Una vecina de la localidad orensana de San Cristovo (Monterrei), observa el estado en el que quedó un alpendre de su propiedad tras el paso de un voraz incendio que quemó 1.000 hectáreas. BRAIS LORENZO
Casi cuatro años después de aquella pesadilla, las instituciones solo han podido llevar a cabo la cobertura de daños materiales, especialmente en viviendas y bodegas, tan importantes en la comarca de O Ribeiro. Luis Milia, alcalde de Carballeda, explica que, “aunque la pandemia lo ha retrasado”, ya han iniciado una segunda fase basada en la recuperación de los montes con fondos europeos , para que el suyo y otros cinco ayuntamientos impulsen polígonos agroganaderos basados en la siembra de cereal en las tierras abandonadas. “La gente joven se va a las ciudades y nadie trabaja las tierras. Por eso son necesarias medidas como esta, para hacer el monte productivo y evitar que el fuego se acerque a las casas”, sostiene. Una medida enfocada a mejorar la calidad de vida de la población rural, pero que no ataja de raíz el problema del calentamiento global .
Un cóctel incendiario
Galicia aprobó hace un año y medio la Estrategia Gallega de Cambio Climático y Energía 2050 , un documento que incluye, entre otros aspectos, el aprovechamiento de la absorción de CO2 de los montes. Si bien es cierto que está muy enfocado en medidas de prevención de incendios, también propone algunas acciones de adaptación al cambio climático, como “la identificación de genotipos más acomodados a las nuevas condiciones climáticas” o “el incremento de las medidas para la conservación de la biodiversidad, incluyendo la introducción de especies autóctonas fuera de sus hábitats históricos”.
Para Fins Eirexas, secretario técnico de la agrupación ecologista Asociación para a Defensa Ecolóxica de Galicia (Adega), las medidas de la Xunta de Galicia, junto con el nuevo Plan Forestal aprobado en febrero, son “eslóganes publicitarios” . “La realidad se resume en eucaliptizar Galicia porque existe un interés económico y político en que el monte arda. Es una especie que crece rápido y se regenera rápidamente tras un incendio y, si le sumamos los efectos del cambio climático, se convierte en un cóctel incendiario”, valora el técnico, en referencia a los numerosos monocultivos de eucalipto que hoy pueblan buena parte de los montes gallegos. No así en Ourense. “Existe una presión para introducir eucaliptos en Ourense, como ya ocurrió en la Costa da Morte. Ya no hay una relación directa en el rural entre la población y la tierra, y esa conexión es buscada, interesa que la gente abandone el medio rural”, añade el técnico, quien es contundente en afirmar que “la gran mayoría de los incendios en Galicia son provocados” .
Desde Adega advierten que la Xunta deja “cada vez menos dotadas de servicios a las zonas rurales y centra las inversiones en las ciudades”. “Hay determinados sectores económicos interesados en ocupar esos espacios para negocios como parques eólicos. No es casualidad que muchos proyectos de megaparques eólicos estén centrados en O Courel, en Lugo, o en el Parque Natural del Xurés, entre Ourense y Portugal, que arden con fuerza en los últimos años”, señala Eirexas.
Una evidencia del interés político-económico de los incendios en Galicia es, en su opinión, “la defensa que hace el PP en Galicia de los intereses de Ence” , una compañía de celulosa de eucalipto que genera una gran controversia en la comunidad gallega. Su fábrica, al pie de la ría de Pontevedra, es tildada de contaminante y no sostenible por la entidad ecologista. Adega ve una relación de “puertas giratorias” entre la Xunta de Galicia y la compañía . “Al menos dos” miembros del consejo de administración de la entidad “estuvieron en la alta dirección y fueron altos cargos en el PP en la época con mando de Fraga Iribarne”, denuncian los ecologistas. Se refieren a Isabel Tocino, exministra de Medio Ambiente en el gobierno de José María Aznar, y Carlos del Álamo, exconselleiro de Medio Ambiente en el ejecutivo autonómico de Fraga. Del Álamo fue también director xeral de Montes y, posteriormente, de Conservación de la Naturaleza del mismo gobierno gallego. Tocino es, además, consejera en la actualidad de Enagás y vicepresidenta de Banco Santander.
La incidencia del cambio climático en los incendios del monte gallego estaba escrita. Un estudio del panel de expertos en esta materia en Galicia ya ponía el acento en la despoblación o en el proceso de mediterranización por una sequía más intensa y una menor disponibilidad de agua . También reveló que una mayor cantidad de CO2 en la atmósfera por emisiones de origen fotogénica iba a provocar un crecimiento más rápido de la vegetación. El informe concluía que los incendios serían más intensos y desestacionalizados, como ha ocurrido en las últimas dos décadas: han dejado de ser un fenómeno del verano para presentarse en otoño, primavera y hasta en invierno . En 2017, el desastre que asoló Ourense y Pontevedra se desató en pleno mes de octubre.
Una vaca sobre la superficie calcinada por un incendio forestal en el municipio orensano de Maceda, en octubre de 2017. BRAIS LORENZO
Eirexas pone el acento en la característica particular de Ourense, con una incidencia del cambio climático mucho más notable que en otros lugares. “Si ya estaba en el límite entre el clima mediterráneo y el atlántico, ahora es mucho más seco, lo cual no tiene nada de malo, salvo que viene acompañado de la despoblación, de más incendios y de una mayor extensión de cada uno de ellos”, cuenta. El verano pasado, el Parque Natural del Xurés sufrió una agresiva oleada de incendios, con más de 1.000 hectáreas quemadas, además de la muerte de muchos animales y de un piloto portugués que luchaba contra el fuego al estrellarse la avioneta con la que trabajaba. Los fuegos también se declararon con contundencia en los municipios de Cualedro, Chandrexa de Queixa, Monterrei, Verín o Viana do Bolo.
Varios bomberos forestales realizan labores de extinción en un incendio forestal en Cualedro, Ourense. BRAIS LORENZO
Frente al conjunto de territorio forestal de Galicia, el monte ourensano parte de una ventaja con la solución que introduce Adega, tanto para atajar los incendios como el efecto del cambio climático. “Nos dicen que el eucalipto es rentable porque da beneficios inmediatos, pero varios estudios demuestran que, aunque la apuesta por las especies autóctonas aportaría más rentabilidad a largo plazo, además de una mayor sostenibilidad, porque conforman un ecosistema que es muy rico. Hay que cambiar el modelo forestal y apostar por medidas que aprovechen la madera en beneficio del pastoreo y de otros sectores, más respetuosas con el medio ambiente”, concluye Eirexas.
En el balcón de su casa rehabilitada, O brasileiro mira a las nubes y recuerda cuando, hace ya muchos años, veía pasar un avión cada ocho días. Hoy ve al menos veinte. Mira al suelo y recuerda también a los muchos vecinos que conoció en su niñez, los que están y los que se han ido. Hoy se cuentan con los dedos de las manos. Observa también el terreno que trajo las llamas hasta su hogar y la riqueza forestal que rodea Saa. Y se pregunta si el futuro estará en el cielo o en el suelo.