014 a las 10:40

        No, algunas cosas no llevan años… son infinitas, ya lo advirtió Einstein.

        Responder
  10. Alegorico dice:
    20/01/2014 a las 11:45

    Otra palabra sacralizada es la de Consenso, hay que consensuar todo con los que ponen las reglas y dominan nuestra sociedad.

    Responder
    • Mancuso dice:
      20/01/2014 a las 13:32

      El consenso puede ser bueno. Por consenso se llegó a los Pactos de Toledo. El 10% del PIB se destina a pensiones. En Venezuela el conjunto de política social representa el 12% del PIB.
      Otro modo de manipular la realidad es obviar el dato de que los que gobiernan lo hacen porque les han votado. A partir de este error inicial todo debate está viciado.

      Responder
    • AntisistItinerant dice:
      22/01/2014 a las 05:15

      Muy de acuerdo contigo.
      Como argumentaba Antonio García-Trevijano hace años en “La Clave”, el consenso es en realidad una cualidad de la oligarquía (los oligarcas compadrean, consensúan, entre ellos) y no una virtud de la democracia. En democracia, cada uno debería mantener lo que honestamente cree y ya resultará triunfante la opción con más apoyos.

      Responder

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Lo más leído

  • Pedro Sánchez pide perdón a la ciudadanía y descarta elecciones: "Hasta esta misma mañana yo estaba convencido de la integridad de Santos Cerdán"
  • Lo de Santos Cerdán (parece que) no es lo de Begoña Gómez
  • Ni reyes ni césares: al desplegar a las Fuerzas Armadas para sofocar la disidencia, Trump ha cruzado el Rubicón
  • Su destino está a la izquierda
  • Los detenidos de la Flotilla serán liberados por Israel sin admitir cargos, según fuentes cercanas

Actualidad

  • Internacional
  • Cultura
  • Política
  • Clima
  • Sociedad

Conócenos

  • La Marea
  • Cooperativistas
  • Transparencia
  • Política de cookies
  • Política de privacidad

Kiosco

  • Suscripciones
  • Revistas
  • Libros
  • Cursos
  • Descuentos
  • Contacto

Síguenos

Apúntate a nuestra newsletter

Apúntate
La Marea

La Marea es un medio editado por la cooperativa Más Público. Sin accionistas detrás. Sin publirreportajes. Colabora con una suscripción o una donación

MásPúblico sociedad cooperativa. Licencia CC BY-SA 3.0.

Compartir a través de

Este portal web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica y necesarias para el funcionamiento de la web, no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios sin su conocimiento. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas a la de LaMarea que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos. Leer más

AceptarResumen de privacidad
Política de Cookies

Resumen de privacidad

Este portal web únicamente utiliza cookies propias con finalidad técnica y necesarias para el funcionamiento de la web, no recaba ni cede datos de carácter personal de los usuarios sin su conocimiento. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas a la de LaMarea que usted podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos.
Funcionales
Siempre habilitado

Las cookies funcionales son esenciales para garantizar el correcto funcionamiento de nuestro sitio web, ya que proporcionan funcionalidades necesarias. Desactivarlas podría afectar negativamente a la experiencia de navegación y a la operatividad del sitio.

Guardar y aceptar