Cultura
Hay tanto por hacer…
La única obra de Fernando Ruiz Vergara representa uno de los episodios más singulares y controvertidos del cine español: ‘Rocío’ fue censurada ya en democracia y él no volvió a hacer cine. El documental ‘Caja de resistencia’ recupera los proyectos que nunca pudo realizar e imagina, desde el presente, las películas que quedaron en el camino.
«Tengo la impresión de que he quemado las naves y tengo que volver a nado», escribió Fernando Ruiz Vergara en uno de sus cuadernos de trabajo. «Me hace daño constatar la ingenuidad de mi proceder».
¿Era Ruiz Vergara un ingenuo? Sí y no. En un determinado momento dijo lo que nadie se atrevía a decir. Y lo pagó. Pero alguien tenía que hacerlo. Su documental Rocío (1980) era un prodigioso estudio etnográfico y político a partir de la romería almonteña. Analizaba la historia de la Iglesia y sus alianzas con la burguesía. Mostraba la fiesta desde la lucha de clases. Se detenía en su carácter dionisíaco. Siendo todo eso polémico, no fue lo que provocó su caída en desgracia: también señalaba con nombres y apellidos a uno de los responsables de la represión franquista en Almonte. Fue procesado por ello y su película fue censurada por injurias graves. En la actualidad, esa sentencia, emitida en 1984, sigue vigente. Poco importó que medio pueblo se agolpara a las puertas del juzgado para testificar que todo lo que se decía en Rocío era verdad. No les dejaron entrar. Ruiz Vergara nunca volvió a hacer cine.
Hoy, los cineastas e investigadores Concha Barquero y Alejandro Alvarado han recogido su legado para elaborar Caja de resistencia. Este documental nace a partir de los guiones y notas de trabajo que escribió en su exilio portugués. Allí, antes y después de Rocío, encontró siempre refugio y camaradería. Allí empezó a hacer cine, en plena efervescencia de la Revolución de los Claveles. Junto a sus amigos realizó un documentalismo militante cuyo espíritu queda perfectamente reflejado (y continuado) en Caja de resistencia. Es precisamente a esos locos del cine a quienes arrastra hasta Almonte para rodar su única cinta. Son una docena de jóvenes armados con cámaras a los que desperdiga por la aldea y cuyas imágenes, en combinación con el afilado guión de Ana Vila, componen un hito del cine español. Y después, el silencio.
«Hay tanto por hacer…», suspira Ruiz Vergara en Caja de resistencia. Habla de su trabajo, pero sobre todo de la construcción de una sociedad utópica, más justa, más libre. «Estamos montados en el caballo del dinero, del interés y de la puta que los parió, caralho», remacha en su particular portuñol, atropellado y entrecortado por su prolongado apego al tabaco.
Su vida induce inevitablemente a una reflexión: empezó a trabajar de niño, haciendo churros con su madre; luego emigró a Alemania y más tarde a Francia, donde trabajó en una fábrica de encurtidos antes de recalar en Portugal. Su compromiso abarcó el izquierdismo, el cooperativismo, el andalucismo, y a buen seguro ninguna de esas cosas le favoreció a la hora de desarrollar una carrera artística. Pero si no volvió a rodar no fue por eso. Probablemente tampoco por señalar a unos asesinos fascistas. Si no volvió a rodar fue por no haber nacido en una familia acomodada. Y porque España es como es.
«Ya sabemos por dónde van los tiros. Y sea en un momento o en otro, los hijos de puta son los mismos. Los que joden al personal están históricamente retratados. ¿Y qué pasa? ¿Los quitamos del retrato? ¿Cómo se hace eso?», se pregunta Ruiz Vergara. «Pues habrá que sembrar la coherencia y esperar a que crezca o… yo qué sé».
‘Caja de resistencia’ se estrenó en cines el pasado 12 de septiembre, y se presentará el próximo domingo en Alcances, el Festival de Cine Documental de Cádiz. En Santiago de Compostela, se estrenará en el cine Numax el 29 de septiembre. También se proyectará el 1 de octubre en el Festival de Nuevo Cine Andaluz de Casares (Málaga). El documental seguirá de gira durante los próximos meses por diferentes ciudades: Mérida, Madrid, Salamanca, A Coruña, Las Palmas y San Sebastián, entre otras.
Esta reseña se ha publicado originalmente en El Periscopio, el suplemento cultural de La Marea. Puedes conseguir la revista aquí o suscribirte para apoyar el periodismo independiente.