Los reyes, en La Palma. Ministerio del Interior
Nunca tenemos tiempo para quedar con nuestros amigos. Pero siempre tenemos tiempo –o lo sacamos incluso de nuestro ‘no tiempo’– para ir a los funerales. Ese día lo dejamos todo y acudimos a la despedida. Y el no poder hacerlo, como ha ocurrido durante esta pandemia, es algo inhumano.
Sin embargo, nunca sabemos con quién dejar a los niños cuando queremos ir a ver a una amiga que lleva un tiempo mal. Nunca paramos en la escalera a que nuestro vecino nos cuente por qué últimamente anda triste. Ya quedaremos, ya quedaremos… Ni la pandemia ha podido del todo con este afán nuestro de las prisas a todas partes.
«Para vernos, o alguien se casa o alguien se muere», me decía el otro día mi amiga Manuela Reyes. Y los reyes, por cierto, creo que se parecen mucho en eso a nosotros mismos. Siempre dando ánimos al pueblo tras las desgracias, como hoy en La Palma; siempre presentes en los funerales de Estado, en las bodas y en los premios. Qué pena que casi nunca estemos en otras fotos, para darnos un abrazo o echar una mano, antes de que sea demasiado tarde.