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‘Darmi’: aliento y poesía de la mujer iraquí

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Cultura

‘Darmi’: aliento y poesía de la mujer iraquí

'El canto y la herida' es la investigación de Abdul Hadi Sadoun sobre la poesía femenina en Iraq. El libro reúne un centenar de ejemplos recogidos por el autor.

Detalle de la portada de 'El canto y la herida'. EDITORIAL VERBUM
Pilar Gómez Rodríguez
15 enero 2021 Una lectura de 6 minutos
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Puede que darmi venga de darama, el verbo que significa musitar, hablar entre dientes o calladamente –algo de lo que las mujeres iraquíes saben mucho– o de dairam, el nombre que recibe la corteza del nogal o la cáscara de nuez con la que se pintaban los labios.

Puede que la palabra darmi tenga otros orígenes pero esos que conjugan la belleza en los labios, la expresión en la punta de la lengua y quizá el hecho de tragar saliva y soportar en silencio ofensas y agravios son los que elige el poeta iraquí e hispanista Abdul Hadi Sadoun en su estudio sobre el darmi, que acaba de publicar la editorial Verbum. Se titula El canto y la herida: aproximación a la poesía popular de la mujer iraquí y es una investigación pionera sobre el darmi y una recopilación de cien de estas poesías de autoría desconocida que hacen bueno ese aforismo de Virginia Woolf que afirmaba que anónimo era una mujer.

Valiosos desde un punto de vista poético, los darmis son también un tesoro a la hora de conocer esa sociedad, pues esos cantos no son hijos del ocio ni el reposo, sino que surgen de la necesidad y el sufrimiento. Así, uno de los más bellos recuerda:


No son versos lo que escribo
son mis heridas,
ante mí le sonríes
mientras mi alma se muele.


Es cierto que los hay políticos, actuales y de referencias conocidas (Solamente escuchamos noticias/ y los años pasan/ esperando que el tirano caiga/ o suceda un golpe de Estado), una corriente a la que se han podido sumar autores varones jóvenes, pero no dejan de ser una excepción. Y además, es igual: los darmis son una obra colectiva donde lo que realmente importa es el intérprete, no el autor.

Amor herido

La inmensa mayoría tiene un argumento único: la pena de amor extrema, el sufrimiento y la muerte en vida de las mujeres por un amor inalcanzable, no correspondido. En su versión popular, esta revisión del mito de Eros y Tánatos encuentra expresiones sorprendentes:


Mira en ojos de quien amas
y no lo hagas a escondidas.
Ya no tengo miedo, la mortaja está preparada
y el laurel también.


Y otro:


Déjalo sin más,
y no preguntes cómo estoy,
preguntas por el muerto
y el asesino eres tú.


La violencia y la hipérbole están muy presentes es estos cantos hasta llegar, a veces, a adoptar giros surrealistas:


Aunque regases el camino de ácido
y plantases minas,
no me importaría perder la carne
y llegar a ti como esqueleto.


“El amor es el punto débil del espíritu fuerte que es la mujer”, explica Hadi Sadoun en su libro, y lo corroboran las palabras de esta, que se da ánimos a sí misma:


Comparándome con el santo Job
mi paciencia es aún mayor
nunca protesté por lo que me ocurría
¡Qué alma tan fuerte y dura la mía!


Quizá no esté de más recordar que en la sociedad tradicional iraquí el amor-pasión que alumbra los darmis nunca se inscribe en el contexto de la vida conyugal y familiar. Al contrario, esta se convierte en una fuente adicional de tormentos y rabia que tiene su lugar en los cantos: Llórate cuanto quieras –le dice una madre al recién nacido que no es fruto de su amor–, no te dejaré mamar de mi pecho/ ya que te sacrificaré a ti y a tu padre/ por estar con mi amado.

El darmi se convierte así en el terreno inexpugnable e inconfesable de la libertad. En sus versos no solo está permitido todo lo que está prohibido sino que, además, el auditorio al que se dirige –compuesto por otras mujeres– comprende y comparte esos mismos sufrimientos y anhelos. Así es como se establece una complicidad muy potente. Primero entre las mujeres, pero también entre ellas y lo perseguido, lo censurado, que se vuelve accesible por la vía dichosa de la imaginación y la palabra.


Bebo y quiero olvidarte
me emborracho y más te recuerdo
porque este dolor está en mi corazón
y no en mis huesos.


Ese protagonismo y esa sororidad no se establece únicamente con las mujeres de la comunidad sino que es un punto común que relaciona el darmi con otras manifestaciones poéticas del mundo arabo-islámico como el tibraá del Sáhara y Mauritania o el landay de la mujer pastún de Afganistán. Esta última se trata de una composición más breve y explícita al adentrarse en referencias sexuales. Pero en cuanto al protagonismo de la mujer y al contenido, las palabras de Sayed Bohodín Mayruh en su libro El suicidio y el canto sobre la poesía landay es absolutamente aplicable a la del darmi: “Es un rostro fascinante el que emerge de estos textos en los cuales la mujer canta y habla de sí misma, del hombre y del mundo que la rodea”.

La boqala de Argelia, los izrán de las mujeres del Rif o los gunat al banat (o cantos de las doncellas) sudaneses completan el marco de referencias próximas –usando las medidas del corazón– que el autor desgrana y compara en relación al objeto de su investigación.

Profesor de lengua y literatura en la Universidad Complutense de Madrid y reconocido hispanista, Hadi Sadoun ve ciertos ecos también en este tiempo de poesía con las jarchas mozárabes que cerraban las moaxajas. Con todo, más allá de que los distintos niveles de estudio proporcionen diversos grados de placer, el darmi nació para ser comprendido y disfrutado por todos, esa es su razón de ser. Como escribe el autor: “Si la canción popular no tiene difusión (…) el pueblo la olvidará. Si se pierde y desaparece ya no contará dentro del conjunto popular”.

Testimonio de la vida de las mujeres, el darmi constituye su alivio, su liberación; el lugar donde se hace posible lo imposible y donde las mujeres iraquíes se permiten expresar lo que ni siquiera les está permitido soñar.

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Comentarios
  1. Juan Fermin La Fe dice:
    24/02/2021 a las 02:02

    Excelente poemas, donde se plantea en gran medida a través de la palabra, el sufrimiento y el mundo opresivo donde desarrolla su vida la mujer iraqui y considero que también sucede en otros países árabes donde la mujer es considerada un ser inferior.
    Por otro lado, la publicación de este articulo nos permite conocer la poesía de países que se conocen solamente por el terrorismo y sus innumerables guerras.

    Responder

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