Internacional | Opinión
Del gueto de Varsovia al de Gaza: el uso del hambre como arma de guerra
"Hay más de dos millones de palestinos atrapados en el gueto de Gaza, que hoy, más que nunca, claman por alimentos, ayuda, solidaridad y el compromiso activo de todos nosotros".
En 1516, una zona de tres hectáreas en la ciudad de Venecia, Italia, fue designada como el área en donde los judíos tenían que vivir. Dado que la zona se encontraba en un lugar donde antes había una planta de fundición de cobre, se la denominó “geto”, que en dialecto veneciano significa “fundición”. La práctica de confinar por la fuerza a los judíos en estos “guetos” se extendió y alcanzó su clímax más brutal y asesino bajo el régimen nazi, durante las décadas de 1930 y 1940. Los nazis instauraron cientos de guetos en las ciudades que ocuparon y establecieron un sistema de opresión que, para la mayoría de los judíos, significó la muerte en las calles o la deportación a campos de exterminio como el de Treblinka.
De todos los guetos nazis, el de Varsovia fue el más tristemente célebre. Alemania invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939 y en menos de un año había construido ese gueto amurallado. Cerca de medio millón de judíos fueron encarcelados allí. Quienes intentaban escapar eran fusilados al instante. Alemania restringió de inmediato los alimentos y las medicinas, lo que provocó que mucha gente muriera por enfermedades e inanición.
Las escenas de desesperación que se vivían en el gueto fueron captadas por las cámaras de la propaganda nazi. Años después de la guerra, se encontraron en Alemania Oriental cuatro rollos de imágenes de cine mudo, que aparecen en el documental de 2010 titulado A film unfinished (Una película inacabada). La cinta yuxtapone escenas ficticias de judíos adinerados de Varsovia que disfrutan de una vida cómoda mientras, afuera, algunas personas vestidas con harapos piden limosna y otras recogen cadáveres de las calles. La película propagandística quedó inconclusa, de ahí el título del documental, pero las imágenes de sufrimiento que captaron las cámaras brindan una perspectiva poco común sobre las condiciones inhumanas que padecieron los habitantes del gueto establecido por los nazis.
Eso sucedió en 1942. Actualmente, en 2025, existe otro enclave asediado donde personas de una misma etnia están encerradas, mueren por inanición y enfermedades, y son fusiladas en el acto si intentan escapar. Se trata de Gaza, un infierno en la Tierra que solo puede describirse como un gueto.
Esta comparación no es nueva. Dos meses después del ataque sorpresa que Hamás llevó a cabo en Israel el 7 de octubre de 2023, la revista The New Yorker publicó un ensayo de M. Gessen titulado In the shadow of the Holocaust (A la sombra del Holocausto, en español). En él, Gessen compara los guetos judíos del nazismo con las condiciones que se vivían en Gaza. En una entrevista que mantuvo con Democracy Now! tras la publicación del artículo, en 2023, Gessen explicó la comparación:
“Las similitudes son tan sustanciales que nos pueden ayudar a comprender lo que pasa. […] Lo que está sucediendo ahora es que el gueto está siendo arrasado. Y creo que eso es algo importante para decir, no solo porque es importante describir las cosas de la mejor manera que podamos, sino porque, de nuevo, en nombre de la idea del “nunca más”, nos tenemos que preguntar si esto es como un gueto. Si lo que estamos presenciando ahora –esta matanza indiscriminada, esta ofensiva que ha desplazado a casi toda la población de Gaza y que la ha dejado sin hogar– es sustancialmente similar a lo que vimos en algunos lugares durante el Holocausto, si es así, ¿qué hará el mundo al respecto? ¿Qué va a hacer el mundo en nombre del ‘nunca más’?”.
Omer Bartov, académico israelí-estadounidense y profesor de Estudios sobre el Holocausto y el Genocidio en la Universidad de Brown, dijo a Democracy Now! que existe un consenso cada vez mayor entre los expertos respecto a que la ofensiva israelí en Gaza constituye un acto de genocidio. Acerca del plan de Israel de construir una llamada “ciudad humanitaria” para albergar allí a 600.000 palestinos, Bartov expresó:
“[Sería] una especie de híbrido entre gueto y campo de concentración, erigido sobre las ruinas de Rafah […]. Israel está expresando públicamente su intención de establecer un gran campo de concentración cuyo objetivo es la expatriación de la población [palestina]”.
Más de 100 palestinos han muerto de inanición en Gaza hasta el momento, y la cifra continúa en aumento. El relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, Michael Fakhri, dijo a Democracy Now!:
“Nunca hemos visto una hambruna avanzar tan rápido; es la campaña de inanición más rápida de la historia moderna”.
La distribución de ayuda humanitaria de la ONU ha sido prácticamente cancelada y reemplazada por la denominada Fundación Humanitaria de Gaza, una controvertida organización que cuenta con el respaldo de Estados Unidos e Israel. Los palestinos se agolpan en los escasos e inadecuados centros de reparto de ayuda en busca de alimentos y, hasta el momento, más de 1.000 han perdido la vida en esos lugares tras recibir disparos de militares israelíes y mercenarios estadounidenses.
Mahmoud Alsaqqa es coordinador de Seguridad Alimentaria y Medios de Vida de la organización Oxfam en Gaza y él mismo ha perdido más de 13 kilos durante la actual guerra de Israel contra Gaza. En conversación con Democracy Now!, Alsaqqa expresó:
“Esto está sucediendo ante los ojos de todo el mundo. Todo el mundo está viendo esta situación desgarradora sin poner en acción ninguna medida concreta”.
Los judíos del gueto de Varsovia iniciaron un levantamiento que detuvo temporalmente las deportaciones a los campos de exterminio. El levantamiento fue sofocado a mediados de 1943 y los habitantes del gueto que aún permanecían con vida fueron fusilados. En la actualidad, Varsovia está repleta de monumentos que rinden homenaje al gueto y al levantamiento.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quieren expulsar a todos los palestinos de Gaza, en un acto criminal que equivaldría a una limpieza étnica a gran escala. Trump quiere que Estados Unidos se apropie de Gaza y construya lo que él ha denominado como “la Riviera del Medio Oriente”.
Hay más de dos millones de palestinos atrapados en el gueto de Gaza, que hoy, más que nunca, claman por alimentos, ayuda, solidaridad y el compromiso activo de todos nosotros.
© 2025 Amy Goodman
Traducción al español de la columna original en inglés. Edición: Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
Razan Abu Zaher murió de hambre.
Tenía cuatro años.
Murió en el suelo de un hospital en ruinas, con sus pequeñas costillas subiendo y bajando como alas demasiado frágiles para levantarse. Su cuerpo no tenía grasa que quemar. Sus ojos estaban hundidos. Su voz, que antes era un susurro de risa, hacía tiempo que había desaparecido.
No murió rápidamente. Murió lentamente.
Murió bajo la mirada de su madre, que le rogaba que aguantara. Bajo la mirada de un médico que ya no tenía jeringuillas, ni suero, ni palabras, y bajo la mirada de un mundo que se conectó y luego se dio la vuelta.
Su muerte no fue una tragedia. Fue una sentencia, escrita no con precipitación, sino con política.
Razan no está sola. Es una entre miles…
Las madres sostienen a bebés que ya no lloran.
Los padres cavan tumbas con sus propias manos, susurrando canciones de cuna al polvo.
Gaza está asediada por el hambre, la muerte, la traición árabe y la perfidia internacional.
Esto no es una hambruna. Es el hambre como arma. El estrangulamiento deliberado de un pueblo, no con una cuerda, sino con papeleo.
No sólo con bombas, sino con burocracia.
Sí, la historia ha conocido el hambre como arma, pero lo que está ocurriendo en Gaza no tiene precedentes.
Nunca en la historia reciente se ha encerrado a una población civil en una franja de tierra vallada, privándola de alimentos, agua y combustible, mientras se la bombardea desde el aire, la tierra y el mar.
Esto no es un asedio. Es el primer exterminio televisado del mundo.
No se trata sólo de un ataque contra los cuerpos. Es una guerra contra la conciencia.
El hambre no sólo tiene como objetivo matar, sino también destruir la capacidad de pensar, de organizarse, de tener esperanza.
Van en busca de un saco de harina y regresan como cadáveres.
El domingo, 115 palestinos fueron asesinados a tiros mientras buscaban ayuda. Noventa y dos de ellos intentaban recoger comida. Diecinueve eran niños.
Esta no es una crisis humanitaria. Es exterminio por hambre. Y aun así, el mundo insiste en que esto es una guerra.
No es una guerra. Es una aniquilación coreografiada, prolongada y permitida.
Israel lanza las bombas y cierra las puertas. Estados Unidos paga las armas y lo protege con vetos.
Los regímenes árabes hablan de hermandad y sangre compartida, pero ahora son guardianes, carceleros y ejecutores.
Europa, tan orgullosa de su ilustración. Tan rápida en invocar el «Nunca más». Tan silenciosa cuando los cadáveres son palestinos. «Una traición cruel e ilegal a la ley, a la conciencia y a la propia Europa». Esto será recordado, no como una política, sino como complicidad. No como neutralidad, sino como asociación para el crimen.
Lo que está ocurriendo en Gaza no sólo viola la ley, la destruye.
Rompe todos los principios de la humanidad, todos los tratados que pretenden defenderla.
El mundo no sólo le falló a Gaza. La abandonó. Y al hacerlo, se expuso a sí mismo.
Gaza no es sólo un campo de exterminio.
-Soumaya Ghannoushi- LoQueSomos-
Es un espejo, y en su reflejo vemos nuestra vergüenza absoluta, sin adornos.
El problema lo tiene el contribuyente americano y europeo , sus industrias armamentisticas no quieren que las guerras tengan fin, Ucrania, todo Oriente Medio, Africa y otras guerras, ahora toca a Camboya y Tailandia, un conflicto de fronteras que el colonialismo frances dejo, como dejo otros, como el de Marruecos y Argelia y otros que fueron bien estudiados para largo plazo.