Este artículo se ha publicado originalmente en Catalunya Plural. Puedes leerlo en catalán aquí.
Un viejo proverbio de la politología dice que una encuesta sola se equivoca, pero que muchas encuestas juntas nunca lo hacen. Aunque siempre es necesario cuestionar la sabiduría popular de una ciencia que no es tal, ya disponemos de suficiente material para hacer una aproximación a los diferentes escenarios postelectorales de las próximas elecciones catalanas. Son los siguientes:
1) Tripartito entre el PSC – ERC – Comuns/Sumar
Jèssica Albiach (Comuns) ha sido la primera en hacer explícito el deseo de volver a intentar un gobierno tripartito. La última –y única etapa– en la que esto ocurrió, fueron los dos gobiernos presididos por Pasqual Maragall, primero, y José Montilla, después, entre los años 2003 y 2010. Las declaraciones recientes de Puigdemont en una entrevista en RAC 1 donde afirmaba que se retiraría de la primera línea de la política en caso de no ser investido pueden suponer un fuerte incentivo para que esta opción se acabe materializando. Otra cosa es que, en caso de que este escenario se acabara dando, Puigdemont no mantenga su palabra. Ya ha pasado otras veces.
2) Gobierno en minoría del PSC
La más que probable victoria de Salvador Illa en las elecciones podría abrirle la posibilidad de gobernar en minoría. De la misma manera que Pere Aragonès ha sido presidente con solo 33 de los 68 escaños que exige la mayoría absoluta en el Parlament, los socialistas podrían reclamarle a ERC que le devolvieran el favor. Pero no solo eso. El PSC es el partido que tiene más margen de conseguir apoyos: por un lado, no es absolutamente descartable que, de manera análoga a lo que sucedió en el Ayuntamiento de Barcelona –y siempre que los números salgan–, podría pasar que tanto Comuns como el Partido Popular prefieran investir a Salvador Illa antes que habilitar una nueva reedición del pacto entre independentistas.
3) Reedición del pacto ERC y Junts (+CUP)
A estas alturas, ninguna encuesta prevé como posible una mayoría independentista. Pero la campaña aún no ha comenzado y el supuesto retorno de Puigdemont puede revivir parte del voto independentista. Si bien es cierto que Junts y ERC son adversarios naturales –pues comparten la lucha por el espacio electoral–, siempre que han tenido ocasión de pactar lo han acabado haciendo.
Dado este potencial escenario, la duda sería, una vez más, qué haría la CUP. La formación anticapitalista vive dividida, incapaz de resolver el silogismo entre independencia o políticas de izquierdas. El “lo queremos todo” –mantra común del partido– se ha resuelto históricamente con una abstención estratégica que ha facilitado el gobierno de dos presidentes (pos)convergentes: Quim Torra y Carles Puigdemont. Y al igual que dos líneas se cruzan en un punto, es imaginable que, de encontrarse en una situación similar, actúen de manera análoga.
4) Sociovergencia (PSC + Junts)
Desde que Junts per Catalunya y el PSC llegaron a un acuerdo para el gobierno de la Diputación en el año 2019, la idea de que este mismo acuerdo se pueda expandir en las principales instituciones catalanas no ha dejado de sobrevolar el tablero político. A favor de esta hipótesis: el hecho de que la distancia ideológica en materia económica no es, digámoslo, descomunal. El acuerdo en la Diputación es la prueba de ello. En contra: es un pacto que debilita electoralmente a las dos fuerzas de cara a los próximos comicios.
5) Repetición electoral
Si a estas alturas se tuviera que apostar todo a una sola de las cinco opciones consideradas, la más probable de todas ellas no es otra que una repetición electoral. Por un lado, ningún partido por sí solo, ni ninguna combinación de partidos ya naturalizada –como podría ser el PSC y los Comuns o el PP y VOX– obtendrán la mayoría suficiente para gobernar. Por otro lado, el escenario político en Catalunya sigue siendo el del postprocés. Esto hace que opciones más o menos razonables en teoría, como el escenario 1 o el escenario 4, sean, en la práctica, muy complicados. Pero la razón principal es la mencionada en el punto anterior: la proximidad de las elecciones europeas, que tendrán lugar entre el día 6 y el 9 de junio de este año, paraliza a las formaciones políticas a dar pasos en falso. O dicho de otra manera: les hace privilegiar sus intereses electorales por encima de cualquier idea abstracta del bien común.