Crítica de la película Mediterráneo

LAURA RAMOS* | No sabía o no recordaba que esta película fuese a estar en cartelera y reconozco que uno de mis principales impulsos para ir a verla fue oponerme al desalmado boicot que intentan, quizás con cierto éxito, hacerle desde ciertos sectores de la sociedad. Es increíble lo torticera que puede llegar a ser la mente humana cuando hay intereses en negar la realidad, insensibilizar contra el dolor de los demás o fingir una preocupación momentánea por asuntos y personas por las que habitualmente muestran nula preocupación.

Mediterráneo no es una película panfletaria: muestra rescatadores y personas migrantes con sus defectos y los actos no demasiado nobles que a veces cometen, pero que no logran oscurecer ni un ápice la causa ni su sacrificio. Mediterráneo no es una película aburrida: está bien narrada, se hace más y más interesante según va transcurriendo la historia. Mediterráneo no es una película chapucera: al margen de algún efecto puntual que no queda tan logrado y se nota más artificioso, en general cuenta con una gran realización, unas interpretaciones magistrales, un ritmo interesante, una historia bien tejida y unos personajes que convencen. Mediterráneo alimenta sueños cautelosos con un mundo mejor, nos pone de bruces con la realidad de la xenofobia, pero también invita a intentar mantener un compromiso más ético con las vidas que lo necesitan y a intentar trabajar nuestros prejuicios e incoherencias.

Ha merecido la pena volver al cine después de tanto tiempo para ver Mediterráneo.

*Laura Ramos es suscriptora de La Marea