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Llaveros con Franco, calcetines de Vox y Ayuso enmarcada. Todo en orden en Majadahonda
"La caspa es hoy 'mainstream' y un lucrativo negocio", argumenta Miquel Ramos.
José Antonio, Franco y Ayuso. Son los rostros que se venden enmarcados en un puestecillo de Majadahonda, en Madrid, junto a llaveros, banderas y bufandas repletas de banderas de España, escudos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, cruces de Borgoña, águilas franquistas y calcetines de Vox. Hay mercado, es obvio; siempre lo hubo para la mugre. Solo que antes tenías que pedir en voz baja al tendero fascista de confianza que te sacara el género sin que nadie te viera. Porque antes estaba feo eso de vender cosas nazis y fascistas en un mercadillo. Ahora, la policía se pasea tranquilamente ante este puesto todos los sábados, en esta localidad gobernada por el PP, y ve cómo los logos de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado se venden en llaveros junto a la cara de Franco y el yugo y las flechas. Todo en orden.
Hoy es mucho más habitual encontrar este tipo de género a la vista de todos. De hecho, en el mercado de las ideas es un valor en alza. Ante la normalidad con la que se pasea el fascismo por las instituciones, y la inundación del malismo en redes y medios de comunicación, este puesto en un mercadillo es lo de menos. Tan solo trata de sacar provecho de algo que vende. Como las numerosas tiendas y marcas que, desde hace unos pocos años, se han lanzado a sacar pasta de la nueva moda fascista. La caspa es hoy mainstream y un lucrativo negocio.
La novedad, eso sí —al menos en el mercadillo—, es encontrar a figuras y mitos del fascio español junto a una presidenta de una comunidad autónoma. No me imagino una foto de Mazón, de Mañueco, de Moreno Bonilla, ni siquiera de Aznar, en un puesto en la feria de un pueblo. Si estuviera junto a la de Franco, dudo que les hiciera gracia. Sin embargo, no creo que esto mismo le suponga ningún tipo de incomodidad a Ayuso. Sabe en qué liga juega y con quién compite. En el mercadillo político, hace tiempo que están en la misma caseta: junto a los mismos productos, el mismo género, la misma clientela.
Nos queda Barcelona.
No creo que la ciudadanía barcelonesa lo consintiera.
Antes le hubieran prendido fuego.
En Madriz todo empezó con el Tamayazo, con malas artes, y cuando estos herederos del dictador llegan al gobierno se ocupan a fondo de atarlo bien atado todo, como su «maestro» les enseñó y ya no hay forma de que se vayan.
Claro, tambien hay que decir que los poderes, el económico, el judicial, las fuerzas del orden, la jefatura del estado y la desinformación y manipulación del pueblo están con ellos.