Análisis | Opinión

Hambre y bochorno

"La crisis climática exacerba los conflictos activos y genera otros nuevos, aumenta el porcentaje de personas que no comen lo suficiente -la llamada, inseguridad alimentaria-, alienta a los grupos fundamentalistas, que se nutren del hambre de oportunidades y de esperanza...", escribe desde Mali Patricia Simón.

Comentarios
  1. La clave del problema, Alfonso, es de mentalidad, de educación y por extensión, de valores.
    Mientras tengamos una sociedad narcisista preocupada únicamente de su propio ombligo y que usa el término «ecologista» como algo incluso despectivo, tendremos una degradación del planeta y de los que vivimos en él.
    Relacionar el hecho de apagar escaparates con la malnutrición en cualquier parte del mundo no es muy afortunado. Es este sentido admito que la queja que pretende elevar el artículo se politiza, y al herir sensibilidades de aquellos que se afilian a colores e ideologías no ayuda a corregir el problema.
    Es tan desafortunado como hablar de la basura en la recepción de Greta Thumberg (suena a la típica respuesta ególatra de pelea de adolescentes).
    Pero más allá de la política, de si los ecologistas o de si los fascistas, la realidad es que todos y entre todos tenemos la responsabilidad de que nuestros hijos tengan un futuro alentador.
    Y no estoy hablando solo en el ámbito económico (que es como la observan únicamente aquellos que asocian evolución a un incremento del PIB), sino a una mejora generalizada.
    Con el COVID hemos experimentado en muy breve espacio de tiempo cómo las consecuencias de lo local se convierte en general.
    «Pandemias» estamos viviendo muchas, lo que pasa es que algunas se extienden con mucha más lentitud que otras.
    Ante los síntomas que sugieren migraciones como consecuencia de guerras, pobreza y cambio climático, ¿qué es lo sensato? ¿invertir millones de euros y generar acuerdos con políticos autoritarios y represores (como Erdogan o Mohamed VI) para evitar la entrada de esas personas, o hacerlo en tratar de resolver los problemas que se están produciendo en origen?
    Cualquiera con dos dedos de frente entenderá que es de interés general abordar el cambio climático, la pobreza y todos los ODS de la agenda 2030.
    Aunque sea únicamente un acto egoísta.

  2. Esa es precisamente la clave del problema. Cuando la temperatura en el Sahel no suba un grado y medio más que en el resto del mundo, no se exigirán responsabilidades a los ecologistas y estos podrán buscar más desgracias que agravar y capitalizar. ¿Cuánto vale una sociedad que permite sugerir que al apagar la luz de un escaparate, millones de niños dejarán de morirse de hambre? Y, encima, pretenden culpabilizar al Fascismo. Como si hubieran sido los fascistas quienes fueron a recibir a Greta Thumberg, dejando el suelo lleno de basura porque la fiesta había terminado.

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