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Argentina celebra este 2023 los 40 años de regreso de la democracia. Aún no se han esclarecido miles de los crímenes y desapariciones de la dictadura cívico militar que se inició con el golpe de estado del 24 de marzo de 1976. Otras personas han tenido un poco más de suerte. Es el caso de Carlos D’Elía , hijo de dos militantes de los Grupos de Acción Unificadora (GAU) de Uruguay exiliados en Buenos Aires huyendo de la represión de la dictadura uruguaya.
Sus padres, Yolanda y Julio, fueron secuestrados la madrugada del 21 al 22 de diciembre de 1977. Entonces su madre estaba embarazada de ocho meses y medio. Esperaron a que naciera para entregarlo a una familia con la que se crió. Cuando tenía 17 años su abuela paterna, miembro de las Madres y Abuelas de la Plaza Mayo, René Pallares, consiguió localizarle. Entonces su vida dio un giro. Descubrió su origen familiar, se vio inmerso en el proceso judicial por la desaparición de sus padres y el falseamiento de su partida de nacimiento y tuvo que decidir qué hacer con toda esa información que, de repente, le suponía tener dos familias: la que le crió y la que le buscó para explicarle la verdad.
Recibes la noticia en plena posadolescencia.
Fue un choque fuerte. No lo podía creer. Marcó un antes y un después en mi vida porque nunca había tenido ninguna sospecha sobre mi origen. Me costó mucho asimilarlo. Mi preocupación principal era que mis padres de crianza -que fueron detenidos- estuvieran bien. Quería escuchar su versión de los hechos sin negar que me estaba enterando de la verdad. Tuve mucha comprensión de la familia que me crió y de la biológica que me estaba buscando. También pedí avanzar poco a poco, sin negarme a conocer mi origen.
¿Nunca te habían dicho nada?
Nada. Me habían inscrito como hijo propio y nunca me habían dicho lo contrario. Cuando mi familia biológica me localizó, me dijeron que estaban esperando a mi mayoría de edad para contármelo. No lo creo.
¿Les has perdonado?
No sé en qué momento lo hice porque fue un proceso, pero sí. Me siento muy bien con mi historia. Haciendo lo que sentía, supe llevarlo. Elegí perdonar porque es lo que me hacía bien. No quería romper el vínculo con mi familia de crianza, aunque fueron mis apropiadores . «Apropiarse» es una palabra muy fuerte para mí. Al mismo tiempo necesitaba que entendieran que yo quería conocer a mi familia biológica, quiénes eran mis padres, la abuela, los tíos… Por eso digo que mi familia biológica fue muy comprensiva. Cada uno a su modo. A mi abuela, por ejemplo, le costó mucho. Para poder realizar este proceso yo tenía que ser auténtico, espontáneo; como soy. Esto suponía poder hablar de mi vida. Mi familia de crianza debía entender que no quería perder el vínculo y, al mismo tiempo, que quería conocer a una familia que siempre me había amado sin conocerme. ¿Qué hay más bonito que te quiera más gente?
Tu abuela es la que más luchó por encontrarte.
Sin lugar a duda. Ella, y también mi abuelo, encabezaron la búsqueda de mis padres. Los abuelos maternos hacía tiempo que habían muerto y por eso fueron los abuelos paternos quienes emprendieron la búsqueda de sus hijos, considerando a mi madre, Yolanda, como hija. La hermana de mi madre también les apoyó.
Buscaban a sus hijos pero sólo encontraron el nieto. Una ilusión pero también un golpe.
Especialmente en los primeros meses y años de investigación en los que todavía tenían alguna esperanza de encontrarlos vivos. Sólo puedo imaginar la angustia que sufrieron. Sin embargo, sabían que el destino de los bebés generalmente no era la muerte, como sí lo era para los progenitores. O sea, yo tenía que estar en algún sitio. Esto mantuvo viva la esperanza. Poder encontrarme seguramente fue una caricia en el alma para mi abuela.
¿Qué sabéis de la desaparición de tus padres?
Sabemos bastante pero no dónde están, desgraciadamente. Mis padres fueron secuestrados en su piso en el municipio de San Fernando en la madrugada del 21 al 22 de diciembre de 1977 y fueron llevados a una comisaría en la que fueron torturados. Posteriormente los llevaron a un centro clandestino de detención conocido como COT I Martínez en el norte de la provincia de Buenos Aires. Allí fueron trasladados muchos uruguayos detenidos esa misma noche y durante los días posteriores. Mis abuelos fueron los primeros testigos porque vinieron a pasar las fiestas de Navidad con ellos y cuando llegaron al piso se encontraron el apartamento ocupado por los secuestradores.
Estaba todo removido y se habían llevado muchas cosas. Se había quedado el aparato del asma de mi padre, por lo que mi abuela supo que se lo habían llevado por la fuerza. Obligaron a mis abuelos a marcharse de Buenos Aires pero volvieron tan pronto como pudieron para empezar a buscarlos. Todo indica que mis padres fueron separados en el COT I Martínez. Mi madre fue traída con otros 24 uruguayos al centro clandestino de detención del Pozo de Banfield. A finales de diciembre, mi padre con otros cuatro uruguayos que militaban en el GAU fueron trasladados a Uruguay. No sabemos nada más de él.
Paralelamente, a finales de enero, sacaron a mi madre de la celda y la llevaron a una sala de partos improvisada en una cocina. Me dio a luz esposada . Nacido me apartaron de ella y la llevaron a otro calabozo, donde permaneció sola hasta mediados de marzo. Por testigos sabemos que entonces se llevaron a todos los uruguayos excepto una mujer embarazada y otra que creían que lo estaba. Desconocemos dónde fueron a parar. Quizás un traslado a Uruguay.
¡Habéis podido reconstruir mucho!
No ha sido fácil. Gracias a testimonios de supervivientes y al hallazgo de documentación hemos podido reconstruir algunas cosas. También por el contexto histórico.
¿Qué papel jugó Jorge Antonio Bergés, el médico que acabó detenido por falso testigo?
Era un médico policial que atendía a las mujeres embarazadas detenidas y asistía a las sesiones de tortura. Es quien atendió a mi madre en mi nacimiento, quien me arrancó de sus brazos y me entregó a la familia que me crió. Fue acusado de falso testimonio en el primer juicio público de las Abuelas y Madres de la Plaza de Mayo que se hizo contra mi madre de crianza. Él firmó mi partida de nacimiento falseada. Esto supone que potencialmente todas o muchas de las partidas de nacimiento que firmó podían ser como la mía. También fue juzgado como represor. Estuvo detenido en prisión pero, incomprensiblemente, fue trasladado a casa para cumplir prisión domiciliaria. Ahora no sé cuál es su situación pero sigue siendo juzgado por delitos de lesa humanidad.
¿Por qué tus padres, uruguayos, vivían en Buenos Aires?
Mi madre es de Salto, un pueblo fronterizo con Argentina. Decidió romper los moldes familiares y se fue a vivir a la gran ciudad de Montevideo. Estudió y se implicó en la Sección Cristiana de Deportes, donde también iba mi padre, hijo único de una familia de la capital. Allí se conocieron y se convirtieron en pareja. Ambos estaban muy comprometidos y entraron a militar en el GAU. Ante la exposición pública sobre todo de mi padre en el contexto de la dictadura, que empezó tres años antes en Uruguay, decidieron casarse e ir a Argentina, quizás como paso transitorio hacia otro país pero realmente preferían quedarse cerca de su país para poder volver y apoyar. Ya en Buenos Aires intentaron concebirme aunque les costó mucho. Éste era su contexto personal cuando les secuestraron. Tenían cerca de 30 años. Eran jóvenes pero no tanto como la mayoría de detenidos, que tenían algo más de 20.
En algunas entrevistas has dicho que conocer tu historia te liberó desde un punto de vista personal, pero también colectivo. ¿Qué quieres decir?
Saber la verdad sobre algo tan profundo como la identidad y los orígenes puede ser doloroso pero, cuando lo procesas y te encargas de todo lo que ha pasado, es positivo. Vivir en la mentira no lleva a ninguna parte. Es un engaño. Es el mensaje que trato de transmitir a todos los chicos y hombres que tienen dudas sobre su identidad. Trasciende la dictadura.
Y poder explicarlo por todas partes. También en sitios poco esperados como el web del Racing Club de Avellaneda.
¡Este es reciente! [Ríe] Después de conocer la verdad está la fase de saber cómo hacerse cargo y qué hacer con ella. Cada uno hace lo que puede. Lo mejor es hacer lo que cada uno quiera y le vaya bien. Es decisión de cada uno hablar en un medio de comunicación, en un juicio o en lugares que aparentemente no tienen relación, como un club de fútbol. Esto es relativo porque un club de fútbol, más aún en un país como Argentina, puede ayudar a visibilizarse y llegar a sitios impensables.
Tuvieron que pasar 10 años para que yo decidiera hacerme cargo de mi historia buscando a mis padres, intentando averiguar más detalles sobre mi origen y, al mismo tiempo, compartiendo mi historia como una forma de crear conciencia social. Quizás son los hermanos de algunos de los nietos que todavía buscamos. Si tenemos clara nuestra historia reciente, más conscientes seremos para que no se vuelva a repetir.
«Mientras no se encuentren todos los desaparecidos de las dictaduras de Argentina y U ruguay, la investigación no terminará»
¿Las instituciones uruguayas y argentinas ayudan en la búsqueda de la verdad?
El Estado fue el responsable de los secuestros, desapariciones, torturas, robos de bebés… En la transición a la democracia había mucho temor social. Aprendimos sobre la marcha. La sociedad empezó a organizarse en espacios como las Madres de la Plaza de Mayo y posteriormente las Abuelas, cuando fueron conscientes de que también había muchos nietos desaparecidos. Se encargaron de la búsqueda que el Estado no hacía. Precisamente por eso, posteriormente se han creado más vínculos entre la institución y la sociedad civil. Ahora, en Argentina y Uruguay la búsqueda de los desaparecidos es una política de estado. Ha sido un camino gradual en el que no sólo han participado los gobiernos, también el sistema judicial, donde poco a poco aparecían espacios donde poder juzgar a los responsables. Mientras no se encuentren todos los desaparecidos, la búsqueda no terminará.
Los responsables son mucho mayores o ya han muerto.
Y muchos han hecho un pacto de silencio. Por tanto, dependemos mucho de encontrar documentación y archivos así como de la valentía de los supervivientes.
En Argentina la juez Maria Romilda Servini de Cubría abrió la querella contra los crímenes del franquismo. ¿También ha pasado a la inversa? ¿Las desapariciones argentinas han llegado a la justicia de otros países?
Sí, el caso de mis padres, en el marco de la causa del Plan Cóndor , llegó a Italia. El apellido de Elía es de origen italiano. Mis abuelos, para ampliar la búsqueda de mis padres, se incorporaron a la investigación en el exterior tramitando la ciudadanía italiana para ellos, para mis padres y para mí y mis hijas. El Estado italiano trabaja para averiguar qué ocurrió con los ciudadanos italouruguayos. Jorge Néstor Tróccoli, uno de los torturadores uruguayos, huyó del país y logramos que le detuvieran en Italia y que fuera juzgado en el marco de la causa del Plan Cóndor. Era el responsable directo de la desaparición de mis padres.
Tu prima Iliana da Silva, periodista, compartió un vídeo tuyo en Twitter en el que cuentas tu historia. Entre muchas muestras de apoyo, también hay respuestas que le acusan de estar «llena de rencor» o de hacer oportunismo «justo cuando gana la derecha». ¿Ha notado un uso político en contra de su lucha?
Hago caso omiso. No quiero perder el tiempo. Claro que son expresiones que existen y que son complejas porque las heridas están todavía abiertas. Sin embargo, tenemos claro que no queremos más dictaduras, torturas, secuestros… Es esencial y mayoritario en la sociedad. Son expresiones que tienen que ver con ideologías concretas o con la voluntad de atacar a personas particulares, quizás sin conocerlas. No se lo tengo en cuenta ni a ellos ni a muchos testigos que han hablado en los juicios. Siempre habrá alguien que opinará distinto, ya está bien que lo hagan.