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‘Interrupción’, las silenciadas experiencias en torno al aborto

'Interrupción', de Sandra Vizzavona, nos recuerda, como lo hacía Simone de Beauvoir, que hay que estar alerta, nunca dar la batalla por ganada.

Comentarios
  1. «Los derechos de las mujeres», «los derechos de los hombres», de los niños, de los ancianos, de los animales; se habla mucho de los derechos de la gente en general, incluso se habla de unos supuestos derechos de los animales, pura retórica, una teoría de naturaleza sentimental-emocional; todos ellos vulnerados a diario incluso en las democracias occidentales más consolidadas. ¡Derechos! Casi nada. De las obligaciones no se habla, o se habla poco, solo de derechos. Cuando, en realidad, son las obligaciones libremente asumidas y llevadas a la práctica las que hacen que funcionen las verdaderas democracias. Sin ese tipo de obligaciones voluntarias libremente asumidas asumidas solo hay injusticia, caos, ineficiencia y vuelta a la barbarie. Antes de aprender a gastarlos hay que aprender a ganarlos, me decían mis mayores cuando les pedía dinero para ir al cine o comprar un helado. Así crecí, y así me formé, mi desdichada infancia y mi adolescencia fueron marcadas por el hierro de las obligaciones y nunca tuve ningún derecho. Curiosamente, de ello me quedó la voluntad de no delinquir, de no ser un vago, de ser responsable y de aprender a pensar libremente sin ceder a la manipulación de las escuelas por las que pasé, o la de mis mayores, la del trabajo, y de la sociedad en general; hoy, a mis 69 años, solo tomo una decisión cuando creo que es acertada, nunca me dejo manipular por nadie, y apoyo todo aquello en lo que creo aunque mi entorno o la sociedad me diga que está mal. Apoyo el imperio de la ley, la honestidad, la justicia, la verdad…tal como yo lo entiendo, sin dejarme manipular por derechos supuestos, por doctrinas religiosas, por ideologías políticas, por nada…si un comunista dice cosas que me perecen sensatas las apoyo, si un liberal hace eso mismo, lo apoyo también, primero lo medito, lo reflexiono, y si mi interior dice que es justo lo apoyo. Pero siempre, respetando las leyes, aunque no me gusten, porque entiendo que la sociedad en su conjunto deber ser la que dicte las normas, no los individuos.

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