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Una rebelión de derechas

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Cultura | Opinión

Una rebelión de derechas

"Si la izquierda no es capaz de elaborar un discurso que pueda devolver la confianza y la esperanza en la acción política, sus ofertas puntuales de mejoras concretas servirán muy poco", reflexiona José Ovejero.

Seguidores de Vox celebran los resultados en las elecciones andaluzas de 2018. MARCELO DEL POZO / REUTERS
José Ovejero
10 enero 2022 Una lectura de 4 minutos
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Hace años, en una entrevista radiofónica en Roma, afirmé que Berlusconi se había convertido en el payaso de Europa. En aquella época me parecía una anomalía bufa que hubiese llegado a ocupar el cargo de primer ministro un personaje tan ridículo, capaz de decir cualquier insensatez, multimillonario vociferante contra las élites, que tildaba de comunistas a los jueces que investigaban sus negocios sucios y sus estrechas relaciones con la mafia y con la logia masónica Propaganda Due. Mis amigos italianos no daban crédito y también creían que se trataba de un fenómeno pasajero que mostraba el punto más bajo de la política italiana. Que un político tan desvergonzado y tan obviamente corrupto –aunque aún no se conocían sus fiestas con menores– hubiese conseguido el favor de los votantes, solo parecía explicable por el hecho de que controlaba buena parte de los medios de comunicación.

Hace poco, Berlusconi ha anunciado que, a sus 85 años, con veinte juicios a sus espaldas, dos condenas y aún procesos pendientes, pretende presentarse como candidato a la presidencia de la República. Y hoy ni siquiera nos sorprende. Nos hemos acostumbrado a ver a personajes de la élite política y social presentarse como rebeldes frente al sistema, prometer el regreso a tiempos mejores, defender en público los valores que pisotean en privado, y enarbolar la bandera de la libertad individual y de la insolidaridad. También hemos visto como se saltan la ley sin que eso tenga repercusiones en su carrera política.

Digo que nos hemos acostumbrado, no que lo entendamos. Para eso puede servir un libro que he leído en los últimos días: ¿La rebeldía se volvió de derechas?, de Pablo Stefanoni (Siglo XXI/Clave intelectual, 2021). Stefanoni muestra los puntos de contacto, y también las fricciones, entre los grupos que componen ese espectro cada vez más amplio que va del populismo nacionalista y antiglobalizador al supremacismo blanco y del conservadurismo tradicional a la derecha alternativa.

De su análisis resaltaría que la identidad racial y nacional se está imponiendo como el hormigón que puede unir corrientes muy dispares y que explica que, por ejemplo, un gay o una lesbiana puedan sentirse atraídos por movimientos que hasta hace poco los rechazaban; o que por un lado merman sus derechos pero por otro coquetean con ellos y defienden su libertad frente a la intolerancia de grupos extranjeros, en particular los musulmanes. Ese discurso de defensa de lo propio contra la invasión de inmigrantes y capitalistas globales también sirve para captar a un sector obrero falto de referentes y de proyectos comunes.

No voy a destripar aquí este ensayo a la vez iluminador y descorazonador. Solo destacaré un tema que hasta ahora yo no entendía bien, o lo atribuía a la estupidez o mezquindad de esa extrema derecha que maneja las etiquetas con desvergüenza e impone el debate a partir del marco que crean con ellas: las acusaciones de comunismo a personajes tan dispares como una ministra efectivamente comunista, el Papa o cualquier defensor de derechos sociales y civiles.

Stefanoni explica cómo la idea de un «marxismo cultural» triunfante se usa para recuperar el espantajo del comunismo, muy debilitado tras la desintegración de la Unión Soviética. El argumento de fondo sería que ese «marxismo cultural» se ha ido imponiendo gracias a las élites intelectuales y económicas, anida en la socialdemocracia e incluso en algunos discursos liberales, se expresa mediante el lenguaje políticamente correcto que impide decir la verdad, y tiene su ejército en minorías como las feministas, el movimiento LGTBQI, los defensores del medio ambiente y de los derechos humanos. Por eso muchos ya no creen que «la libertad y la democracia sean compatibles». Sobre todo porque la democracia está supuestamente manipulada por una prensa al servicio de los oscuros intereses de los grandes capitalistas. Usar noticias falsas, bulos, ataques concertados en redes, sería la forma de defenderse contra ese régimen opresor.

Da igual señalar las contradicciones de esta argumentación –muy flagrante la de acusar de marxismo a la prensa, mayoritariamente en manos reaccionarias–. Quizá lo que importa es darse cuenta de que ese discurso, tomado punto por punto, puede parecer absurdo; pero en su conjunto articula una visión del mundo que apela al malestar y la rabia de millones de ciudadanos, a su desconfianza hacia el sistema, a su deseo de regresar a un mundo centrado en comunidades de miembros semejantes en los que había una seguridad que se ha perdido en la sociedad multicultural.

Digo que es importante entenderlo para que dejemos de hacer chistes y memes de cada disparate que proviene de esa derecha radical e insolidaria; la situación es seria. Y si la izquierda no es capaz de elaborar un discurso que pueda devolver la confianza y la esperanza en la acción política, sus ofertas puntuales de mejoras concretas servirán muy poco. Como se ve en lo escasamente que se reflejan en la intención de voto todas las medidas que ha tomado el Gobierno español de coalición.

El aumento del salario mínimo, los ERTE o la negociación de la reforma laboral, que benefician a millones de ciudadanos, seguirán perdiéndose bajo el ruido del pataleo si no van acompañadas de una propuesta amplia e incluyente, que abarque también a aquellos que se sienten parte de una mayoría dejada de lado y despreciada.

En palabras de Stefanoni: «…Estamos ante derechas que le disputan a la izquierda la capacidad de indignarse frente a la realidad y de proponer vías para transformarla». La izquierda ha mantenido su «capacidad de indignarse», pero no se atreve, no puede, no le dejan emprender la tarea de transformar la realidad, o incluso se ha convertido en fuerza conservadora –como en la Alemania de Schröder o en los últimos años de Felipe González–. Si eso no cambia radicalmente y se centra solo en las «guerras culturales», que nadie se sorprenda si el debate lo sigue marcando la derecha, mientras se va adueñando poco a poco del campo de batalla.

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Comentarios
  1. Julio Loras Zaera dice:
    24/04/2022 a las 17:39

    Mucho me temo que lo que tiene que hacer la izquierda no son discursos, sino hechos (de izquierdas, naturalmente.

    Responder
  2. Misha dice:
    14/01/2022 a las 09:52

    Para que se pueda realizar una gran traición o engaño es indudable que primeramente tiene que haber traidores o estafadores/as , además de la/las correspondientes victimas traicionadas o engañadas ; ¿ no es así amiguit@s integrantes de la P$$$$$$$$$$$$$$(—-)€€€€€€€€€€€€€€€€……….. ? .
    Salud.

    Responder
  3. Carmen C. dice:
    13/01/2022 a las 16:33

    LOS REBUZNOS DE AYUSO/ABUSO.
    La FADSP ante las declaraciones de la Sra. Ayuso:
    Desde la ADSP, ante las declaraciones realizadas por la Presidenta de la comunidad de Madrid entendemos que hay que resaltar 3 cosas:
    1º Lo que dice es mentira, y ella lo sabe. Es perfectamente consciente de que estos supuestos hechos que denuncia, no se están produciendo.
    2º Está claro, que lo que está ocurriendo en la Atención primaria, es el resultado de una sistemática descapitalización de este nivel asistencial que está produciendo un gran deterioro en el mismo. Faltan profesionales, faltan medios y, evidentemente, no se están adoptando por parte de la consejería ni del gobierno de la comunidad de Madrid, las medidas preventivas que son necesarias para evitar la transmisión generalizada de la pandemia.
    3º Especialmente graves son estas declaraciones por incitar al enfrentamiento entre la ciudadanía y el personal sanitario. Se pueden producir hechos muy desagradables de los que la Sra. Presidenta sería la principal responsable.
    Debe pedir perdón o irse.
    22 de diciembre de 2021

    Responder
  4. pablo dice:
    11/01/2022 a las 17:54

    El problema José, desde mi punto de vista, es donde está esa izquierda que pueda crear un proyecto politico que haga recuperar la ilusión. Plantear asaltar los cielos y terminar bailando la yenka, no es la manera.

    Responder
  5. Javier Murcia dice:
    11/01/2022 a las 14:36

    El pensamiento reaccionario siempre ha sido conspirativo, desde la Revolución Francesa o desde la derrota del Sur en la guerra civil norteamericana. Incluido el fascismo y nazismo de los años 30. Donde el victimismo era un elemento fundamental.

    La derecha lleva años tomando o imitando las ideas del movimiento llamado «antiglobalización» de los 90 del siglo XX. A todo esto hay que sumar los millones de dólares gastados diariamente en alimentar de diferentes formas tales ideas y movimientos. En este sentido la lucha siempre es muy desigual para la izquierda, que nunca cuenta con dichos recursos.

    Responder
  6. Chorche dice:
    11/01/2022 a las 13:44

    ¿Qué puede hacer la izquierda si no interesa al rebaño?
    ¿o es que la sociedad, mejor llamada el rebaño, denota sabiduría alguna, ni pensamiento propio?. Ni siquiera cultura pues hoy día no se pasa de las materias específicas que se estudian. La filosofía está totalmente subvalorada y la sociedad despojada de valores, ya se ha ocupado de ámbas cosas la dictadura del capital, hoy se admira a los grandes capos, a los corruptos, son sus referentes.
    Así es como la nave hoy está totalmente escorada a la derecha.
    Algo muy raro está pasando. Ya no se piensa por uno mismo, somos autómatas, robots, dóciles reses, ¿es la tecnología, los medios que alienan y manipulan o hay por ahí alguna sustancia opiacea?.
    Hoy día llevamos carrera hacia atrás perdiendo derechos y libertades en todos los ámbitos y sin embargo nunca había visto tal parálisis social.
    Yo también estoy contra la invasión de capitalistas globales ¿eh? defiendo la economía local y me considero radical de izquierdas al tiempo que defensor del soberanismo aragonés. No encuentro que esté reñido lo uno con lo otro. Es bueno empezar por la propia casa. Hay nacionalismos y nacionalismos. Los de izquierdas suelen ser abiertos, solidarios y cooperantes. Hay nacionalismos descolonizadores que surgen como reacción a una derecha cerril y centralizadora que oprime y perjudica los derechos y las libertades de los pueblos.
    ——————————————
    Hoy la gente aplaude las leyes abuso (Ayuso)
    Leyes hechas a la medida de la especulación y del negocio a costa de los DDHH y del medio ambiente:
    En plenas fiestas navideñas y sin previo aviso, el Gobierno regional presidido por Isabel Díaz Ayuso publicó el 23 de diciembre en el portal de transparencia el anuncio de trámite de audiencia e información públicas del Anteproyecto de Ley de medidas urgentes para el impulso de la actividad económica y la modernización de la administración de la Comunidad de Madrid, estableciendo el reducido plazo de siete días hábiles, entre Noche Buena y Noche Vieja, para la presentación de alegaciones.
    La complejidad, la transcendencia y los efectos del Anteproyecto sobre la sociedad madrileña, su territorio, su medio ambiente y sus derechos son de tal envergadura que resulta del todo imposible que en 7 días hábiles -inmersos en las fiestas navideñas y en la sexta ola de la pandemia con numerosas personas afectadas por la cepa ómicron- podamos participar de forma real y efectiva, según establece la regulación de la participación de la ciudadanía en el procedimiento de elaboración normativa.
    Consideramos inadmisible el proceder de la presidenta Isabel Díaz Ayuso y su Gobierno al pretender modificar radicalmente normativa consolidada de la Comunidad de Madrid, reduciendo el debate parlamentario (al tramitarse por vía de urgencia) y eludiendo la participación social. Bajo el falso enunciado de ‘impulso de la actividad económica y la modernización de la administración de la Comunidad de Madrid’, se introduce un conjunto de medidas que en realidad suponen otra vuelta de tuerca en la privatización y la liberalización de la gestión de múltiples servicios públicos y áreas de gobierno en la región afectando negativamente a los derechos colectivos y bienes comunes.
    El Gobierno regional debe renunciar a esta forma de gobernar de espaldas a la participación ciudadana, de espaldas al diálogo y la negociación, esta forma crispada de gobierno que rechaza todo lo ajeno y sólo presta atención a lo que siente propio, en definitiva, a esta forma sectaria de afrontar el gobierno de la Comunidad de Madrid.
    46.000 personas han firmado parar la ley Ayuso-Abuso:
    https://www.change.org/p/paremos-la-ley-omnibus-ayuso-abuso-idiazayuso?utm_content=cl_sharecopy_31879832_es-ES%3A4&recruiter=17442409&utm_source=share_petition&utm_medium=copylink&utm_campaign=share_petition

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