Cillian Murphy en 'Oppenheimer', la última película de Christopher Nolan. © UNIVERSAL PICTURES
Si hay un rasgo que define nuestra época es haber logrado alcanzar, como especie, la capacidad de autodestruirnos. Sea mediante la Inteligencia Artificial –tantas veces comparada a las armas nucleares–, o a partir de un cambio climático antropogénico, el ser humano juega con la posibilidad de su extinción de una manera que fue inaugurada en la Segunda Guerra Mundial y ha seguido añadiendo cartas al tablero hasta ahora. Precisamente de eso va la nueva película de Christopher Nolan, que se estrenará en los cines españoles este jueves. Se titula Oppenheimer, en honor al científico que ha sido considerado el padre de la bomba atómica.
Sus dilemas morales en torno al precio a pagar por la derrota del fascismo quedan retratados en una cinta que protagoniza Cillian Murphy y cuenta con un reparto excepcional en el que destacan Matt Damon y Emily Blunt. A la luz del conflicto en Ucrania, que ha despertado el fantasma de la Guerra Fría, Hollywood aterriza con los ecos de un pasado más vivo que nunca: recuperar la biografía del hombre que ideó un arma tan poderosa, capaz de derribar al enemigo, pero también de abrir la veda a la destrucción total, puesta pronto al servicio de varias naciones.
Sabemos que J. Robert Oppenheimer, después de su invención, se pasó el resto de la vida arrepintiéndose, abogando por el control de las armas nucleares y convencido de que tenía las manos manchadas de sangre, lo cual le costó ser destituido como asesor del Comité de Energía Atómica, objeto de la caza de brujas. Es probable que las lecciones que transmite Nolan puedan iluminar las complejidades de un ahora heredero de aquellos lodos que continúa multiplicando los peligros para la supervivencia de todos.