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Corruptores y más allá
La corrupción está inevitablemente ligada a «la concentración oligopólica de la estructura empresarial y de la riqueza», sostiene el economista Fernando Luengo.
Está muy bien que por fin se hable de «corruptores», aludiendo a esas empresas privadas que obtienen grandes beneficios actuando en connivencia con políticos «corruptos», creando redes opacas… o no tan opacas ¡Más bien eran perfectamente visibles, pero se contemporizaba con ellas o se miraba hacia otro lado, permitiendo su funcionamiento! En estas redes se han movido y repartido cantidades ingentes de dinero público.
Bienvenido sea el cuestionamiento del dogma de que, a diferencia de lo público, al que se atribuye una intrínseca ineficiencia, y del ejercicio de la política, supuestamente atravesado de corruptelas, la iniciativa privada es, por definición, eficiente… ¡e inmaculada! Este es uno de los mantras más dañinos e injustificados, que no sólo explica el ascenso de la extrema derecha y de los fascismos sino también la progresión del pensamiento conservador.
Seamos conscientes, en todo caso, de que, sin restar a este asunto un ápice de importancia, que la tiene, el problema trasciende con mucho a los «corruptores privados» y a las redes en las que estos operan. Es obligado, debería serlo para las izquierdas, ampliar el foco (para las derechas forma parte de su normalidad no hacerlo), introduciendo en el debate político –debate que, por cierto, no puede quedar confinado a un par de sesiones parlamentarias y a un paquete de medidas de urgencia destinadas a salvar la legislatura– la problemática derivada de la concentración oligopólica de la estructura empresarial y de la riqueza, concentración que no ha dejado de acentuarse. Porque este es un problema, ¡sí, un problema!, que con algunas llamativas excepciones no está en el debate, y mucho menos todavía si nos referimos a actuaciones concretas destinadas a contener o reducir ese proceso concentrador, que ni están sin se las espera.
El capitalismo realmente existente se caracteriza, este es su principal rasgo distintivo, por el enorme poder económico y político de las corporaciones y de las grandes fortunas en todos los sectores de la economía, tanto en los de perfil tradicional como en los más modernos. Un poder que no ha dejado de crecer, especialmente en los episodios de crisis, con la intensificación de las fusiones y adquisiciones a escala estatal o transfronteriza, los vínculos accionariales entre grupos y empresas o la recompra de las acciones para aumentar su valor en bolsa. Los ricos cada vez más ricos y el control corporativo cada vez más denso.
Este poder inmenso y creciente explica su acceso en condiciones privilegiadas –no necesariamente fraudulentas, forma parte del statu quo legal– a los recursos de todos; un par de ejemplos de manual, entre otros muchos que cabría citar, son el ventajoso reparto de los fondos europeos y las muy favorables condiciones en las que intervienen en las licitaciones públicas.
Estamos ante un entramado de privilegios y privilegiados que apenas paga impuestos –el Estado español es prácticamente un paraíso fiscal, no hay que mirar a Malta, Luxemburgo o Irlanda– y que retribuyen a sus ejecutivos y principales accionistas con cantidades astronómicas –una de las claves del continuo aumento de la desigualdad–. Sin considerar este entramado, que, como he señalado antes, ha ocupado parcelas crecientes y decisivas de lo público, no se entiende la dimensión y el recorrido de las prácticas corruptas, las cuales se alimentan de ese poder.
Sin esa consideración, es imposible, de hecho, cambiar las cosas en beneficio de las clases populares. ¿Esos partidos que se reclaman de izquierdas piensan hacer algo al respecto? Sin un movimiento social que empuje en esa dirección, lo dudo.
Los partidos parlamentarios hablan de corrupción sin asumir que es intrínseco al sistema donde chapotean.(Insurgente.org)
Esta vez la corrupción del PSOE a escena, es decir los favores por mordidas en la obra pública y en contratos con el estado.
Nada nuevo, lo mismo que el PP cuando gobierna, un auténtico bucle que los partidos y sus terminales mediáticas ocultan.
Una repetición que es propia del sistema. Está en su naturaleza: el capitalismo no se entiende sin la especulación y la extorsión por el dios dinero.
A partir de ahí, tomar medidas, dimisiones (pocas), cárcel breve para los culpables y discursos en el Congreso de los Diputados conforman un teatrillo de baja intensidad pese a sus esfuerzos, gritos, abucheos y palabras fuertes que trae el libreto.
Es el mismo que se produjo con la Gurtel, Púnica, Kitchen, Elecnor…cuando gobernaba el PP y que ahora se intenta aplicar la desmemoria para que no se pierda la perspectiva que si a usted no le gusta A porque es muy corrupto, puede acudir a B y cuando no le guste B porque es muy corrupto, tiene a A.
Y así que vayan pasando las legislaturas que el poder (el capital) no está para perder el tiempo con minucias.
SOCIALISMO o BARBARIE.
El movimiento social pasó a la historia.
No sé si es la IA, la ley mordaza, la represión, la manipulación mediática, o todo junto, pero las masas cada vez están más apáticas, desactivadas y manipuladas.
Las últimos generaciones ya han sido formadas en los «valores» del capital, no han conocido otra cosa.
Por eso el capital está barriendo pues sabe que no tiene oposición, que somos tontos.
Ya lo decía el multimillonario Warren Buffet: hay una lucha de clases y la estamos ganando nosotros.
Hay una minoría de juventud «despierta» que no ha perdido los valores ni el valor de la lucha.
Hay que apoyarles. Son la esperanza de un mundo más justo.
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(«Txupinazo sí, lucha también», Ane Ibarzabal, Insurgente.org):
… más allá del debate de la función estructural de la policía, que es imprescindible, hay otro debate sobre la mesa: que en Euskal Herria (y en todas partes) también van a peor las condiciones objetivas y subjetivas para hacer política fuera de las instituciones, y eso tiene culpables.
No podemos entender la despolitización de la sociedad, la pérdida de las ganas de luchar o la tendencia hacia la derecha de las ideologías, si no se entiende que la militancia contraria a esas tendencias y las condiciones que lo permiten son permanentemente atacadas….