Alicia D’Addario.
Alicia D’Addario: A pesar de que la EJI ha crecido en los últimos años, hemos resistido compartimentándonos. Valoramos las sinergias. Los que estamos luchando contra los prejuicios raciales en la aplicación de la pena de muerte aportamos esa experiencia al trabajo por la justicia racial, y viceversa.
¿Para quiénes construyen esos relatos?
D’Addario : Cuando litigamos un caso, procuramos dirigirnos a los verdaderos responsables de la toma de decisiones, como los jueces. Son audiencias que piensan muy diferente a nosotros.
Sanneh : La EJI lleva más de treinta años en Montgomery, Alabama. Nunca hemos tenido el lujo de predicar al coro. Nos tomamos muy en serio lo que significa persuadir al público. También es fundamental para hablar de temas como la raza y la justicia racial en el Sur, por ejemplo en el memorial y museo. No puedes empezar asumiendo que todos tengan el mismo nivel de comprensión. Montgomery no es Berlín. El monumento al Holocausto en Alemania es muy abstracto. No podíamos hacer algo así en un memorial por la historia de los linchamientos en Alabama. Nuestro monumento también es una gran estructura física, pero no había que empezar con una explicación sobre la historia de la esclavitud. Lo primero con que el visitante se encuentra al entrar en el monumento es una escultura que representa a africanos esclavizados y secuestrados que llegan a Estados Unidos.
Mientras ustedes están en los tribunales locales, Bryan Stevenson viaja por todo el mundo ¿Cómo combinan el trabajo a ras de suelo con esa proyección internacional?
Sanneh : Bryan tiene una serie de prioridades muy claras que ha convertido en toda una cultura institucional. Bryan sigue siendo un enigma incluso para muchos de los que trabajamos con él. Incluso cuando está ahí fuera como portavoz internacional, está muy metido en casos y programas individuales. Se da cuenta más que nadie de que este tipo de trabajo a ras de suelo es el núcleo de lo que hacemos. Pero incluso cuando estamos trabajando a través del sistema legal tradicional, somos muy conscientes de que los tribunales no operan de forma aislada. Trabajamos en un clima más amplio. En los últimos cinco o seis años, hemos tomado la decisión de tratar de intervenir en ese clima de forma activa.
D’Addario : Recibimos literalmente cientos de cartas cada semana solicitando nuestra asistencia legal. Después de todo, hay 2,3 millones de personas encarceladas en los Estados Unidos, y la mayoría no tiene abogado. Bryan es capaz de ver cuándo necesitamos dar un paso atrás y dedicar tiempo a ese trabajo de concientización más amplia. Sanneh: Y realmente vivimos rodeados de un mar de necesidad. En Alabama, por ejemplo, no existe un servicio de defensores públicos a nivel estatal. No hay ningún programa financiado por el Estado que dé ayuda legal a los condenados a muerte. En los tribunales, la crisis es extrema en todos los niveles. Esa realidad ha dado forma a todo lo que hacemos. Tratamos de ser muy estratégicos sobre dónde podemos tener un impacto real.
¿En qué se diferencia su trabajo de otras ONG norteamericanas que luchan por la justicia racial y los derechos civiles?
Sanneh : Somos una gran organización orientada al servicio. Representamos a un gran número de clientes, proporcionándoles servicios legales gratuitos. Todo lo demás nace de esa realidad.
Stevenson tiene un aire de santo. Su causa es radical, pero su modo de operar parece evitar las confrontaciones.
Sanneh : Bryan es una persona extraordinariamente decente y humilde, lo que hace que sea un gran líder. Pero también le importa mucho la gestión y es muy hábil en ella. Su enfoque sirve de modelo para toda la organización. Le han moldeado intensamente las responsabilidades que ha asumido como abogado y defensor. Decidió pasar su tiempo en pequeños juzgados y prisiones del Deep South. Aunque también litiga ante la Corte Suprema, no es ahí donde pasa la mayor parte de su tiempo. Y eso te obliga a pensar sobre qué es lo que sirve en esos espacios. ¿Cómo te comunicas con personas que tienen una perspectiva muy diferente a la tuya?
La empatía es clave. La gente a menudo habla de la importancia de empatizar con el cliente. Nosotros también; de hecho, en la EJI, uno de nuestros principios es: cada persona es más que lo peor que ha hecho en su vida. Pero también hay que intentar comprender a las demás personas con las que interactuamos. Si Bryan sabe hablar con muchos tipos diferentes de personas, es en parte porque trabaja en una región donde no se dicen muchas verdades sobre la injusticia racial.
La EJI no suena como el típico bufete de abogados.
D’Addario : Lo genial es que todos pasamos tiempo con los clientes. Una vez que te acercas a las personas que están marginadas de esta manera, te hace pensar de manera diferente sobre cómo manejar situaciones difíciles.
Sanneh : Aprendes muy rápidamente que nada de esto va de ti. Tus rollos personales los dejas en casa. Si vas a una prisión para visitar a un cliente y un oficial te trata mal en el registro, tú decides cómo manejar esa situación. Si te vas con mal rollo, es tu cliente quien va a llevar esa carga, no tú. Del mismo modo que, si te presentas al tribunal y un juez te dice algo que no te gusta, puedes defenderte para sentirte mejor en el momento. Pero es tu cliente quien asumirá el costo.
Ambas llevan más de una década aquí. ¿Cómo lidian con un mundo que parece empeñado en empeorar?
D’Addario : Somos muy conscientes de los altibajos del clima, tanto en los tribunales como en general. Pero intentamos adoptar una visión a largo plazo. Claro, hay períodos difíciles. Pero debemos encontrar la manera de continuar. Nuestros clientes nos necesitan.
Sanneh : Incluso cuando las cosas en general pueden ser muy frustrantes, hay un colega que vuelve feliz después de haberle ganado la libertad condicional para una persona que lleva cuarenta años encarcelada. U otro colega que tenía un cliente que se resistía a hablar, consiguió por fin que se abriera. Estamos haciendo cosas significativas todos los días. Ayudar a una sola persona a salir de la cárcel es algo increíble, una sensación imposible de describir.
Tenemos nuestras propias métricas de éxito. Vemos victorias todos los días que confirman el valor de lo que estamos haciendo. Aun así, si la composición de la Corte Suprema de Estados Unidos cambia, por ejemplo, no tenemos más remedio que adaptarnos. Pero hay algo poderoso en aquello de fijar la mirada en el largo plazo. Nuestro trabajo por la justicia racial, incluidos el monumento y el museo, ha vuelto a enfrentarnos con una idea de la que Bryan habla a menudo: la lucha ha sido larga –y lo seguirá siendo–. Al salir del monumento, hay una maravillosa escultura de Dana King que conmemora a las tres mujeres que encabezaron el boicot a los autobuses de Montgomery en 1955 y 1956. Cuando estoy teniendo un día difícil, siempre pienso en esa escultura. Me crié pensando que la era de los derechos civiles era increíble y que estas personas eran héroes. Pero después de sumergirme en la era de los linchamientos, tengo una relación diferente con esa historia. Estas personas se criaron en una época en la que se quemaba a los negros, arrastrando sus cuerpos por la calle. Sin embargo, tenían la esperanza y la perspicacia suficientes para lanzar uno de los movimientos populares más exitosos de la historia. Esa escultura me recuerda a estas mujeres que, en lugar de tomar el autobús, se pasaron un año entero yendo y viniendo al trabajo -un tramo de hasta diez kilómetros- a pie. Adoptar una visión a largo plazo así no significa que subestimemos los retos de hoy. Pero sí nos hace darnos cuenta del camino recorrido por nuestros antepasados. Y que lo recorrieron sin perder la esperanza ni la capacidad de pensar de forma estratégica.